Democracia y capitalismo
"Tanto son más fuertes los vicios
del sistema que la virtud de los que lo practican". – Alexis de
Tocqueville
No es la primera vez que intento definiciones que parecen inasibles. No fue
otro que Frederic Nietzche quien dijera que democracia y socialismo son
sinónimos. Con anterioridad ya Alexis de Tocqueville había señalado que
“Socialismo y concentración de poder son frutos del mismo suelo” Todo parece
indicar pues que las democracias en nuestro mundo occidental y cristiano, con
excepción por ahora de Estados Unidos, se constituyen en violación de los
principios en que se fundara el capitalismo, que fuera el único sistema a
partir del cual se creara riqueza por primera vez en la historia.
Tal
como con anterioridad he sostenido que el socialismo fue la denominación que le
diera el Iluminismo a la demagogia, no puedo menos que insistir en que
capitalismo fue la denominación dada por Marx para descalificar éticamente al
sistema, que el mismo reconociera como generador de riqueza. Entonces me voy a
permitir citar a Aristóteles quien hace 2500 años definiera la demagogia
diciendo:”Tan pronto como el pueblo es monarca, pretende obrar como tal, porque
sacude el yugo de la ley y se hace déspota, y desde entonces los aduladores del
pueblo tienen un gran partido”. Tampoco puedo dejar de recordar las atinadas
observaciones de Thrasimacus cuando dijera refiriéndose a la naturaleza humana
y las condiciones del hombre en la política: “El debe decir en las asambleas y
en las cortes judiciales lo que la gente quiere oír, así ellos pondrán el poder
en sus manos…El debe tomarlos por los oídos antes de tomarlos por la garganta”
Mi
criterio aunque pueda parecer un tanto exagerado sería que gran parte del mundo
está tomado al menos por los oídos. Tanto así que en Europa tal como dijera The
Economist, la causa de la crisis es el sistema de bienestar y el que quiere
cambiar el sistema pierde las elecciones. Entonces pasando al capitalismo
tenemos a Marx que en el Manifiesto Comunista le reconoce a su odiada burguesía
que en cien años había creado más riquezas que todas las generaciones
anteriores juntas. (SIC) Pero he aquí que seguidamente sostiene: “La sociedad
burguesa con sus relaciones de producción, gigantescos medios de producción e
intercambio, es como un brujo que ya no es capaz de controlar los poderes del
mundo bajo que ha llamado con su hechizo” Como consecuencia de esa ignorancia Marx
predice que el trabajador en el mundo moderno, en lugar de mejorar con el
progreso de la industria empeora su situación.
Pues
bien no obstante la estupidez de ese análisis que culmina con la utopía de la
sociedad sin clases, donde superada la escasez como condición de la libertad,
el estado desaparecería, Marx está presente Edward Bernstein mediante. Tanto
así que recientemente Ferry Eagleton publicó un libro titulado “Marx Was Right”
(Marx Tenía Razón). Y esta realidad de la presencia de Marx en nuestro mundo se
manifiesta a través de la social democracia a contrario de las predicciones de
Marx ha causado la actual crisis en Europa. Y esta crisis es el resultado de la
demagogia socialista plus la ignorancia pertinaz de la teoría económica que
impiden en gran medida su superación.
Debo
insistir entonces en que el capitalismo no es un sistema económico, sino que la
economía es el resultado de un sistema ético, político y jurídico que permitió
la transformación del mundo hace apenas unos doscientos años. Ese sistema se
basó en las ideas liberales plasmadas originalmente por John Locke y seguidas
por David Hume y Adam Smith. Fue a partir de las ideas de Locke que la Glorious
Revolution del 1688 transformó el sistema político inglés y permitió se
produjera la Revolución Industrial que fue la consecuencia del respeto por los
derechos individuales y la limitación del poder político. Esas ideas fueron
desarrolladas y puestas en práctica por los Founding Fathers en Estados Unidos
bajo la denominación del Rule of Law. O sea la economía es el resultado y no la
causa, por más que haya momentos en la historia en que las circunstancias
permitan un enriquecimiento nacional, inclusive ajeno a la política seguida.
Tal es aparentemente la circunstancia existente en la actualidad en los países
en desarrollo..
