Cuba: Crónica de una muerte (todavía no) anunciada
Los cubanos atravesamos uno
más, entre los muchos períodos en los que se ha rumorado la muerte del dictador
cubano Fidel Castro. En este caso, desmentido por un bloguero oficial, que nos
ofrece sin embargo una justificación pueril: Fidel trabaja en un libro junto
con nada menos que Hugo Chávez (¡que los compre quien no los conozca!). Fidel
puede no haber muerto todavía, pero su “revolución” está más que enterrada,
“que no es lo mismo, pero es igual”.
El caso de Cuba, más que
crítico, es patético. Todo un pueblo, dentro y fuera de la isla, esperando por
el desenlace biológico del anciano que destruyó al país “por cuenta propia”.
Mientras ese desenlace no llega, su hermano –heredero del trono– se entretiene
encarcelando vice-ministros de la época de Fidel, con el pretexto legal de la
“corrupción”. Como diría un amigo cubano: “Caballeros, si la corrupción diera
cárcel, en Cuba no quedaba nadie libre”.
No se sabe lo que sucederá
realmente cuando Fidel se muera de verdad, lo que ocurrirá más temprano que
tarde, ni lo que la nomenclatura castrista hará para controlar el posible
estallido social interno (recordemos que ya en Matanzas le tiran piedras a la
policía política y que las Damas de Blanco anunciaron medidas contra los que se
atrevan a entrar a sus casas para golpearlas y que en general, se está
perdiendo el miedo) pero la crónica de la muerte aún sin anunciar, continúa
como si los gobernantes actuales fueran a hacer algo diferente a lo que se
espera de una caterva de incapaces e incompetentes, demostrado a lo largo de
este último más de medio siglo de “gobierno revolucionario” destruyendo la
Nación Cubana.
En lo que la muerte de
Fidel no llega, el país se arrastra entre la represión a mujeres indefensas y
la aparición de sucesivos documentos opositores a ser firmados y des-firmados,
en un afán por convencer a los verdugos que su proceder “no es correcto”. En
uno de ellos se habla incluso de que pudiera llegarse a una “situación sin
retorno”, como si la actual lo tuviera.
Alfredo Guevara, amiguísimo
de los ‘primeros hermanos’, por su parte, se hace un “mea culpa” radical por la
televisión española, pero no dice para nada que van a dejar las deliciosas
riendas del poder, porque “su generación” –representada por él y Raúl– (la
misma que mandó a matar a Payá hace muy poco tiempo) según él debe continuar
gobernando con nuevos e idealizados experimentos sociales un país real, el
nuestro, que todavía no ha podido (¿sabido?) quitarse esta recua de bribones
–ex pistoleros– de encima y ahora espera sus muertes como venganza.
En lo que Guevara se
inculpa, Raúl, sin arrepentimientos plañideros, manda a cerrar el blog oficial
de una comunista “que muerde”, por el simple hecho de haber criticado “el
tarifazo” que decretara el ‘presidente’ para impedir que llegara materia prima
a los cuentapropistas sin pagar un impuesto leonino, que ciertamente
inviabilizará la incipiente apertura de pequeños negocios por cuenta propia. En
paralelo, se anuncia con bombos y platillos el levantamiento de la “Lista
Negra” de artistas cubanos exiliados, que podrán ser “tocados” en la radio
cubana. Pero, ¡sorpresa! “Donde dije Digo, digo Diego”, no era bien así,
solamente podrán ser tirados de la “Lista Negra” aquellos que no se hayan
“aliado al enemigo”. Alguna cosa no funcionó.
Este “dale pa’lante, dale
pa’tras” confirma las peores previsiones: Hay dos mandos diferentes dentro de
la isla. Uno manda a hacer y el otro manda a deshacer. Raúl quiere escuchar a
Celia Cruz por el radio, pero a Fidel no le viene en ganas que se escuche, y al
final, gana Fidel, y como en los últimos cincuenta y tantos años, pierde el
pueblo cubano. Imagino la discusión entre los dos gallegos, así como los
improperios que diría el anciano dictador a Raúl por querer levantar las
prohibiciones para radiar artistas del patio que cargan el delito de haberse
ido.
Como si el ambiente
nacional no diera frutos suficientes para una larga crónica, el canciller de
Raúl se entrometió en el asunto del asilo político que Ecuador dio a Julián
Assage en Londres, “exigiendo” que el Reino Unido respetara el derecho
territorial de la embajada ecuatoriana en el Reino Unido, siendo que la Cuba
castrista no hizo lo que ahora quiere que haga Londres, cuando varios cubanos
entraron en la embajada del propio Ecuador para pedir asilo político hace unos
pocos años, y fueron sacados a la fuerza por la policía política, sin permiso
ecuatoriano. “Haz lo que yo digo, pero de ninguna manera se te ocurra hacer lo
que yo hago”.
La isla posee dos mandos,
cual de los dos peor. Es claro que Raúl pretende dárselas de “bueno” y le deja
el papel de “malo” a su hermano decrépito. Sin embargo, las órdenes para las
penas de cárcel de los funcionarios recientemente condenados en la isla “por
corrupción” vino de Raúl. No se sabe realmente cual de los dos hermanos mandó a
matar a Payá, pero en cualquier caso, Raúl ha seguido el rutero como si fuera
propio y no impuesto, así como el mandato para cerrar el blog de la periodista
crítica de su “tarifazo”. De manera que una apertura de Raúl, a la muerte de
Fidel, implicaría siempre en un sometimiento a las órdenes militares de Raúl,
independientemente que quiera hacer reformas económicas para sobrevivir.
Se estima que Raúl quiere
dejar su marca por etapas: la primera etapa, la actual (que ya dura más de lo
que Raúl imaginó) es de una apertura tímida, torpedeada implacablemente por
Fidel, cosa que era esperada. La segunda etapa sobrevendrá a la muerte de
Fidel, momentos en que Raúl podrá finalmente gobernar solo. La tercera etapa
vendrá a la muerte de Raúl y sólo se hacen conjeturas sobre el tiempo que
durará su sucesor en el poder, antes de la debacle total.
Desgraciadamente, los
episodios enumerados en esta breve crónica previa al “anuncio”, demuestra que
todas las fases de los planes raulistas para encabezar una transición al
capitalismo, implicarán siempre una dictadura, algo así como “Pan con Terror”.
A la muerte de Fidel habrá nuevos anuncios (como que ya se puede escuchar a
Celia Cruz por radio en Cuba) pero nada de apertura política, libertad de
expresión o de partidos. Seguiremos sometidos.
La disyuntiva de apoyar a
Raúl para continuar oprimiendo y en compensación ofrecer alimentos a los
cubanos del interior de la isla tratando de influir en el destino de la Nación
Cubana, es parte del debate actual, pero quienes propugnan esta variante, deben
recordar lo sucedido con Oswaldo Payá. No puede haber confianza con los que así
proceden y no dudarán en hacer lo mismo con sus aliados de última hora, para lo
que han acumulado más de medio siglo de traiciones y golpes bajos. La libertad
de Cuba no pasa por una alianza con Raúl.
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