Señales de cambio en el Río de la Plata
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Desde estas mismas columnas hemos venido alertando a
nuestros lectores acerca de la notoria caída de la popularidad del presidente
del Uruguay, el ex tupamaro José “Pepe” Mujica, proceso que, creemos,
es atribuible fundamentalmente a la confusión y el desorden que su andar y
personalidad provocan.
Las cifras y proyecciones comienzan a sugerir ahora
que las cosas se pueden estar complicando un poco para el Frente Amplio
uruguayo, expresión de la izquierda oriental que incluye hasta al Partido
Comunista, fracción que parece no haber advertido cuan fuera de foco han
realmente quedado sus propuestas y visiones.
Esto porque, por primera vez, las encuestas sugieren
que, si las elecciones fueran ya mismo, el Frente Amplio estaría algo
complicado. Ocurre que obtendría sólo el 36% de los votos, mientras que el
Partido Nacional (los tradicionales “Blancos”) lograría un 21% y el Partido
Colorado un 17%. Como ambos partidos históricos van a ir a las urnas
seguramente en coalición, la sumatoria de sus votos es del 38%, porcentaje
que supera al del Frente Amplio.
A lo que hay que sumar el hecho que, como aún es muy
temprano, hay todavía un 25% de orientales que sugieren que o no saben a
quien votarían, o que votarían en blanco, o que anularían ex profeso su
voto, como forma (incomprensible, pero difundida) de “protesta” contra lo que
creen es una falta de opciones adecuadas.
Por esto el oficialismo uruguayo ha puesto en marcha
un plan para fortalecer su “presencia” en todo el país, movilizando a sus
simpatizantes, de modo de “fidelizarlos”. Evitar que miren para otro lado,
entonces.
Pero lo que hay, en rigor, que tener muy en cuenta
es quién, en definitiva, termina siendo el candidato presidencial del Frente
Amplio. Si fuera Tabaré Vázquez, es posible que las posibilidades de
triunfar para esa agrupación crezcan, porque la gente reconoce su equilibrio
y valora la firmeza con la que enfrentó a la perversión y al verdadero acoso
comercial de los Kirchner, aunque la izquierda más radical no lo
apoya.
Si, en cambio, fuera el joven presidente de ANCAP
-que está allí desde mayo de 2010- Raúl Sendic, (que, hijo de un
legendario guerrillero tupamaro, no oculta para nada sus ambiciones políticas
y cree que ha llegado su hora de “asegurar el proceso de cambio” uruguayo)
las cosas -me parece- se complicarían bastante para el Frente Amplio. Porque Sendic
tiene un apellido que para muchos suena como demasiado complicado y porque
parecería no tener aún una clara imagen nacional.
Si, además, la esposa del presidente José Mujica -la
resistida pero omnipresente y ambiciosa- senadora del Frente Amplio, Lucía
Topolansky Saavedra -que comparte con la presidente de Argentina,
Cristina Fernández de Kirchner, la característica de poseer un realmente
extraordinario y apasionado nivel de resentimiento social, claramente enfermizo-
apareciera de pronto en la cercanía o vecindad de cualquiera de los
candidatos, la pérdida de votos para él podría, nos parece, ser bastante
significativa.
Mientras tanto hay indicios de que podría haber
comenzado un proceso de cambio político en el Uruguay de alguna manera
paralelo al que está ya en marcha en la vecina Argentina, exteriorizado
mediante las manifestaciones multitudinarias que han ocurrido
espontáneamente, en repudio social pacífico a la arrogante y desalentadora
administración de Cristina Fernández de Kirchner.
Sería hora. Porque, como ha dicho con razón Sergio
Abreu -al saltar al centro mismo del ruedo de la política- también en
Uruguay “es hora de defender la libertad, la propiedad, los derechos de los
empresarios y de los trabajadores y hacer eficiente al Estado”. Y de
enfrentar “una filosofía totalitaria”. Es así.
Es tiempo, además, de terminar con el acoso
prepotente e injustificado del poder hacia la gente. Que ocurre, como dice Abreu,
pese a que “el ciudadano de a pié es el que financia todo con su esfuerzo,
pero que comienza a sentirse resignado y entregado”, sentimiento de
frustración que debe hacer florecer el espíritu de defender, con el coraje
que sea necesario, lo que es de uno, saliendo del inmovilismo. Por esto las
esperadas reacciones que ya se insinúan a ambas márgenes del Río de la Plata.
Emilio J. Cárdenas fueEmbajador de la República Argentina ante las
Naciones Unidas.
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