Guatemala: El discurso indígena
Es aburrido. Tan aburrido como el marxismo, pobre por cierto, que dizque sustenta, lo alimenta, lo produce. Es una cantaleta de lucha de clases, de imágenes de “venas abiertas de la América india”, tan pasada, tan recurrente, tan moralizante, tan victimizante que escucharlo es un cíclico “déjà vu”.
Colapsó “clase con etnia”. ¡Vaya melcocha! Ah, pero sus ponentes, tan felices ellas, son tan felices ellos, y aunque no están diciendo ni lo que creen ni lo que piensan, por supuesto que ven los resultados que tan “pavloviano” ejercicio produce.
Los pseudolíderes indígenas hablan de los “500 años de opresión y explotación”, pontifican acerca de las “relaciones asimétricas de poder”, ah, y le agregan el turrón de la “unidad en la diversidad” y la “cooperación internacional” saliva.
El discurso indígena, ese amasijo de “etnia, ecología, clase, género, lucha, derechos de tercera y cuarta generación, etc.,” produce semejantes orgasmos en la sacrosanta “comunidad internacional”, la cual luego saca chequera porque su entretenimiento “neocolonial” está más que pagado.
Los payasos, digo los autodenominados “líderes indígenas”, y el séquito de Ladinos y Mestizos hambrientos, buenos para nada, vividores también de las limosnas pasadas por “cooperación”, todos, han aprehendido (y mal) ese vil discursito “marxistoide” de “lucha de clases étnicas”.
De hecho, leí recientemente en un reportaje en elPeriódico acerca de un contrabandista de gasolina que él prefería ser contrabandista a terminar trabajando para una ONG internacional. Ala: si hasta un hecho ilícito es considerado superior a esa “gorronería india” amalgamada por presuntos “ladinoides y mestizoides”, según ellos, “académicos”, pero que solo aprendieron a repetir las fotocopias de la “Usac”.
El discursito indígena ha encontrado una calzadura perfecta en la ya condenada “teología de la liberación 2.0” que promueven estos curitas de cuarto mundo que pululan por los trópicos mortales. Némesis del más básico Valor y mensaje cristiano, estos “sa-cerdo-tíos” sueñan con ser adorados por las multitudes de “indios” que ellos mismos juntan para sus bacanales, para sus orgías, y su concupiscencia en nombre de los “derechos de los pueblos indígenas”.
También hijos de la “cooperación internacional”, curitas, “lideritos”, con todo y “groupies” de “macehuales ladinos”, construyen esas versiones de “lucha” que no son más que la continuación de una guerra que persiste solo en sus mentes.
Los guatemaltecos productivos estamos cansados de todos ellos, pero no lo decimos, o no lo decíamos. Yo invito a que quebremos el silencio y derrotemos la “culpa étnica” que los vividores han impuesto, tanto para silenciar a “el otro” como para vivir de generar inexistentes culpas ancestrales. Humor negro: son ahora los “indígenas” de hotel cinco estrellas, pero no pagado con el dinero que producen —porque no producen nada más que discordia e ingobernabilidad— quienes han convertido varios ladinos choleros en sus servidores, esclavos casi. Esa es la inversión del macehualismo. Quién diría, ¿verdad?
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