La guerra de Chávez contra los medios
The Wall Street Journal Americas
Supongamos que vivimos en un país que se halla en medio de una campaña presidencial y que el actual mandatario postula a un nuevo mandato. Supongamos, además, que la economía está en una mala situación. Las filas de desempleados y pobres han aumentado, el gobierno es adicto al gasto y el banco central dejó de ser independiente.
El presidente no asume ninguna responsabilidad y culpa de todo a los ricos. Dice que explotan a la clase obrera y no pagan en impuestos lo que les corresponde. Fomentar la envidia y el resentimiento de clase es su especialidad. Ahora, supongamos que no hay medios de comunicación independientes.es
Bienvenidos a Venezuela. ¿Cree que el país podría realizar una elección presidencial justa?
La dictadura petrolera de América del Sur inició la campaña presidencial el 1 de julio. Hugo Chávez, que ha sido el comandante en jefe del gobierno militar desde 1999, espera mantener su puesto cuando los venezolanos acudan a las urnas, el próximo 7 de octubre. Henrique Capriles Radonski, ex gobernador del estado de Miranda, se propone desbancarlo.
Observadores externos, incluidos los medios de comunicación internacionales, se refieren a la carrera presidencial como si se tratara de una batalla de ideas. Sin embargo, ¿cómo es eso posible sin libertad de expresión?
Vamos a dejar de lado por un momento todos los problemas obvios. Olvidemos la falta de un órgano electoral independiente para asegurar la equidad en el registro de los votantes, en los lugares de votación y en el conteo de los sufragios. Olvidemos que Chávez hace las reglas a medida sobre la marcha y luego hace que el poder judicial que él mismo controla les de el visto bueno. Olvidemos también que el monopolio petrolero estatal (PDVSA) es su fondo de financiación y que el banco central imprime dinero cuando se le pide. Por ahora, sólo tengamos en cuenta la capacidad de la dictadura militar para controlar el mensaje.
Chávez y sus compinches en la élite venezolana saben mejor que nadie que el presidente está montando una pirámide financiera. La clave para mantener algún tipo de apoyo es que sus empobrecidos electores no vean la luz y eso significa controlar el relato. O como el presidente estadounidense Barack Obama podría decir, la capacidad de "contar una historia".
Los venezolanos no son lectores empedernidos, pero ven mucha televisión, por lo que las estaciones independientes tenían que desaparecer. No fue difícil deshacerse de ellas puesto que necesitan una licencia gubernamental. En la economía de Chávez, muchas empresas de televisión también dependen de la publicidad oficial para sobrevivir. De modo que se les hizo entender a las no cooperaban con el gobierno que sus permisos no serían renovados o que los fondos que necesitaban les serían cortados.
En un momento había tres estaciones de televisión nacionales independientes y muchas emisoras regionales dispuestas a criticar al gobierno. Hoy en día, todas en gran medida han sido silenciadas o expulsadas del mercado. Entretanto, hay en la actualidad al menos cuatro emisoras estatales nacionales que se dedican a pulir la imagen de Chávez y su revolución bolivariana.
Todavía queda una emisora independiente, Globovisión. Sin embargo, su señal sólo llega a las ciudades de Valencia y Caracas y su permiso expira en 2015. En 2010, su dueño, Guillermo Zuloago (que también era dueño de dos concesionarios de automóviles), tuvo que pasar a la clandestinidad cuando Chávez emitió una orden para su arresto bajo la acusación de acaparamiento de autos Toyota. (Los controles de precios y capital de Chávez han provocado escasez de muchas cosas, por lo que un concesionario de automóviles que cuenta con un inventario para la entrega a los clientes puede fácilmente ser acusado de acaparamiento ilegal). En la actualidad reside en EE.UU. El gobierno también encarceló al segundo mayor accionista de Globovisión y luego lo despojó de sus bienes. Recientemente, la compañía pagó una multa de nueve millones de bolívares (unos US$2 millones al tipo de cambio oficial) por difundir la noticia de un motín carcelario.
Decenas de estaciones de radio independientes también han cerrado durante el chavismo. Sólo unas pocas dispuestas a criticar al presidente han sobrevivido. Tampoco hay que perder de vista que PDVSA es el mayor contratista del sector privado, lo que significa que la comunidad empresarial ha tenido que pasar doblegarse ante la presión para sobrevivir.
Siguen habiendo periodistas y columnistas de opinión valientes que se atreven a desafiar el status quo, a pesar del número cada vez menor de emisoras de radio y televisión. Sin embargo, corren grandes riesgos.
De acuerdo con Alberto Jordán, profesor de periodismo de la Universidad Central de Venezuela, que alguna vez apoyó a Chávez, muchos han pagado un alto precio por hacer su trabajo. Jordán, columnista del diario venezolano El Universal, escribió recientemente que bajo el chavismo han tenido lugar 300 casos judiciales contra periodistas orquestados por el gobierno.
En muchos de ellos —desde la presentación de informes sobre la contaminación del agua potable hasta la escasez de bienes o cualquier otra cosa que pueda causar "inquietud" entre la población—, los periodistas se les ha hecho saber que podrían ser sujetos de enjuiciamiento penal. No hay nada como la amenaza de pasar tiempo en una celda venezolana para enfocar la mente de un periodista en la presentación de notas aprobadas por el estado.
También vale la pena señalar que mientras los periodistas independientes son silenciados, Chávez utiliza decretos ejecutivos para hacerse cargo de las ondas de radio cada vez que quiere pronunciar discursos. Esos famosos discursos duran horas.
¿Entonces, podrá Capriles ganar la elección? Tal vez. Pero si alguna vez ha visto a un demagogo en busca de la reelección, entonces podrá apreciar lo difícil que será lograrlo sin medios de comunicación independientes.
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