Larga vida a Jersey
El Heraldo, Tegucigalpa
No me gustaría estar financiando ejércitos que encaran guerras (siempre “defensivas”, claro), ni la vida extravagante de los políticos y sus familiares y sus amigos los burócratas, menos me gustaría financiar la corrupción. Tampoco le veo sentido a solventar aduanas y cosas por el estilo, para favorecer a ricos empresarios, con el cuento de “defender la industria nacional”.
No sé qué sentido tiene gastar en “caridad” estatal si la privada es muy superior, más eficiente y menos costosa ya que no pasa por la tremenda burocracia del gobierno. No entiendo por qué se justifica la falta de ética de los Estados.
Si la violencia es, definitivamente, inmoral, por qué los gobiernos la utilizan para recaudar fondos, para recaudar impuestos que la gente no pagaría si no fueran amenazados con la cárcel por el Estado policial.
No entiendo por qué no puedo, como en el mercado natural, decidir qué quiero comprar, qué servicio utilizar y convenir con la contraparte el precio y el modo de pago. No entiendo por qué tengo que pagarle al gobierno lo que no quiero y por qué el Estado tiene que ser inmoral y forzarme a hacerlo.
Con la crisis que recorre a Europa, precisamente porque los políticos se han dedicado a la demagogia con tal de disimular sus vidas ostentosas, ha vuelto al tapete la cuestión de la Isla Jersey que, claro, les quita fondos. El primer ministro británico se hizo el sorprendido porque Jimmy Carr, una estrella de la televisión y la radio, paga solo el 1% de impuestos gracias a que su sociedad, denominada K2, está radicada en la isla de Jersey donde no existe el impuesto de sociedades ni el de patrimonio. Y esto es un abierto desafío para estos gobiernos europeos llenos de deudas y decididos a seguir gastando a costa de los ciudadanos.
Solo son 90,000 habitantes situados sobre esta apacible isla del Canal de la Mancha, a pocas millas de las costas de Normandía, pero cuentan con oficinas de medio centenar de bancos internacionales y cientos de oficinas para administración de fondos y despachos de abogados. La isla de Jersey, de jurisdicción británica, está dotada de una autonomía que le permite excluir el cobro de algunos impuestos. Durante muchos años ha sido uno de los paraísos fiscales consentidos por los europeos, pero el Reino Unido también ha sufrido una crisis bancaria y los fondos públicos están escaseando.
Hablando de crisis bancaria, resulta que ahora acusan a grandes bancos de manipular la tasa Libor en su propio provecho. Pero la culpa no es del puerco, sino de quien le da de comer. No importaría esta tasa de referencia, ya que el mercado continuaría haciendo negocios normalmente con o sin ella, sino fuera que los gobiernos coactivamente inducen su utilización, provocando que de su manipulación puedan obtenerse ventajas.
Lo peor del caso es que son los pobres los más perjudicados por los impuestos ya que, cuanto más elevado es el nivel económico de una persona, más capacidad tiene para derivarlos hacia abajo. Por caso, los empresarios pueden subir precios o bajar salarios o dejar de invertir.
Las autoridades de la isla han sido particularmente contundentes al asegurar que, si se les exigen cambios, pedirán la independencia. Bien por Jersey, bien por defender al ciudadano común, bien por defender a los más pobres.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
- 28 de diciembre, 2009
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