El mito de la medicina en Cuba
En la mayoría de los países, quizás en todos, los problemas de salud de la ciudadanía no tienen la respuesta adecuada.
Cierto que en centros hospitalarios de cualquier nación del tercer mundo pueden faltar insumos, tener equipos deficientes y parte del personal sin los conocimientos adecuados, pero si hay un sitio en el que esto no debería ocurrir es en Cuba, pero sucede no como excepción, es una regla.
El gobierno cubano, que se autoproclama potencia médica, que graduó este año 5,646 galenos de 59 países, que afirma invertir una parte importante del presupuesto nacional en la salud de sus ciudadanos, que prohibió la práctica privada de la medicina como garantía de un excelente servicio y que ha demandado ingentes sacrificios materiales y espirituales de la ciudadanía por mas de cinco décadas con la promesa de que la educación y la salud serían los fundamentos de su proyecto socialista, ha fracasado por completo en ese empeño como en todos los otros que se propuso.
Los tiempos “dorados” de la medicina cubana fueron posibles mientras duró el subsidio soviético. El despilfarro, la negligencia crónica y la corrupción generalizada solo eran sostenibles con ingresos muy superiores a los que el gobierno de los Castro nunca ha sido capaz de generar.
Desde hace muchos años la dictadura no es capaz de tener agua corriente en los centros de asistencia, las salas de los hospitales están sucias, puertas y ventanas rotas, en no pocos baños han desaparecido los lavabos e inodoros y como si fuera poco los pacientes tienen que llevar la ropa de cama y de dormir, alimentos para poder paliar el hambre y la medicina para curar un número importante de enfermos, internados o no, es enviada por sus familiares desde el exterior.
El acceso de la población a productos para la higiene personal, así como la adquisición de desinfectantes necesarios para la limpieza, está muy limitado, lo que incide directamente en la sanidad individual y pública.
El régimen responsabiliza por la falta de equipos, material quirúrgico y de esterilización al embargo estadounidense, sin embargo en la isla hay hospitales con equipos médicos de última generación, todo tipo de suministro y con suficientes medicinas para atender cualquier tipo de dolencia, siempre y cuando el paciente tenga sólidos vínculos con la cúpula en el poder, sea un extranjero con dinero, o con el linaje político que la dictadura demanda.
El castrismo ha usado la medicina como una carta de triunfo del sistema mas allá de sus costas, porque el cubano de a pie que necesita atención no tiene como denunciar la ruina de los servicios médicos y la desidia y desinterés de un numero importante de profesionales.
Tampoco tiene como divulgar que el negocio de Cuba con los médicos que envía al exterior ha repercutido negativamente en la isla porque no hay suficientes profesionales para satisfacer las necesidades de la población.
Ante una farsa tan colosal, el realizador cubano Wenceslao Cruz, con la colaboración de los doctores Santiago Cárdenas y Omar Vento, junto al Instituto de la Memoria Histórica Cubana contra el Totalitarismo, están filmando un documental en el que médicos cubanos de diferentes edades, especialidades y con práctica en Cuba, describen ampliamente las condiciones del sistema de salud de la isla.
Los galenos entrevistados llaman la atención de las grandes necesidades que padece la población, pero también de la falta de oportunidades que ellos enfrentan para superarse profesionalmente.
Señalan que la política es un factor clave para progresar o para ser asignado a un oscuro rincón.
Destacan las incontables horas de trabajo y los malos salarios, la manipulación de las estadísticas, a la vez que señalan que la masificación en la graduación de profesionales de la salud ha afectado seriamente la calidad profesional de los graduados.
El doctor Darsi Ferrer, uno de los entrevistados, afirma que en el servicio médico hay una amplia y profunda corrupción como consecuencia de las injusticias del sistema, agrega que los pacientes no cuentan con derechos ante una mala práctica, afirma que el denominado “Médico de la Familia” es uno de los fracasos más grandes del régimen, y que el llamado internacionalismo no tiene nada que ver con el humanismo, porque la dictadura, a la vez que cumple un objetivo político, recibe miles de millones de dólares por la explotación que padecen los profesionales de la salud.
El autor es periodista de Radio Martí.
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