Para entenderte mejor
Evo Morales y Mahmud Ahmadineyad, hombres fuertes de Bolivia e Irán, firmaron un memorándum de entendimiento, como si ya no se entendieran. Eso ocurrió en La Paz, el pasado martes 19, en una escala previa del iraní en su viaje a Brasil, en donde su visita, dicho sea al paso, fue motivo de rechazo por parte de organizaciones sociales y cientos de manifestantes en repudio a su discurso de odio y su política violatoria de los derechos humanos, su persecución a los homosexuales y por no respetar los derechos fundamentales de las mujeres.
También la oposición boliviana protestó por la presencia de Ahmadineyad e hizo hincapié en esas lindezas de adornar el pensamiento y el actuar del gobernante amigo de Evo.
Mas allá de lo novedoso del acuerdo firmado entre el líder de los plantadores de coca y el visitante, por el que Irán adiestrará a Bolivia en la lucha contra la droga, no pueden sorprender sus entendimientos en otros rubros. En lo de las mujeres por ejemplo: más de una vez ha sido denunciada la actitud machista del presidente Morales, lo que es considerado hasta un atributo por sus seguidores, quienes se lo festejan con variados estribillos al tono, como el que dice “este presidente de buen corazón, a todas las ministras le quita el calzón”, con el aplauso y beneplácito del festejado. En otro plano sabida es también la preocupación manifestada por Evo por los efectos contra la virilidad de los pollos que comen en Europa, que entre otras cosas hace caer el pelo, según él. Y en esa línea y en ese sentir habría que interpretar la represión que tuvo lugar meses atrás en La Paz, contra una manifestación de protesta de minusválidos, en la que las fuerzas policiales del gobierno llegaban a aplicar golpes de electricidad en las sillas de ruedas en la que se desplazaban muchos de los manifestantes.
Y mientras eso ocurría en La Paz, desde la zona amazónica avanzaba hacia esa capital la marcha de los indígenas que se oponen a la construcción de una carretera que dividiría el parque natural Tipnis, los que además eran acosados en su caminata por los cocaleros partidarios de Evo y autoridades locales que responden al gobierno.
Dirá el lector que se me traspapelaron las notas y que esta noticia es vieja; que si se trata de la carretera que financiaba Brasil y querían los amigos cocaleros del Presidente para ampliar sus cultivos, ya el año pasado el propio mandatario dictó una norma asegurando que no se iba a construir. Que incluso lo hizo a su pesar presionado, precisamente, por los nativos que llegaron hasta La Paz soportando todo tipo de ataques y hasta enfrentando la represión policial.
Sin embargo no hay error, se trata de la misma carretera. Ocurre que Evo echó para atrás: serán los cocaleros o el interés brasileño, pero otra vez se vuelve con la idea y los indígenas a marchar y los grupos de choque de partidarios de Morales a hostilizarlos, contando con el apoyo del gobierno, que esta vez, para disimular, evita usar las fuerzas policiales.
Nuevamente la madre tierra –la Pachamama– queda de lado, y lo de la defensa de los indígenas y de la soberanía y la lucha contra el imperialismo de Evo Morales suena más a hueco y oportunista.
Y mientras tanto los manifestantes, para que quede claro, volverán a repetir: “Evo decía que todo cambiaría; mentira, mentira, Evo es la misma porquería” y le reclamarán a viva voz –para entenderse mejor– “no nos llames más hermanos”.
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