Mahoma, Obama y la libertad
La reacción de la Casa Blanca ante la oleada de violencia desatada
por los islamistas con la excusa, pues se trata de una mera excusa, del
vídeo ofensivo con la figura de Mahoma ha sido de una extrema torpeza. Y
lo ha sido por partida doble. Para empezar, la secretaria de Estado,
Hillary Clinton, se apresuró a condenar la película en los siguientes términos:
Para nosotros, para mí personalmente, el vídeo es repugnante y reprensible. Parece tener el cínico propósito de denigrar una gran religión y generar odio.
A esto añadió:
Rechazamos totalmente su contenido y su mensaje. Sin embargo, como dije ayer,
no hay justificación, ninguna, para responder al vídeo con violencia.
Condenamos la violencia que se ha generado en los términos más duros.
Resulta llamativo que la condena del contenido del vídeo se expresa
en términos casi más tajantes que el repudio a la violencia desatada.
Hay, cuando menos, una equiparación. Además, se echa en falta una
defensa firme de la libertad de expresión, consagrada en la Primera Enmienda de la Constitución de EEUU ,
así como en otras Cartas Magnas democráticas, y uno de los más firmes
pilares de lo que debe ser una sociedad libre. Tal vez, la señora
Clinton no apeló a ese derecho tan básico de los seres humanos
precisamente porque la Casa Blanca estaba maquinando para restringirlo
en el caso del vídeo en cuestión. Ha actuado en la medida de sus
posibilidades para que desaparezca de internet, reclamando a Google que
lo retire de YouTube.
Por fortuna, la empresa ha hecho valer la ley y sus propios principios y
se ha negado a cumplir los requerimientos de la Administración Obama.
Lo que está en juego es algo más que poder ver un vídeo o no, o los
sentimientos de miles de fanáticos seguidores del totalitarismo
político-religioso que conocemos como integrismo islámico. Lo que el
mundo, no sólo EEUU, se juega es el propio fundamento de la libertad.
Como señala acertadamente Gabriel Albiac en un reciente artículo, en las
sociedades libres si a alguien no le gusta una película se limita a no
verla. Es más, es legítimo que haga uso de su libertad de expresión para
tratar de convencer al resto de la sociedad a que haga un boicot
pacífico y no acuda a las salas de cine ni compre los DVD con el título
en cuestión. No existe ahí agresión alguna.
También se puede, si se quiere, comprar un montón de DVD de la
película que molesta y destruirlos en un acto público. Como si se quiere
acudir a las librerías a adquirir todos los ejemplares de una obra para
acto seguido prenderles fuego. Quemar libros siempre es un acto que
produce repulsa estética y moral, pero mientras se compren antes de su
incineración no deja de ser un uso legítimo, aunque repugnante y
estúpido, de una propiedad legítimamente adquirida. Lo que en ningún
caso tiene legitimidad alguna es agredir a personas o, incluso,
propiedades ajenas, para mostrar su rechazo a lo expresado.
Por repugnante o de mal gusto que sea el video al que se ha
respondido con asesinatos y ataques a embajadas en varios países
islámicos, la Casa Blanca debería haber puesto la defensa de la libertad
de expresión por delante de la condena a la película. El mensaje que ha
enviado el Gobierno de EEUU a los totalitarios es que pueden asustar y
que a largo plazo resulta factible recortar la libertad en occidente.
Además, las conclusiones que pueden extraer quienes en el mundo islámico
sí creen en la libertad no pueden ser más desalentadoras. Podrán
entender que quienes no están dispuestos a defender sus valores en su
propio territorio, difícilmente van a apoyar a quienes cada día luchan
por ser más libres en lugares donde esto es un reto casi imposible.
No cabe ni tan siquiera la mala excusa de que es legítimo restringir
la libertad de expresión en defensa de los legítimos sentimientos
religiosos. Precisamente, durante décadas la lucha para lograr dicha
libertad fue en buena medida contra la censura que ejercían numerosas
autoridades religiosas, con independencia en nombre de qué fe ejercieran
su poder. Además, ¿dónde está el límite de lo ofensivo en materia
teológica? Por poner un ejemplo, si se dice que Jesús murió en la cruz,
habrá musulmanes que entiendan que se está acusando al Corán de mentir,
puesto que este libro sostiene que murió de viejo. Y viceversa, ante
esta última afirmación los cristianos podrían aducir que el Islam
sostiene que sus creencias se fundamentan en una falsedad. Y todos ellos
podrían mostrarse ofendidos ante cualquiera que dijera que Dios
sencillamente no existe.
Su ofensa es legítima, pero no por eso debe atentar contra el derecho
de los demás a decir lo que quieran. Cuando comienza a restringirse la
libertad de expresión con cualquier excusa, se abre la puerta a que siga
limitándose de manera creciente. Y eso sería una gran pérdida para el
conjunto de la humanidad. Ese es el mensaje, y no otro, que tenía que
haber enviado la Casa Blanca. De nada sirve enviar marines o barcos de
combate a los lugares donde se ataca a las embajadas de EEUU si no se
está dispuesto a defender los principios más básicos de las sociedades
libres. Más bien es un error. Los totalitarios podrán sumar un nuevo
mensaje a su propaganda: "reconocen que tenemos razón pero aún así nos
mandan a sus tropas".
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