Euro: de supuestas tiranías y populismos mediáticos
"La tiranía de los países acreedores no desaparecerá rápidamente". La frase pertenece a Paul De Grauwe, profesor de la prestigiosa London School of Economics.
De Grauwe es, sin dudas, un experto. Pero peca de un exceso de corrección política, que lo lleva a decir lo que algunos quieren escuchar. Pone el énfasis en las consecuencias de los problemas, no en las causas. Hablar de tiranía tiene gancho. El populismo mediático, lamentablemente, afecta también a gente prestigiosa. Paul Krugman es el caso más notable.
El fenómeno se potencia cuando el supuesto tirano es un país poderoso, como Alemania. En ese equivocado deporte de buscar siempre culpas ajenas, nunca propias…, los latinoamericanos tenemos compañía. Nuestros émulos resultaron ser Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España (PIIGS, por sus siglas en inglés).
El disparador fue la crisis financiera internacional, que en el año 2008 era una de mala salud de las instituciones financieras globales, para convertirse en 2012 en una de deudas públicas desproporcionadas. Con la excusa de superar la primera crisis varios países cayeron en la segunda. Los PIIGS, por ejemplo.
Pretendieron reemplazar el hecho de no llamarse "Estados Unidos" (y que el planeta les acepte deudas descomunales…) con la ilusión de ser rescatados por Alemania cuando la realidad de tanto despilfarro se los exigiese. Ahora, por ejemplo.
La respuesta alemana, que luego de la hiperinflación de 1923 se comprometió a ser fiscalmente responsable, y que precisamente por haber cumplido con tal consigna conserva inmune su calificación de AAA, es clara: los contribuyentes alemanes no tienen por qué pagar la hemorragia de gasto público alentada por gobernantes españoles, griegos, italianos, etc.
En un reciente documento titulado: "En busca de la simetría en la Eurozona", De Grauwe pone el foco en la necesidad de "equilibrar los flujos comerciales" dentro de Europa, entre los países "comercialmente superavitarios" (los que exportan más de lo que importan, p.ej: Alemania) y los países "comercialmente deficitarios" (los que importan más de lo que exportan, p. ej.: los PIIGS).
Sugiere que los PIIGS necesitarían poder devaluar…, para revertir su déficit comercial frente a Alemania. Un tufillo mercantilista se olfatea siempre ante tales propuestas. Con intenciones proteccionistas. Película conocida.
Hay, sin embargo, un primer dato que debería hacer pensar que el problema es otro: los salarios alemanes son considerablemente más altos que los de los PIIGS. Pese a ello, su superávit comercial no sólo es con los PIIGS, sino con muchos otros países. Se lo permiten su enorme productividad, sustentada en inversiones, maquinaria, ingeniería, seriedad. Y puede pagar salarios muy altos.
Hay, además, una absoluta certeza de la ciencia económica, que confirma que el problema de fondo es otro: el déficit comercial de los países que conforman los PIIGS es necesaria consecuencia de sus enormes déficit fiscales.
Los PIIGS tienen el problema de los "déficits gemelos": coexisten el "déficit fiscal" (que es la enfermedad) y el "déficit comercial" (que es un síntoma).
Se habla de "déficit fiscal" cuando un Estado gasta más de lo que recauda, y por lo tanto se endeuda, emitiendo títulos de deuda pública para financiar sus gastos.
Y como una gran proporción de esos títulos son comprados por residentes en el exterior (bancos alemanes, por ejemplo…), la entrada de dinero se registra como "ingreso de capital" (¿por qué?, porque las cuentas nacionales no son una contabilidad sino una estadística, habitualmente mal interpretada).
Dado que el balance de pagos tiende necesariamente a cerrar en cero…, todo superávit de "capital" (aunque en verdad sea deuda…) tenderá a originar un déficit de cuenta corriente.
Aquí cabe comentar al margen que El Salvador, mientras tenga montos de remesas proporcionalmente tan significativos, tenderá a tener déficit comercial aún si no tuviera déficit fiscal. Es otro caso, es otro tema.
No es la tiranía de los alemanes. Es la irresponsabilidad fiscal de los PIIGS. Porque en todo caso, la única tiranía que jamás desaparecerá es la de la matemática. Afortunadamente.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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- 8 de junio, 2012
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