Populismo con colores autoritarios en Argentina
Aceleradamente
en los últimos meses el gobierno ha puesto en marcha medidas que marcan un
antes y un después en materia económica y política. Se las considera
desproporcionadas e injustas. O arbitrarias en un estado de derecho. Y
modificatorias de las reglas del juego de una sociedad que pretende incluirse
en el mundo capitalista. Conformarían, además el tipo de escenario que
presenciaremos en los tiempos que vendrán. O no será así, si los vientos
cambian.
El
pro-oficialismo aplaude, participa de los actos, vitorea la estrategia de la
Casa Rosada y pide la profundización del modelo con el agregado de vamos por
todo.
Paralelamente
la Presidenta ha sido protagonista de un giro importante en sus discursos que
la Casa Rosada considera un elogiable contacto directo con la gente sin
intermediarios (que vendríamos a ser los periodistas). Las nuevas medidas
lindantes con un férreo control de la vida cotidiana y el nuevo lenguaje
presidencial han dado pié a numerosas observaciones de los especialistas.
Esos
expertos en análisis de discurso lanzan advertencias de comunicaciones
paternalistas, populistas, donde se dan órdenes y, con un ritmo a veces
juguetón y confianzudo, la Jefa de Estado ataca a quienes la cuestionan y reta
a los funcionarios o a los que se supone sus adversarios o sus obedientes
empleados. En conclusión los que la siguen y escuchan pueden sacar como resumen
que el gobierno no carga con las responsabilidades de la realidad, no tienen
nada que ver con sus equívocos y mala gestión, sino que la culpa es de los
otros, oposición, factores externos, crisis internacional, y los periodistas
que opinan y muestran los entretelones.
Como
si fuera poco ahora viene a sumarse la re-reelección. A falta de candidatos que
sustenten las mismas banderas, varios líderes del oficialismo piden que
Cristina Fernández, previa modificación de la Constitución, tiene que
perpetuarse en el poder. No sólo lo hacen intendentes, gobernadores y punteros
políticos y hasta sindicalistas y parlamentarios. Se han agregado al coro los
llamados intelectuales de
Carta Abierta. Según el diario La Nación, el Director de la Biblioteca Nacional
y mentor de Carta Abierta, Horacio González, ha señalado que está de acuerdo
con la extensión del mandato de la Presidenta. Faltaría
-dijo- que la Presidenta diga si está de acuerdo. Tarde o temprano tendrá que
expedirse. Es justo que lo haga porque hay muchas personas involucradas en esta
situación.
¿Cómo
encuadrar todas estas orientaciones, según los parámetros de la historia
política? ¿Es sólo una tendencia a vulnerar los principios republicanos y
liberales históricos del país? ¿Y si lo fuera? ¿Les importa a quienes respaldan
todo lo actuado por el gobierno? En el actual momento reina, imperturbable, la
vieja tradición argentina de la ciega y confusa confrontación. Si no estás conmigo, sos mi enemigo. Y al enemigo se
lo enfrenta y se lo destruye si fuera necesario.
Esta
manera de proceder se iguala a las del populismo con colores autoritarios.
Norberto Bobbio ha enseñado que las definiciones del populismo padecen de
ambigüedad conceptual. Para algunos es un movimiento basado en la premisa de
que la virtud reside en el pueblo auténtico.
El pueblo es asumido como mito. Fundándose en el postulado de la
homogeneidad de las masas populares, el populismo se diferencia radicalmente no
sólo de los movimientos de clase sino también de los movimientos interclasistas.
En los sistemas populistas se resalta siempre un liderazgo de tipo carismático
y la formación de una élite de iluminados, de intérpretes de la voluntad y
el espíritu de lo que reclama la gente, en su mayoría. Son los únicos
representantes de la defensa
de la patria. Con ciertas
ideologías extremas, el populismo comparte el desprecio por el orden
constitucional y hasta se presenta como una protesta contra el sistema tal como
venía funcionando. Más: desprecia lo anterior, lo considera inservible y perjudicial
para la felicidad del pueblo. Los populismos juzgan que el igualitarismo democrático no es capaz de producir
autoridad ni propuesta de futuro.
En
los próximos meses se podrá comprobar la profundización de este modelo. Si hay perseverancia en
las medidas o si hay virajes hacia uno y otro lado, según la marcha de la
economía o si las cartas en manos del gobierno le despejan o no el camino hacia
la seguridad de la permanencia en el poder.
Daniel Muchnik es periodista y ensayista.
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