EE.UU.: Un debate sobre los debates
Dictionary.com define un “debate” como: “Un
encuentro formal en el cual los lados afirmativos y negativos de una proposición
son defendidos por oradores en oposición”.
Esto no es lo que va a suceder durante los tres
debates entre el Presidente Obama y el candidato presidencial Republicano Mitt
Romney, o el encuentro entre los candidatos a la vicepresidencia, Joe Biden y
Paul Ryan.
La selección de “moderadores” liberales para estas
sesiones efectuado por la no partidista Comisión de Debates Presidenciales es,
como diría Joe Biden, un modelo del Siglo Veinte para el Siglo Veinte.
¿Ha preparado alguien una declaración de propósito
para estas sesiones? Más que llevarle información útil al público parece ser
una cuestión de lucirse los presentadores de TV y los reporteros que mayormente
hacen las preguntas enfocadas por el prisma liberal de sus propias tendencias,
con la esperanza de producir “gaffes” o meteduras de pata al menos por el
candidato Republicano.
“Diversidad” es la razón dada para el escogimiento
de dos moderadoras – una de ellas Candy Crowley de la CNN, que dijo que al
escoger su vicepresidente Romney había hecho “lo que parece un poco una especie
de deseo de muerte”.
Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre un liberal
del sexo masculino y un liberal del sexo femenino? Respuesta: No hay
diferencia. Esto también es cierto en el caso de cualquiera minoría que la comisión
pudiese seleccionar como moderador si esa persona también fuese un liberal. Los
debates no deben ser sobre diversidad de género o diversidad racial; deben ser
sobre diversidad ideológica.
Durante las primarias Republicanas, Newt Gingrich
propuso una serie de debates al estilo Lincoln-Douglas sin moderador, sólo los
dos candidatos sosteniendo una conversación sobre cómo dirigirían al país. Pero
como estamos en una era de televisión, que nos ha condicionado a la brevedad en
frases, este tipo de conversación larga pudiera producir somnolencia.
He aquí unas mejores alternativas. 1) Dejen que el país vote sobre los
moderadores y los miembros de los paneles, como hacen los fanáticos del béisbol
para el juego anual All-Star de las estrellas. Como quiera que uno de estos
hombres estará gastando nuestro dinero en los próximos cuatro años, comenzando
o terminando guerras, y regulando o desreglando negocios que levantamos o no
nosotros mismo, el público tiene un verdadero interés en quién gane la
elección. Dejemos que la gente decida quién debe hacer las preguntas que
generarán información que les será útil cuando voten.
2) Permitirle a cada candidato que escoja un
panelista para preguntarle al otro candidato. El Presidente Obama pudiera
escoger a Rachel Maddow o a cualquier otro de los liberales para interrogar a
Mitt Romney. Romney pudiera escoger a Rush Limbaugh, Sean Hannity, Mark Levin,
o a alguien de Fox News (Chris Wallace hizo un buen trabajo durante los debates
de las primarias Republicanas) para interrogar al Presidente Obama. Cualquiera
de ellos generaría un serio interés y mejorarían la audiencia.
3) Que los candidatos se interroguen mutuamente.
Esto se ha probado ocasionalmente en distintas contiendas para otros cargos,
pero nunca consistentemente en los debates presidenciales.
4) Poner a un ex presidente en el panel. Como
quiera que estos hombres han tenido la experiencia de ser presidentes y conocen
los retos y acontecimientos inesperados que a menudo surgen durante una
presidencia, poner a Jimmy Carter, George H.W. Bush, George W. Bush o Bill
Clinton para interrogar a Romney y Obama (Dick Cheney, Walter Mondale, o Dan
Quayle pudieran interrogar a Ryan y Biden).
5) Poner a un “perdedor” en el panel. Que Ron Paul,
Newt Gingrich o Rick Santorum hagan preguntas. Los perdedores en anteriores
primarias Demócratas también pudieran ser seleccionados. Sería divertido ver a
Hillary Clinton.
En cuando a preguntas que un moderador nunca hace,
él (o ella) pudieran probar estas: ¿Qué debe hacer menos el gobierno y
nosotros, el pueblo, hacer más? ¿Qué es lo que usted ve como limitaciones
constitucionales al gobierno?
El cansado formato de debates concebido en 1960
para el encuentro televisado entre Nixon y Kennedy y empeorado durante la
década de 1970 necesita una seria actualización. Todo lo demás ha avanzado.
También deben avanzar estos enfrentamientos políticos.
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