Cuba: de ellas es el futuro
Con la muerte de Oswaldo Payá algunos se han precipitado a sentenciar que la disidencia cubana se halla debilitada. Aunque es verdad que la desaparición en circunstancias confusas de la figura más importante de la oposición constituye un mazazo para quienes luchan por la democracia, no es menos cierto que sus compañeros no han tardado en reaccionar.
Basta con ver las imágenes de su funeral y entierro en La Habana, donde los seguidores de su grupo, Movimiento Cristiano Liberación (MCL), acompañados por las Damas de Blanco, proclamaron a viva voz “Libertad” sin miedo mientras eran acosados por la policía política. En medio del tumulto y los operativos de represión, en todo momento han destacado Ofelia Acevedo, la viuda de Payá y cofundadora del MCL, y su hija Rosa María, una joven carismática que simboliza el relevo generacional en las filas de la oposición.
Sin duda, en estos momentos las figuras que emergen, íntegras y valerosas, son las mujeres que portan la antorcha a favor de una transición pacífica a la democracia: Acevedo, al frente del MCL, y las Damas de Blanco, presididas por Bertha Soler, sustituta de la recordada Laura Pollán. Una realidad que nos lleva a reflexionar sobre el papel que éstas pudieran desempeñar en un futuro no muy lejano, cuando llegue la hora cero. Es inevitable pensar en ellas como agentes del cambio al modo de una Violeta Chamorro en Nicaragua en la década de los ochenta o la birmana Suu Kyi, que, después de décadas bajo arresto domiciliario, le está ganando el pulso a la Junta Militar tras haber logrado un escaño en el parlamento.
Reflexiones que invitan a imaginar una reconciliación nacional encabezada por un puñado de mujeres con el peso moral de quienes emplean como armas los gladiolos o el Proyecto Varela, que propone un referéndum para desmontar la dictadura castrista. Una Cuba futura alejada para siempre de la historia convulsa de una república cuyo destino, hasta el día de hoy, lo han dirigido hombres violentos con vocación caudillista.
Si quisiéramos proponer un modelo a seguir, porqué no el de Islandia. Recientemente el periodista inglés John Carlin escribió en la revista de El País acerca de esta remota y singular isla, a propósito de la debacle financiera que sufrió en 2008 y de la que ya se está recuperando: “La testosterona de sus banqueros y sus bravuconadas económicas hicieron caer a Islandia”. El rescate del país ha quedado en manos de un equipo de mujeres con la primera ministra, Johana Sigurdardóttir, al frente. Una experimentada política casada con otra mujer.
A la sociedad cubana, lastrada por una larga tradición de la más atávica exaltación machista, le queda un largo camino por recorrer antes de arribar al civismo de Islandia, un país profundamente libre y que ocupa el primer lugar del mundo en igualdad de género. Por lo pronto, es una magnífica señal y un primer paso que mujeres como Ofelia Acevedo, su hija Rosa María y las Damas de Blanco se hayan situado a la cabeza de la disidencia. Les sobra arrojo y credibilidad frente a los machos esclerotizados que han abocado al fracaso a la nación cubana.
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