Siria: El régimen está en retirada, pero su final es aún incierto
LONDRES.- Esta semana los rebeldes atacaron directamente a la yugular del régimen: al ministro de Defensa y al cuñado del presidente, con una bomba de alto poder en las inmediaciones -o, tal vez, en el interior- de los cuarteles generales de la estructura militar, controlada por el propio hermano de Bashar Al-Assad.
Lleva tiempo planificar un magnicidio, pero, en este caso, se trató de un magnicidio épico, a la altura del baño de sangre en el que está inmersa Siria.
La propia hermana del presidente, uno de los pilares del Partido Baath, pierde a su marido en una enorme explosión, en el centro mismo de Damasco. Ahora se entiende por qué los rusos hablan de una "batalla decisiva".
No será una copia exacta de la lucha por Stalingrado, pero los tentáculos de la rebelión se acercan al corazón del poder. Y, por supuesto, cabe esperar una masacre como respuesta. ¿Qué otra razón podrían tener los miles de sirios que huyen desde el miércoles hacia el campo de refugiados palestinos de Yarmouk, en territorio sirio, en busca de protección de los ciudadanos más traicionados del mundo árabe?
Y hay suficiente odio acumulado para que este feroz ataque contra el gobierno sirio siga y siga. Hace ocho meses, durante una de las multitudinarias marchas a favor del régimen en el distrito de Rawda, pasé junto a las mismas instalaciones de inteligencia que fueron atacadas el miércoles.
En aquel momento, uno de mis amigos sirios se quedó mirando el edificio con aire sombrío. "En esos sótanos, torturan a la gente -me dijo-. Mejor no quieras saber lo que pasa ahí dentro." Cualquiera que logre salir de allí estaría feliz de poder matar a sus torturadores, y más aún a sus jefes.
El rebelde Ejército Libre de Siria patrulla las calles de Sukari, en Aleppo.
La furia popular hará rodar un par de cabezas. En una jugada típica, fruto de la desesperación por llenar el vacío de poder que dejaron los magnicidios del miércoles, el régimen eligió a un Don Nadie para ocupar el cargo de ministro de Defensa: Fahd al-Furayj, oriundo de Hama, centro de las mayores rebeliones contra los gobernantes de Siria.
Los occidentales tendemos a observar Medio Oriente según nuestro propia cartografía -¿caso Medio Oriente queda al "este" de "nosotros"?-, pero basta dar vuelta el mapa para darse cuenta de lo cerca que está Siria de los irredentistas musulmanes de Chechenia. Ahora sí entiendo por qué Moscú teme la rebelión siria.
Y al viejo Hafez al-Assad, padre de Bashar, solía preocuparlo en sus últimos años que una rebelión en Siria se convirtiera en un conflicto terrible como el que seguía día tras día por televisión: el desmembramiento de la Yugoslavia "laica", cuyas divisiones sectarias eran muy similares a las que actualmente fracturan a Siria. Y lo que es más extraño aún, a pesar de que los degollamientos, las masacres de civiles a manos de las milicias y la matanza de niños se equiparan más con la guerra en Argelia de la década del 90, las brutales escenas que llegan actualmente desde de Siria empiezan a parecerse a la barbarie de Bosnia, Serbia y Croacia.
¿Qué puede hacer Bashar ahora? Hace unos días, otro amigo sirio me planteó una interesante pregunta. Suponiendo que el presidente alauita Bashar decida huir del país, "sería llevado hasta el aeropuerto por un coronel alauita". "¿Ese coronel lo dejará escapar de Siria? Lo dudo", dijo mi amigo.
Así que las predicciones son doblemente negras. Es posible, efectivamente, que Bashar logre aferrarse al poder durante un tiempo más, y no se vaya. El caso de su hermano Maher, que controla la así llamada 4a. Brigada, puede ser diferente. Pero hay tanques en las calles de Damasco, la ciudad poblada más antigua del mundo, y desde el palacio presidencial ya se pueden oír los disparos. Son días que no tienen precedente. Porque esta semana que termina, en varias oportunidades, a lo largo del día, hasta la televisión siria se vio obligada a decir la verdad. ¿El veredicto? Un régimen en retirada, pero aún no del todo.
Traducción de Jaime Arrambide.
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