El gobierno argentino sigue aumentando, más y más, el gigantesco monopolio oficial de multimedios
No es ya muy distinta a lo que sucede en Ecuador y es ciertamente tan perversa como lo que ocurre en Venezuela. Los gobiernos de estos tres países tienen en esto, por igual, un mismo objetivo político de dominación: el de asfixiar a los medios independientes de mil maneras, de modo de poder instalar el discurso único que todos ellos comparten y predican.
De un total de 18 diarios oficiales hay, en la Argentina, 11 que son pro-gobierno y 7 independientes. Los primeros viven con el pulmotor constante de la publicidad oficial. Entre ellos: Tiempo Argentino, Página 12, Diario Popular, Crónica y Ámbito Financiero, que están entre los más grandes receptores de la publicidad oficial. Los segundos, en cambio, a la buena de Dios. Como pueden, entonces. Pese a que los fallos de la Suprema Corte -desoídos impunemente por el gobierno, que no los cumple- obligan al gobierno a hacer un reparte equitativo de la pauta oficial, lo que no sucede.
Con la pauta oficial se logra docilidad y se castiga al díscolo. Se premia y se castiga. Para ello no es necesario para el Estado ser dueño de los medios, los puede colonizar a su antojo. Quien se niegue arriesga su supervivencia. Así de duro. Y así de peligroso.
Las cosas no se alteran, ni se detienen, sino que se agravan y profundizan. La reciente venta de los medios que pertenecían a Daniel Hadad y sus socios al grupo de Cristóbal López, uno de los empresarios afines al gobierno así lo confirma. Según el diario La Nación, Hadad confesó que “tuvo que vender”. Hablamos de C5N y de las radios Vale, Pop, TKM y Mega.
Hadad era uno de los empresarios “cercanos” al gobierno, favorecido desde hace rato por sus dádivas. Pero las cosas cambiaron y, de pronto, dejó de serlo. Todo se secó. Ya no era confiable. Tuvo antes señales extrañas. Fue baleado. Se le “cayó” una enorme antena de sus empresas de comunicación. Se le estrelló un helicóptero. Debió enfrentar inspecciones fiscales. Uno de sus programas (con el periodista Marcelo Longobardi) fue víctima de censura mientras estaba transmitiendo y debió salir del aire. Y Hadad leyó las señales y se cansó. Huyó, entonces. Sus medios hoy están integrados de hecho en los aplausos que promueve el multi-medio oficial.
El proyecto oficial es claramente hegemónico. Y está en marcha acelerada. Las libertades de prensa y de expresión son cercenadas como si fueran simplemente un costo del proyecto. Así todas las libertades quedan amenazadas y están en riesgo. Cuando algunos lo adviertan, puede ser demasiado tarde.
Emilio J. Cárdenas fue Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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