Panamá: ¿Quieren más inversión privada en Darién?
La Estrella, Panamá
Me parece genial el artículo de
Isabel Castro en LP del domingo 16 de septiembre, en donde advierte que
la provincia del Darién necesita más inversión privada; artículo que se
abre a muchas aristas, y la primera es cuando se nos informa que el
63.5% del empleo en Darién es informal. ¿Qué podemos inferir de ello? De
salida que la mayoría de los darienitas ha votado por la libertad de
empresa, dando un rotundo no a los impuestos, porque saben lo poco que
estos les rinden. No existe mayor libertad de empresa que en la
informalidad, en donde uno pone la paila sin verse asediado por un mar
de normas y ‘normeros’ —léase diputados que les sobra tanto tiempo que
legislan hasta qué fiestas pueden o no celebrar los panameños, tal como
Halloween. Quien mejor uso sabe darle al dinero es quien lo trabaja y no
quien lo recauda arma en mano.
La segunda arista es que si es
bueno para el Darién, también lo es bueno para el resto del país, ya
que existe una estrecha correlación entre el monto de inversión privada
—incluyendo la informal— y la inflación legislativa tuberculosa.
Debo repetir a cansancio que el gobierno, como todo en la vida, tiene
sus funciones y también sus límites; el problema es que si le preguntas a
cualquier funcionario público o ciudadano en dónde están esos límites o
los mecanismos para establecerlos, nadie responde, porque no existen.
Es lo que aguante la gente; ya que si fuera por los funcionarios, su
mayor ambición en la vida es legislar y controlar ad infinitum, con la
baladí excusa de que nos están cuidando.
Para los
politicastros el becerro dorado de su existencia son los impuestos, ya
que sin ellos estos señores quedarían reducidos a su mínimo común
denominador. Y es que dinero es lo mismo que poder. Por ello es que la
mayoría de los gobiernos del primer mundo está en crisis; porque sus
ansias de poder controlador los llevó a tomarse el control económico a
través de tres ardides: 1) La emisión monetaria; 2) la banca
centralizada, y 3) el poder de endeudarnos a todos a través de la
emisión de valores.
En la libre empresa típicamente el dinero
está más diseminado, mientras que a mayor gobierno este se concentra en
las manos de unos cuantos ansiosos de poder. El problema recrudece
cuando astutos gobernantes se hacen compinches de ciertos sectores
privados para instituir el estado mercantilista/fascista. A esto es lo
que algunos llaman ‘capitalismo de compinche’, que mal hacemos en
llamarle ‘capitalismo’, pues en el verdadero debe primar un Estado de
Derecho y esto no es lo que tenemos en nuestro país.
En fin,
ningún sistema basado en que unos tengan la facultad de imponerse
irracionalmente sobre los demás por la ley de las armas y de los
calabozos, es cosa buena. El buen Estado nace a través de una buena
constitución, que debe ser tan sencilla y razonable que todos la
entiendan y puedan acatarla.
- 23 de julio, 2015
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