El 11-S dio inicio a la era de la inversión ‘macro’
The Wall Street Journal Americas
El 11 de septiembre de 2001 tuvo apenas un efecto modesto en la economía, pero la sombra que proyectó sobre la mente de los inversionistas aún no se ha disipado. Los ataques terroristas allanaron el terreno para una década de reveses que han llevado a muchas personas a considerar la bolsa una causa perdida.
Desde entonces, las carteras de inversión han parecido estar a merced de lo que los inversionistas profesionales llaman fuerzas "macro": desastres naturales, conmociones geopolíticas y fallas súbitas y sistémicas de mercados bursátiles y economías nacionales, desde el huracán Katrina y la crisis financiera hasta el terremoto en Japón y, ahora, la turbulencia en Europa.
"La novedad del 11 de septiembre fue que el riesgo provino desde fuera de los mercados", dice Laurence Siegel, director de investigación de la Fundación de Investigación del Instituto CFA en Charlottesville, estado de Virginia. En contraste, el colapso de la bolsa en octubre de 1987 y la crisis financiera asiática fueron acontecimientos "endógenos", que surgieron del seno de mercados específicos, señala. "Este era un enemigo del exterior que nos quería matar y lo logró".
La década de macroinversión ha enseñado a los estrategas de mercado e inversionistas comunes una lección dolorosa pero valiosa: hay una diferencia entre riesgo e incertidumbre. Como explicó el economista Frank Knight de la Universidad de Chicago en su libro de 1921 Risk, Uncertainty and Profit (Riesgo, incertidumbre y ganancia), el riesgo es mensurable. Las probabilidades de ganar al tirar un par de dados son fijas y conocidas antes de que éstos golpeen la mesa.
Para muchas otras clases de acontecimientos, empero, Knight argumentaba que "no hay ninguna base válida de ninguna clase" en virtud de la cual sea posible calcular su probabilidad.
El 11 de septiembre y los otros acontecimientos macro de la década pasada no eran riesgos mensurables; eran incertidumbres. Y si bien la imagen devastadora del 11 de septiembre puede haber hecho que los inversionistas estén híper sensibles a la recurrencia del desastre —y, en comparación, ha hecho que años anteriores parezcan plácidos— tales acontecimientos macro no son de ninguna manera inusuales. Son la norma histórica.
Para alguien que trata de administrar una cartera de inversión para el retiro u otros objetivos, la realidad perturbadora es que uno no puede inmunizar sus carteras contra acontecimientos macro. Pero al comprender la diferencia entre riesgo e incertidumbre e implementar las estrategias correctas, uno puede controlar cómo responde.
Largo Auge
Los años 80 y 90 fueron las décadas que muchos analistas han llamado la Largo Auge, cuando la economía de Estados Unidos creció a una robusta tasa anual de 3% y el índice Standard & Poor's 500 generó enormes retornos a un promedio de 18% al año.
Los inversionistas estadounidenses se volvieron "algo arrogantes, porque estábamos muy aislados de los verdaderos riesgos del mundo, y éstos nunca se anidaban aquí de ninguna forma", dice John Montgomery, director de inversión de Bridgeway Capital Management Inc. en Houston. "El 11 de septiembre cambió todo eso".
El 11 de septiembre también fue uno de los primeros acontecimientos mundiales grandes en ser capturado en tiempo real por ciudadanos regulares, quienes usaron cámaras y teléfonos móviles para grabar la pesadilla. Desde entonces, todo acontecimiento geopolítico y financiero grande ha ocurrido ante nuestra vista y en las palmas de nuestras manos. Cada espasmo momentáneo del Dow nos llega mediante iPads y iPhones, BlackBerrys y Droids.
Una encuesta de inversionistas el mes pasado por Decision Research en Eugene, Oregón, reveló que 35% dijo haber pasado al menos dos horas diarias siguiendo las noticias financieras durante los mercados turbulentos de comienzos de agosto. Una ronda anterior del sondeo en septiembre de 2008 encontró niveles similares de obsesión.
Por consiguiente, los miserables retornos de la pasada década han producido inversionistas inevitablemente miserables. Desde que los mercados reabrieron después del 11-S, el S&P 500 ha generado un retorno anual promedio de apenas 1% sobre la inflación. Durante el mismo período, el índice de bonos Barclays Capital U.S. Aggregate ha generado un rendimiento anual de casi 6%.
