Tras el cigarrillo, la comida es el nuevo blanco de las regulaciones
(Puede verse también sobre este tema Libres de humo, esclavos de la legislación por Gabriel Gasave y Martín Simonetta y La prohibición de las gaseosas en Nueva York: Un gesto absurdo con un efecto limitado por Art Caden)
NUEVA YORK.- ¿Qué sándwich tiene más calorías? ¿El Bic
Mac o el Cuarto de Libra con Queso? Desde la semana que viene, los
clientes de los 14.000 McDonald's que hay en los Estados Unidos van a
poder comprobar que el Big Mac tiene 550 calorías y el Cuarto de Libra,
750. Es decir, entre un cuarto y un tercio de la dieta de alrededor de
2000 calorías recomendada habitualmente por los nutricionistas para
tener una alimentación saludable.
La decisión de McDonald's, que es voluntaria, llega en
un momento en el que cada vez más actores públicos y privados están
tomando medidas para frenar o revertir el crecimiento de la obesidad,
que afecta a más de un tercio (35%) de los norteamericanos. Ayer mismo,
la Comisión de Salud de la ciudad de Nueva York votó por unanimidad
restringir a 16 onzas (poco menos de medio litro) el tamaño máximo de
las gaseosas azucaradas en los restaurantes y los espectáculos públicos.
Nueva York, de la mano de su alcalde, Michael
Bloomberg, se ha convertido en los últimos años en la punta de lanza de
un movimiento cada vez más popular entre dirigentes políticos
municipales y regionales, que a su vez ha arrastrado (de buena gana o de
mala gana) a los fabricantes de bebidas y las cadenas de comida rápida.
La primera campaña de Bloomberg, hace diez años, fue el tabaco: primero
prohibió fumar en los espacios públicos cerrados, después aumentó
varias veces el precio de los cigarrillos (un atado en Manhattan cuesta
unos 13 dólares) y, finalmente, desde este año, también está prohibido
fumar en las playas, plazas y parques.
Muchos activistas esperan ahora que la comida pueda
convertirse en el "nuevo tabaco", para Bloomberg y para los Estados
Unidos. En los últimos años, Nueva York obligó a la industria
alimentaria a eliminar las grasas trans de sus ingredientes y a publicar
(desde 2008) las calorías de los platos en todas las cadenas de
restaurantes. La medida votada ayer incluye las bebidas con azúcar, pero
excluye a las de bajas calorías, los jugos y las lácteas. La
restricción será obligatoria a partir de marzo del año que viene. "Va a
ayudar a salvar vidas", escribió Bloomberg en su cuenta de Twitter.
"[Esta medida] es el mayor paso dado por ningún gobierno para controlar
la obesidad", agregó.
La ofensiva reciente de Bloomberg ha dividido al
público en dos mitades casi iguales, según las encuestas. Sus defensores
valoran el impulso por una alimentación más saludable, especialmente en
los niños. Sus críticos, en cambio, contraatacan con dos argumentos.
Dicen, por un lado, que la medida sobre bebidas azucaradas será poco
efectiva, porque quien tenga ganas de tomar un litro de Coca-Cola o
Pepsi, igual podrá hacerlo, comprando dos vasos de medio litro (o una
botella de un litro en un supermercado). Y, por el otro lado, argumentan
que el Estado no debería meterse en las decisiones privadas de sus
ciudadanos adultos.
Bloomberg ha respondido diciendo que estas medidas
(publicar calorías, restringir el tamaño de los vasos) no prohíben el
acceso a los productos: sólo son un pequeño recordatorio psicológico
para que el público esté atento a su consumo de azúcar y grasas. En el
documento de presentación de la medida, Bloomberg citó estudios
científicos que apoyan su visión. Los varones a quienes se les dieron
vasos más grandes consumieron un 33% de azúcar más (las mujeres, un 20%)
que si hubieran tenido vasos más chicos, según el estudio. "Estos datos
sugieren que si a la gente se le sirven porciones más pequeñas,
consumirán menos, ganarán menos peso y estarán más sanos", dice el
reporte de Bloomberg. "Y así quizás empecemos a revertir la catastrófica
epidemia de obesidad."
Buena parte de los argumentos del alcalde de Nueva York
están tomados de la nueva economía conductista, según la cual los
humanos somos menos racionales de lo que creemos y tomamos decisiones
que muchas veces nos perjudican. En los últimos años, esta perspectiva
empezó a penetrar en los gobiernos, incluyendo la Casa Blanca, donde el
presidente Barack Obama contrató como funcionario al profesor Cass
Sunstein, padre del concepto "paternalismo libertario", según el cual el
Estado puede ayudar a los ciudadanos a tomar mejores decisiones (pero
sin tomar las decisiones por ellos). Bloomberg es un declarado admirador
de la economía conductista y de los "empujoncitos" (o nudges, según su
nombre en inglés) que un gobierno puede dar para alertar a la población.
Este enfoque se sumó a una ofensiva más amplia de
Estados Unidos contra la obesidad, a la que todo el mundo aquí califica
como una "epidemia". En 2008, según datos del Centro para la Prevención
de Enfermedades (CDC), los costos médicos derivados de la sociedad
alcanzaron los US$ 147.000 millones. Las personas obesas tuvieron que
desembolsar aquel año 1429 dólares más que una persona de peso normal en
gastos médicos. Aun así, las campañas públicas y las medidas oficiales
parecen estar empezando a surtir efecto: las estadísticas muestran que
en los últimos cinco años la prevalencia de la obesidad se ha mantenido
constante en Estados Unidos. No se ha reducido, pero al menos ha dejado
de crecer, después de 30 años de alza acelerada..
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