Panamá: El secuestro de la libertad de expresión
La Prensa, Panamá
Lo sucedido al diario La Prensa la madrugada del 3 de agosto fue un secuestro a la libertad de expresión y un mensaje a los demás medios de comunicación del país.
Al enterarme de esta barbarie, recordé dos hechos históricos ocurridos durante la dictadura militar. El primero fue protagonizado por un grupo denominado Grapo, dirigido por Gerardo González, alto dirigente del Partido Revolucionario Democrático (PRD), que llegó hasta las instalaciones del periódico con órdenes de atacar. El otro hecho se produjo cuando turbas del PRD hicieron lo propio en La Mansión Danté, mientras los miembros de las Fuerzas de Defensa –presentes en el lugar– se quedaron de brazos cruzados, como simples espectadores.
La madrugada de este 3 de agosto se repitió la historia, solo que con otros protagonistas, un grupo de trabajadores con camiones al servicio de la empresa Transcaribe Trading sitiaron La Prensa, con el propósito de impedir su circulación y exigirle –chantajearla, en mi opinión– que se retractara de las noticias que publicó en torno a esa empresa. Mientras, los policías que se encontraban “vigilando” se comportaron, irresponsablemente, como meros “mirones de palo”, sin siquiera pestañear.
Este hecho fue un secuestro, porque se pretendía impedir el libre funcionamiento de una empresa, que resulta ser un medio de comunicación. Acción que se realizó por un tiempo determinado, con el objetivo de obtener un crédito –en este caso mediático–, y con la intención clara de presionar para que el diario se retractara de los señalamientos que publicó sobre la empresa.
A los que cometen esta falta se les denomina secuestradores, un delito tipificado por nuestras leyes. Esto conlleva que la empresa que facilitó el arma (los camiones) y a los trabajadores que realizaron el delito se les tiene que aplicar todo el peso de la ley. Y, a los policías que consintieron esta acción, sea por omisión o complicidad, por no hacer nada, también se les debe aplicar la ley. Esperemos que esto sea así, de lo contrario el Gobierno estaría involucrado en este salvajismo al exonerar a los actores.
Durante los 20 años de dictadura que experimentó este país, los panameños luchamos y rechazamos todos los actos contra la libertad de expresión. Hoy, que vivimos en democracia y pensábamos que eso era cosa del pasado, no podemos admitir que se repitan hechos intimidatorios de este tipo, sin elevar nuestra protesta, porque estaríamos promoviendo un precedente sumamente peligroso, que debemos detenerlo de inmediato.
Por esa razón tenemos que exigir a las autoridades del Gobierno que apliquen una sanción ejemplar a estos secuestradores y a los policías “mirones de palo”, de lo contrario el mensaje amenazador que se nos manda con actos como el de la madrugada del viernes se repetirá.
El respeto a la libertad de expresión es el respeto a los medios de comunicación social, es el respeto a los periodistas y supone la aplicación de la ley cuando lo anterior se incumple.
Podemos estar en desacuerdo con lo que un medio comunica o cómo lo comunica. Yo, personalmente, he estado en desacuerdo con algunos titulares de La Prensa, pero nunca podré aceptar que se intente intimidar a un medio de comunicación, porque al final del camino y, parafraseando el mensaje de Televisora Nacional, “si los callan nos callan a todos”. ¡Viva la libertad de expresión, salgamos a defenderla!
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