El Gran Hermano te vigila
Como en la novela de George Orwell, el Gran Hermano te está mirando. Casi todo paso que das, queda registrado en alguna parte. Tu navegación por la Internet determina con bastante precisión el tipo de trabajo que haces, cómo lo haces, tus aficiones y adicciones, tus miedos y tus sueños, incluyendo, ¡cómo no! los eróticos.
Cada operación de cajero electrónico, cada pago con dinero plástico y cada llamada por el celular, le cuentan a alguien en alguna parte por dónde has andado, qué has comido y en qué cantidad, con quién has hablado y qué le dijiste. Si tienes cuenta de Facebook ya saben cómo eres, cómo es tu familia, dónde te gusta viajar y quiénes son y cómo lucen tus amigos. Da miedo.
En algunas oficinas de espionaje político y de mercadeo comercial te conocen mejor de lo que tú te conoces a ti mismo. Es probable que en países como el nuestro los del espionaje político estén un poco más atrasados que sus colegas del mundo desarrollado que trabajan para la mítica CIA estadounidense o el Mosad israelí. Aunque hay que decir que en materia de espionaje los cubanos están en la categoría de potencia mundial. Sólo en eso.
Las divisiones de mercadeo de las grandes compañías hace rato que superaron a las oficinas gubernamentales de espionaje político. Las bases de datos se han convertido en insumos de capital importancia para las estrategias de venta. Pero aquellas bases que contenían el teléfono, la dirección física y de correo electrónico, profesión u oficio y quizá tu condición socio económica pertenece al pasado. Ahora lo saben todo o casi todo de ti. "Big brother is watching you".
Y no exagero. Si por ejemplo estás estudiando una maestría online de inmediato comienzan a llegar a tu buzón electrónico decenas de ofertas para seguir cursos en universidades virtuales. Si compras pasajes aéreos en la red te ofrecerán paquetes vacacionales. Si has comprado medicinas o has visitado a algún médico especialista, es probable que alguien te llame en medio de una reunión para ofrecerte un lote en un cementerio privado con pagos a plazos para ser honrados obviamente en esta vida y no en la otra.
La información precisa de tu perfil en las bases de datos más avanzadas y en poder de gente que ni te imaginas es una realidad. Entre más cuchufletas electrónicas tengas y uses, más saben de ti. La única forma de escapar al ojo del Gran Hermano que te vigila, al sofisticado oreja de nuestros tiempos y a los ejecutivos del mercadeo directo es que te dejes crecer la barba y te mudes a una comunidad Amish o que te vuelvas indigente.
Pero aún así escaparás sólo en parte. En las grandes ciudades hay cámaras de video en las gasolineras, los cajeros automáticos, las tiendas por departamento, las esquinas de las calles, los colegios, los bares nocturnos, los bancos, las farmacias, los hospitales, en todas partes. Y si estás en el campo siempre habrá un satélite surcando el espacio que puede captarte si de verdad te andan buscando. La cosa no es juego, ni ciencia ficción.
Y he aquí la paradoja. Alguien que tú nunca has visto ni te ha visto se sabe casi de memoria tu perfil. Mientras que tú conoces en persona a tu vecino de al lado, lo ves todos los días, pero no sabes ni siquiera su nombre ni su edad. Pero si de verdad quieres conocerlo no es necesario que le preguntes nada. Basta que le envíes una solicitud de amistad al Facebook. Seguro que te aceptará.
Entonces conocerás todo sobre él, dónde nació, dónde estudió la secundaria, conocerás a su esposa y a sus hijos. Verás a su perro, y sabrás si le va al Real o al Barza, aunque por la mañana cuando ambos vayan a sus respetivos trabajos se saluden como dos perfectos extraños.
El autor es columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de marzo, 2016
- 23 de julio, 2015
- 5 de noviembre, 2015
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