Torturas a la educación privada en Venezuela
No nos cansaremos de insistir: Este régimen que destruye el país, tiene centrada su acción en la educación de los venezolanos, pero no para mejorarla sino para agredirla de todas las formas posibles y las inimaginables. Quiere un pueblo sumiso, sumido en la ignorancia y presto a rogar sus derechos cada vez más constreñidos.
Desde hace siete u ocho años alguien aconsejó que había de ahogar a los colegios privados, pero no con el fin de sustituirlos por colegios públicos donde se impartiera buena educación o instrucción, sino con la vileza de que paralelamente, la educación pública también se ha pauperizado.
Durante este terrible lapso, las autoridades educacionales, con fundamentos difíciles de digerir, dictan anualmente un úkase, en el que se limita los incrementos de las matrículas a niveles distintos e inferiores a la inflación nacional, que en primera instancia es responsabilidad del mismo régimen.
El procedimiento está viciado de manera medular. En primer lugar, se les arrebata a los padres y representantes de los educandos su derecho y deber natural de velar y decidir sobre la calidad de la educación que reciben sus hijos y de su costo. Desde los tiempos que siguieron al derrocamiento del general Isaías Medina Angarita, se ha intentado que el Estado tome para sí las responsabilidades inherentes a los padres.
En segundo lugar, se procede de manera sibilina y contradictoria cuando se constriñe el aumento de las matrículas escolares y se decreta con la misma periodicidad, incrementos de salarios nacionales que son superiores a los primeros y ponen a los administradores de los colegios dentro de la peligrosa tenaza que tiene como víctimas a los educadores, que deberían ser ciudadanos bien protegidos dentro de la escala de valores y retribuciones nacionales.
La educación impartida por colegios privados, con sus defectos y sus problemas, desde hace muchos años, es superior a la que se imparte en los colegios públicos. Los colegios privados, tienen o tenían fuertes inversiones en enseñanzas complementarias a los programas de educación oficiales; que por cierto, son muy apreciadas por los burócratas del régimen y la demostración es facilísima, pues se puede constatar que los hijos de quienes maltratan la educación, cuando son modestos, están inscritos y cursan sus estudios en colegios privados de Venezuela. Los que prefieren la ostentación, los envían a institutos educacionales norteamericanos.
Para tratar de resolver, a medias, las consecuencias de la vil actitud del régimen, los padres realizan donaciones voluntarias que completan, con poca institucionalidad, los magros presupuestos de los institutos educacionales.
La educación debería ser uno de los renglones primarios y fundamentales dentro de los presupuestos, tanto de la nación como de los hogares. La educación que les demos a nuestros hijos es el mejor patrimonio que podemos legarles. Lo que se incluye en nuestra inteligencia y en la de nuestros hijos, solo Dios puede quitárnoslo, bien sea por la desaparición física o por las enfermedades que son propias de edades avanzadas. La instrucción es una característica y un bien que comienza en la niñez y se va incrementando a lo largo de toda la existencia.
Da la impresión que dentro de los vesánicos pasos que adelanta el régimen y que tenemos que derrotar el 7 de octubre, la ignorancia del pueblo es una prioridad, tanto desde los institutos privados como en las destartaladas escuelas públicas. El empobrecimiento de los maestros, que ha sido secular, se incrementa de manera triste y vergonzosa. Tanto la preparación como las retribuciones que reciben los maestros, deberían ser materia prioritaria y generosa.
- 28 de marzo, 2016
- 23 de julio, 2015
- 5 de noviembre, 2015
Artículo de blog relacionados
Por Verónica Spross Siglo XXI La carestía de la vida es preocupante porque...
16 de abril, 2008El Nuevo Herald La sacudida se sintió en ambas orillas del Atlántico. La...
29 de mayo, 2016Por Juan David Escobar Valencia El Colombiano Además de su grado en Derecho...
11 de octubre, 2007- 17 de septiembre, 2008