A CFK la traicionaron sus palabras
La semana pasada, en uno de sus habituales discursos, la presidente Cristina Fernández afirmó: “Esta Argentina es una Argentina y, fundamentalmente, esta Presidenta, también quiero en ese sentido porque soy la que toma las decisiones obviamente, es absolutamente responsable y previsible, absolutamente responsable y previsible”.
Esta afirmación me llamó la atención por dos razones, en primer lugar porque si Argentina fuera tan previsible debería tener, en este momento, un tsunami de inversiones dada la liquidez que hay en el mundo y lo escasos países en los que se puede invertir porque están en recesión. Sin embargo, como comentaba en otra nota, de acuerdo a los datos de CEPAL, en 2011 Argentina solo capturó el 4,7% de la Inversión Extranjera Directa de América Latina, mientras que Brasil se llevó casi el 50% del total de esas inversiones.
Francamente, decir que Argentina es previsible cuando Moreno, sin órdenes escritas, cambia las reglas de juego todos los días, es casi una humorada. Nadie puede afirmar que Argentina es previsible cuando de un día para otro la AFIP, sin explicación previa, cambia los criterios por los cuales la gente puede o no puede comprar dólares. Nadie sabe con qué criterios se mueve la AFIP para autorizar una compra de dólares. Eso no es previsibilidad, es arbitrariedad. Digo, no solo Argentina no es previsible, sino que es arbitraria. Y, como se sabe, las decisiones arbitrarias son la antítesis de la previsibilidad. Para que quede más claro, lo único previsible de la Argentina actual es la imprevisibilidad.
Pero la parte que más me llamó la atención del discurso de Cristina Fernández es cuando afirma: “esta Presidenta, también quiero en ese sentido porque soy la que toma las decisiones obviamente, es absolutamente responsable y previsible, absolutamente responsable y previsible”. En rigor, corrijo mi afirmación cuando digo que me llamó la atención, sino que me confirmó lo que pensaba: Cristina Fernández no cree en las instituciones sino en una especie de gobierno autoritario o dictatorial.
Es que no es la presidente la que tiene que ser previsible en un país que se considere una democracia republicana, sino las reglas de juego que imperan en esa sociedad. Son su normas, códigos, leyes, costumbres y reglas las que regulan las relaciones entre los particulares y no la previsibilidad de una persona lo que le otorgar previsibilidad a un país.
En las sociedades chicas, donde todos se conocen, cada uno sabe quién es el cumplidor, el estafador, el que merece crédito, el que no lo merece, el que cumple su palabra, el que no la cumple. En cambio en una sociedad con millones de personas que realizan contratos entre personas que no se conocen, nadie sabe si la otra parte va a cumplir con lo pactado. Por eso existen las instituciones. Para eso está la justicia, que debe ser independiente. Para hacer cumplir las leyes y los contratos y el Estado tiene el monopolio de la fuerza para que se cumplan los contratos, sino la justicia sería una expresión de deseos.
Y aquí viene otro punto, para que en una sociedad amplia, con millones de personas haciendo contratos, puedan llevarse a cabo los mismos, es decir, haya comercio, inversiones, etc., se necesitan reglas previsibles y eficientes. Por eficientes quiero decir que tienen que atraer al inversor, permitir que la gente desarrolle su espíritu innovador. Y por previsibles quiero decir que esas reglas no cambien todo el tiempo. Por lo tanto, quién tiene que ser previsible no es el presidente de un país, sino sus instituciones, y el presidente se limita a administrar el país bajo esas instituciones que le permiten a la gente trabajar, invertir, desarrollarse, etc.
Cuando Cristina Fernández habla que ella es previsible y responsable y nada raro va a pasar con el dólar o los depósitos, lo que no está diciendo es que ella cree que las instituciones no son relevantes, que lo único relevante son las decisiones que ella tome. En definitiva, la postura de Cristina Fernández es la de un dictador o autócrata que es la contracara de la democracia republicana.
Ella confunde cantidad de votos obtenidos con calidad institucional. Los votos son solo un mecanismo de elección para determinar quién tendrá parte del poder dentro de una república. Las instituciones son las que permiten construir un país, no la previsibilidad o razonabilidad de Cristina Fernández que, dicho sea de paso, es bastante imprevisible en lo que puede hacer o mandarle a hacer a Moreno, y la razonabilidad de muchas de sus medidas es más que discutible.
Se me ocurre que en esa frase quedó en evidencia su convicción de creer más en la persona salvadora de la patria que una democracia republicana. Afirmar que nadie tiene que temer porque ella es previsible y responsable implica decir: no tengan miedo que soy una autócrata buena. Lo que muchos pensamos sobre su idea de gobierno, lo confirmó con esta frase.
La complicada situación económica actual es fruto de ese populismo típico de los gobiernos autocráticos. Hasta ahora el kirchnerismo tuvo mucho viento de cola a favor y una economía con elevada inversión hecha en el pasado que le permitió al gobierno financiar su populismo. Ahora se le presenta un serio problema que difícilmente puedan resolver. Por un lado queda poco margen para seguir financiando populismo y, por otro lado, el mundo ya no juega a favor, sino que juega en contra. Brasil devalúa el real, la economía mundial anda a los tumbos y, para colmo, la cosecha de soja no será tan buena. Así como el inicial margen interno para financiar populismo y el viento de cola llevó al kirchnerismo a sus años de mayor poder político, este nuevo escenario de falta de recursos para más populismo y el mundo con viento de frente pueden llegar a mostrar que el kirchnerismo no fue otra cosa que un gigante con pies de barro.
En definitiva, CFK se comporta como si los votos otorgaran impunidad para llevarse por delante las instituciones. Lo que no tiene en cuenta es que el mercado no otorga impunidad y ahí la gente vota todos los días. Por la suba del dólar blue, pareciera que, por ahora, el voto es no positivo.
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