Los
principios fundamentales del liberalismo a los que me he referido son en la
ética el reconocimiento de la falibilidad del hombre: “Los monarcas también son
hombres” Locke; “La naturaleza humana es inmutable y no generosa y la
naturaleza no es pródiga; si queremos cambiar los comportamientos debemos
cambiar las circunstancias y ese es el origen de la razón de ser de la
justicia” David Hume. El otro principio fundamental es la denominada mano
invisible, según la cual la búsqueda del interés particular beneficia al
conjunto y no viceversa. Así dijo Adam Smith: “He visto muy poco bien hecho por
aquellos que pretenden actuar por el bien público.
Bien
me he permitido hacer todo este planteo filosófico político, pues considero que
es a partir de la comprensión de estas ideas que será posible superar la crisis
que agobia al mundo industrializado. En ese sentido quiero comenzar por un tema
que considero trascendente y que es la evidente correlación inversa entre el
aumento del gasto público y la tasa de crecimiento. Así podemos ver que en los
tres países más importantes de la Eurozona, Francia, Alemania e Italia en la
década 1960-70 la tasa del crecimiento del PBI alcanzó un promedio entre 5.0% y
6.0% por año. En ese período el gasto público en Francia era inferior al 30%
del PBI y en Alemania e Italia alcanzaba a un 13.0 y 17.0% respectivamente.
Después de 1980 el gasto público en relación al PBI comenzó a aumentar llegando
a alcanzar al 50% en Francia y al 47.0% en Alemania e Italia. La consecuencia
fue que entre el 2000 y el 2008 la tasa de crecimiento de los respectivos
países cayó al 0.8% por año en Francia, el 1,2% en Alemania y el 0.8% en
Italia.
Insisto
entonces en la necesidad de revisar la teoría económica en función de la realidad
que enfrentamos del impacto del gasto público, que sólo puede reducirse bajando
su nivel y/o el incremento de su eficiencia. Por ello es igualmente necesario
revisar la teoría monetaria y tomar conciencia de que el control monetario ante
la expansión del gasto público a quien perjudica es al sector privado y por
tanto a la inversión y el crecimiento.. El problema reside en el crecimiento de
la deuda, y por supuesto en la medida que continúan los déficits fiscales la
deuda aumenta. Y tanto más en relación al PBI cuanto menor es la inflación..
Por tanto debemos reconocer que la política monetaria es fundamental para
tratar de resolver o paliar los desequilibrios causados por la expansión del
gasto público.
Teniendo
en cuenta las anteriores consideraciones no puedo menos que recordar las sabias
palabras de Milton Friedman en su análisis de la crisis del 29 cuando culpó al
Federal Reserve de Washington por no haber actuado como prestamista de última
instancia y al respecto dijo: “Otra forma de detener el pánico es el capacitar
a los bancos sanos a convertir sus activos en dinero efectivo, no a expensas de
otros bancos sino de la disponibilidad adicional de efectivo con una impresión
de moneda de emergencia”.Asimismo recomendó la compra de bonos por parte del
Federal Reserve. Esta ha sido la política seguida por Bernanke en Estados
Unidos, y al que aparentemente se oponía la Sra. Merkel para salvar a los
bancos mediante la creación de un bono común. Al momento de escribirse estas
líneas los bancos centrales de los cinco principales países del mundo
industrializados acaban de tomar una decisión acorde con la recomendación de
Friedman.
En
fin la salvación está en la política y no en la economía. Esa solución parte de
reconocer las virtudes de la propiedad privada, y por consiguiente la reducción
de la injerencia de gobierno en la economía. Ello implica asimismo la
aceptación del principio del derecho del hombre a la búsqueda de su propia
felicidad y no que ésta quede a cargo de los gobiernos, lo que implica la aceptación
del criterio de Nietzche de la exaltación del fracaso. Si por el contrario las
mayorías tienen el derecho a violar los derechos de las minorías nos
encontramos ante la ausencia de la justicia y el mantenimiento del poder
absoluto de los gobiernos que pretenden su representación. En esas condiciones
me atrevo a decir que no habría soluciones pues no sería más que la continuidad
de la presente crisis en virtud de tener a los pueblos tomados de los oídos.
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