"La década perdida (de cero ganancias reales en la bolsa) podría tomar la forma de una generación de inversionistas perdida", afirma Rodney Sullivan, editor de Financial Analysts Journal, una publicación para gestores de dinero. "La gente solía comprar en las caídas; ahora está vendiendo en los auges".
'Falta de Seguridad'
Aun así, los estadounidenses se han sentido y actuado así antes. En 1951, la Reserva Federal encuestó aproximadamente a 3.500 familias y preguntó: "Suponga que un hombre tiene algún dinero más de lo que necesita para sus gastos. ¿Qué cree que sería lo más inteligente que haga con él en estos días: ponerlo en el banco, comprar bonos de ahorro del gobierno, invertir en bienes raíces o comprar acciones comunes?"
Los bonos de ahorro fueron de lejos el favorito, preferidos por 49% de los encuestados, seguidos de bienes raíces y depósitos bancarios.
Sólo 6% de los inversionistas encuestados en 1951 dijo que las acciones eran la elección más inteligente, y 28% de los consultados dijo rehusarse a tener acciones debido a su "falta de seguridad".
No sorprende. En 1951, arreciaba la Guerra de Corea al tiempo que la tensión nuclear entre EE.UU. y la Unión Soviética representaba una probabilidad muy real —pero profundamente incierta— de exterminar buena parte de la humanidad. Ese octubre, casi exactamente medio siglo antes del 11 de septiembre, el gran pensador en materia de inversiones Benjamin Graham afirmó en el prefacio de la tercera edición de su libro clásico "Security Analysis" ("Análisis de valores"): "La posibilidad de una tercera guerra mundial nos preocupa grandemente a todos… El efecto de tal guerra en nosotros y nuestras instituciones es incalculable".
Como deberían recordarnos las palabras de Graham, los temores macro no son nuevos.
Ponga los temores en perspectiva
¿Cómo, entonces, deberían responder los inversionistas en un mundo donde los acontecimientos macro parecen más comunes —y amenazadores— que en el pasado?
Primero, hay que poner los temores en perspectiva, siguiendo la sugerencia del gran inversionista Warren Buffett.
"Continuaremos ignorando los pronósticos políticos y económicos, los cuales son una distracción cara para muchos inversionistas y empresarios", escribió Buffett en su carta de 1994 a los accionistas de Berkshire Hathaway Inc.
Buffett agregó: "Habitualmente hemos hecho nuestras mejores compras cuando las ansiedades por algún acontecimiento macro estaban en su apogeo… Seguramente ocurrirá una serie diferente de grandes conmociones en los próximos 30 años. No trataremos de predecirlas ni de lucrar con ellas. Si podemos identificar negocios similares a los que hemos comprado en el pasado, las sorpresas externas tendrán poco efecto en nuestros resultados de largo plazo".
Tome riesgos selectivos
Por otra parte, si ha soportado la década perdida del mercado con tenaz determinación, entonces no pare ahora. Muchos estrategas de inversión creen que los riesgos selectivos rendirán más generosamente a partir de ahora que en el pasado.
En momentos en que mercados emergentes como China, India y Brasil han caído un promedio de 12% en lo que va de este año, las acciones europeas han retrocedido más de 18% y abundan temores de que el dólar siga deteriorándose, es razonable que los inversionistas sigan aumentando sus carteras de acciones extranjeras, especialmente si Europa y Asia se abaratan.
Si prefiere elegir sus propias acciones o fondos mutuos que podrían tener un desempeño superior al mercado, tenga conciencia de que la diversificación exige más trabajo de lo que requería antes.
Por ende, ahora hacen falta 40 acciones grandes para igualar el beneficio de diversificación que los inversionistas obtenían de apenas 20 acciones a comienzos de los años 90, advierte Sullivan. Los que no usen fondos indexados deberían saber que los portafolios de apenas un puñado de acciones están más proclives que nunca a marcadas fluctuaciones.
Tampoco las acciones están sustancialmente más volátiles que en el pasado; tan sólo parecen estarlo. A pesar de las caídas estremecedoramente marcadas de las acciones durante el mes pasado y en mayo de 2010, los altibajos de la bolsa han sido, en promedio, más extremos en los últimos años de lo que fueron en la década del 30, y apenas peores de lo que fueron a mediados de los70.
Los mercados bajistas quizás sean inquietantes, pero son la única manera en que pueden aumentarse los retornos futuros.
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