Un ataque contra la democracia salvadoreña
The Wall Street Journal Americas
En 2009, cuando el partido político que representa a los ex guerrilleros salvadoreños que contaban con el respaldo soviético ganó la presidencia, algunos de sus oponentes se consolaron con la separación de poderes consagrada en la Constitución del país. A pesar de las raíces marxistas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y de la incertidumbre en torno a lo que podría hacer con su nuevo poder, existía un poder judicial independiente obligado a defender el estado de derecho.
Pero en una conversación privada en San Salvador por aquel entonces, un experimentado miembro del partido de centroderecha Arena me confió sus temores de que el FMLN no fuera capaz de resistir la tentación de intervenir en la Corte Suprema.
Ahora está claro que tenía la razón. Y la comunidad internacional que no ha ocultado su indignación por la destitución legal y estrictamente constitucional del presidente de Paraguay Fernando Lugo ni siquiera ha hecho una mínima objeción a lo que equivale a un descarado intento del FMLN por aplastar el orden democrático en El Salvador.
Las manifestaciones de la sociedad civil y de los políticos de todas las tendencias que se preocupan por la democracia son la única esperanza de que el país no sea víctima de una consolidación del poder similar a la que ha tenido lugar en Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.
El Salvador figuró en algún momento entre las economías de mercado más prometedoras de América Latina. Pero todo eso llegó a su fin con la elección de Antonio Saca, el cuarto presidente consecutivo de Arena. Saca no se parecía en nada a sus predecesores reformistas. Se comportó más como un típico político de Chicago y su partido, que por entonces estaba ebrio de poder, le permitió salirse con la suya. Su gestión se caracterizó por la pérdida de competitividad de la economía y un creciente número de escándalos de corrupción.
En las elecciones presidenciales de 2009, el candidato del FMLN Mauricio Funes, un periodista de la televisión, se promocionó exitosamente a los electores como un izquierdista moderado y una alternativa saludable para los salvadoreños fatigados por los gobiernos de Arena. Por desgracia, el presidente Funes llevó al resto de su partido al poder y muchos siguen siendo extremistas.
El vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, un ex "comandante" guerrillero, es un ejemplo clásico. Nunca ha hecho nada para controlar su ansia de poder ni su odio profundo hacia una sociedad libre. Cuando los terroristas islámicos derribaron el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, encabezó las celebraciones y la quema de la bandera estadounidense en las calles de San Salvador.
Ahora Sánchez Cerén es candidato del FMLN para la elección presidencial de 2014 y el partido está inmerso en un enfrentamiento con el alto tribunal. Esto no es ninguna coincidencia.
La Sala de lo Constitucional del alto tribunal entró en conflicto con el FMLN al fallar en contra de la elección ilegal de 10 de los magistrados de la Corte Suprema por parte de la asamblea nacional en 2006 y en 2012. Su decisión no discrimina políticamente. La violación de 2006 tuvo lugar bajo una asamblea controlada por Arena y la de 2012 bajo una controlada por el FMLN.
Sin embargo, el FMLN está furioso y, en algo que llama poderosamente la atención, ha apelado la decisión ante el organismo multilateral conocido como Corte Centroamericana de Justicia. Obviamente, este tribunal no tiene jurisdicción sobre la Corte Suprema de Justicia de El Salvador. Sin embargo, está formado por amigos del FMLN, incluyendo jueces controlados por los sandinistas nicaragüenses y es, por lo tanto, un panel de "expertos" conveniente. Otorgarle poder por sobre la Corte Suprema salvadoreña desobedece abiertamente el orden constitucional.
Esto, por supuesto, es precisamente lo que el FMLN pretende. Si el tribunal centroamericano falla contra la Corte Suprema salvadoreña y se acepta la decisión externa en El Salvador, se establecería un precedente que daría al cuerpo legislativo poder por sobre el tribunal superior de justicia del país. La asamblea nacional podría entonces dar forma a la corte conforme su propia agenda política y destruiría su independencia.
En el sitio web elsalvador.com, el economista y altamente respetado intelectual salvadoreño Manuel Hinds explicó un beneficio práctico y de corto plazo del este asalto al poder por parte de los líderes del FMLN. Tiene que ver con un reciente fallo judicial que pone fin a la práctica electoral de votar por listas de partidos en elecciones legislativas y obliga, en cambio, a que los electores tengan la opción de votar a favor de individuos.
"El voto por persona erosiona el poder que la cúpula tuvo siempre para decidir no sólo quiénes serán candidatos sino también en qué orden serán elegidos", señala Hinds. El objetivo de largo plazo, explica, es "que le permitan a la cúpula [del partido] violar repetidamente la Constitución con el apoyo de la Sala de lo Constitucional".
Pero no todo está perdido. La sociedad civil se encuentra en un clamor contra el intento de destruir la corte y la contraofensiva abarca a todo el espectro ideológico.
Pero no es suficiente. Como Hinds señala, el país necesita "una movilización política" de los miembros de ambos partidos preocupados por la democracia y dispuestos a enfrentar "la tiranía, la corrupción y la mentira". Ambas partes, recalca, fueron capaces de alcanzar acuerdos de paz después de la guerra civil, por lo que ya se ha hecho antes. La supervivencia de la democracia salvadoreña depende de ello.
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