Austeridad y crecimiento
El Deber, Santa Cruz
El debate económico en Europa se concentra entre quienes defienden la austeridad y quienes propugnan el crecimiento. La canciller alemana, Angela Merkel, sería la paladina de la primera opción y el recientemente elegido presidente francés, François Hollande, el nuevo héroe de quienes propugnan el déficit fiscal para crecer. Este es un falso debate, pues ningún gobernante podría oponerse al crecimiento. Por el contrario, todo Gobierno debe impulsar el desarrollo de su economía para mejorar las condiciones de vida de su población. El problema es cómo lograr un crecimiento que sea sostenible y asentado en las inversiones, la productividad y la competitividad.
Si para promover el crecimiento simplemente bastasen nuevos endeudamientos y mayores déficits, se habría encontrado la fórmula mágica para solucionar las crisis. Sin embargo, habrá que distinguir entre el discurso electoral exitoso de Hollande, que le permitió ganar las elecciones ante una población ávida de esperanza frente a la amenaza de la recesión y el desempleo, de la realidad que tendrá que enfrentar una vez en el Gobierno, como ya le sucedió a Barack Obama, que frustró rápidamente las expectativas de una fácil superación del desempleo y los problemas económicos.
El problema de muchos países europeos es que están sufriendo el sinceramiento de sus economías, después de varios años en los que disfrutaron de un crecimiento basado en el excesivo gasto público, un endeudamiento descontrolado y auges de consumo y burbujas inmobiliarias financiadas por bancos que no cumplieron las normas de prudencia que tanto se pregonan para los países en desarrollo. El problema es que ni estos bancos ni los inversionistas están dispuestos a seguir comprando los bonos de gobiernos deficitarios porque saben que no podrán recuperar su dinero y porque en el mundo existen muchas otras naciones que están creciendo y en las cuales es más rentable y seguro invertir para desarrollar nuevos proyectos privados que financiar a gobiernos insolventes.
Si Alemania sigue creciendo y ha evitado las crisis que están sufriendo otras naciones, no es solo porque tiene sus cuentas equilibradas, sino también porque continúa siendo una de las economías exportadoras más importantes y competitivas del mundo y, por lo tanto, su crecimiento económico se basa en ingresos genuinamente generados por ventas internacionales, en un mundo que ya no se limita a Estados Unidos, Europa y Japón, sino que enfrenta la competencia de nuevas potencias económicas como China, la India, Brasil o Corea del Sur.
Este debate también tiene sus propios referentes para América Latina. Mientras algunos países como Venezuela y Bolivia están estancados a pesar de haber recibido los mayores ingresos de su historia, otros países como Brasil, Colombia, Chile y Perú han crecido y sacado de la pobreza a millones de sus habitantes gracias a aumentos de su producción, exportaciones y competitividad. La realidad también golpeará a Latinoamérica, como ya lo está haciendo con Argentina y ahí veremos una vez más que no hay crecimiento sin productividad.
El autor fue presidente del Senado de Bolivia.
Twitter: @OscarOrtizA
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