Ecuador: Me robaron la capacidad de elegir
La sensación de robo es siempre de impotencia y vulnerabilidad; no son
tanto los objetos sustraídos, que pueden de alguna forma ser
reemplazados, el problema va más allá, es más interiorización subjetiva
de que lo que uno tiene, sea mucho o poco, puede ser arrancado,
perderse, tomado por otro, que no tiene ni apego emocional, ni ha hecho
esfuerzo para conseguirlo. La peor forma de vulnerabilidad, es el robo
de la identidad, el que alguien tome los datos personales de uno, su
firma y número de identidad y la haga valer como buena, como verdadera,
para utilizarla y expresar con ella, opción por una idea, una persona o
una organización. Ello me ha pasado, mi identidad fue tomada sin que lo
supiese y hoy estoy afiliado a Alianza PAIS, sin que aquello fuese mi
voluntad o deseo.
¿Cómo reemplazar la identidad robada, cómo
recuperar la seguridad de que lo que yo firmo, es lo que yo deseo y no
de un ladrón desconocido? La Fiscalía y el CNE tienen ahora un
procedimiento, donde cabe al robado, probar que esa afiliación no fue
voluntariamente contraída; debe hacérselo por medio de un trámite
burocrático, en que al menos hay que visitar un par de oficinas. Con
ello recupero aparentemente aquello que me fue violentado, ¿pero es que
me restituye mi confianza?
Pudo darse el robo de identidades de
dos maneras, en la forma burda y descarada que Fujimori inventó hace
pocos años en Perú: contratar firmadores para que llenen listas y listas
de adherentes en alguna oficina escondida; pero puede ser también otra,
más sofisticada, por medio de la apropiación de documentos firmados por
ciudadanos con otra finalidad; un ilícito este último, que involucra un
trabajo interior en la institución donde esas firmas deberían estar
resguardas, unas organizaciones intermediarias y unos compradores; es
decir cómplices y encubridores de corbata y levita. Es seguramente red
amplia y de múltiples tentáculos.
¿Cuántos seremos los robados de
nuestra voluntad de afiliarnos o no? ¿Es que somos grupo pequeño o
parte significativa de los afiliados que asomamos en las listas de cada
partido político? Lo cierto es que solo quienes estamos en condiciones
de consultar la página Web del CNE, podemos saberlo con certeza.
Lamentablemente somos una parte reducida de la población. ¿Cuántos son
los robados? Pues ¿quién lo sabe? ¿Es que el procedimiento de revisión
de firmas devuelve la seguridad? Al menos a mí, no lo hace.
Todo
lo acontecido me genera una gran inseguridad, alguien puede hacerse de
mi capacidad de elegir y expresar una voluntad que no es la mía, sin
consultarme y preguntarme. Esto es de la mayor gravedad y francamente no
veo un esfuerzo nacional, para restaurar confianza en la institución
básica de la democracia: el procedimiento electoral.
Ocupados como hemos estado en defender un prestigioso hacker,
el señor Assange, alguien que con pasión utilizó las tecnologías de la
información y comunicación para romper, nos guste o no, secretos de
empresas y estados, nos hemos olvidado de los crackers criollos,
término aplicado a los delincuentes del internet, es decir gente que se
introduce en los sistemas de información para robar aquello que es más
íntimo, la libertad de elegir. Esto es muy serio y nadie le está dando
la atención que requiere, ni el CNE, ni los partidos, ni el presidente.
- 23 de enero, 2009
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