El video (estúpido) y las fotos (topless)
El video de la
película norteamericana que difama al profeta Mahoma y las fotografías en que
aparece semidesnuda la duquesa Catalina cuestionan la moderna idea de que nada
debe ser censurado y que, gracias a la internet, todos debemos tener acceso a
todo. ¿Hay límites?
La primera
impresión es que ya no los hay. Se subieron sin ningún problema a YouTube 14
minutos de una película –que aparentemente nadie ha visto– y que presentan al
máximo guía espiritual de los musulmanes como un violador de menores de edad,
misógino y criminal. Y aunque la corporación Google –dueña de YouTube– bloqueó
inicialmente el video en Egipto, Libia, India e Indonesia, se negó a la
petición de la Casa Blanca de prohibirlo mundialmente.
He visto el
video, como millones de internautas en todo el mundo, y ciertamente se trata de
una provocación barata, mal hecha, malintencionada, prejuiciada y racista.
Algunos actores que participaron en la filmación en California de la película La
Inocencia de los Musulmanes dicen que fueron engañados y que la edición final
no corresponde al guión original.
Ese video fue
la excusa que utilizaron los manifestantes para atacar el consulado de Estados
Unidos en Bengazi, Libia, donde murió el embajador norteamericano Chris Stevens
y tres de sus colaboradores. Poco después, las protestas se extendieron a más
de un veintena de países árabes y aún no han parado.
El video, sí,
es estúpido y absolutamente intolerante, pero es muy simplista creer que esos
14 minutos pueden generar una reacción antinorteamericana tan fuerte. Está
claro que en el mundo árabe hay todavía un profundo resentimiento contra
Estados Unidos. El video en contra de Mahoma fue solo una excusa.
El gobierno del
presidente Barack Obama no tuvo nada que ver con él e incluso lo criticó
duramente. Entonces, ¿por qué las protestas?
En los países
musulmanes aún resienten el apoyo de décadas de Estados Unidos a los dictadores
de la región. Hosni Mubarak era uno de los principales aliados norteamericanos
antes de terminar en una cárcel de Egipto. Y hoy en día, por ejemplo, Estados
Unidos apoya abiertamente al régimen antidemocrático de Arabia Saudita. Eso
explica, en parte, las protestas. Pero hay más.
Aún no se
olvidan las fotografías de torturas y abusos a los prisioneros árabes en las
cárceles norteamericanas en Abu Ghraib y en Guantánamo. Y para muchos
musulmanes todavía no tiene explicación la guerra que el expresidente George W.
Bush inició contra Irak. Saddam Hussein era un terrible y sádico dictador pero
no tuvo absolutamente nada que ver con los ataques terroristas del 11 de
septiembre del 2001, ni tenía armas de destrucción masiva cuando Estados Unidos
invadió Irak.
Nada justifica
la violencia contra el embajador Stevens y contra instalaciones norteamericanos
en la región. Nada. Pero dudo mucho que el video haya sido la única razón que
generó esa violencia. Eso explica, también, porque Youtube lo tiene todavía en
su servidor y se puede ver en la mayoría de los países del mundo.
Las fotos de la
duquesa de Cambridge sin la parte de arriba del bikini son otra cosa. Se las
tomaron cuando ella vacacionaba en la casa de un tío de su esposo, el príncipe
William, en Provence, en el sur de Francia. Aun cuando el paparazzi las haya
tomado desde una carretera con un telefoto, se trata de una residencia privada
y Catherine y su esposo tenían el derecho absoluto a su intimidad. Si hubieran
estado en un lugar público, no podrían aspirar a total privacidad. Pero ese no
fue el caso.
Por eso la casa
real en Gran Bretaña puso una demanda en contra de la revista Closer –que
compró y publicó las fotos tomadas ilegalmente– y una corte en Francia prohibió
la venta de las fotos a otros medios y exigió que todo el material tomado por
el fotógrafo fuera regresado a Catherine y William. Otros medios lo pensarán
dos veces antes de publicar fotografías tomadas ilegalmente.
Esa decisión
sobre un asunto que parece tan banal nos protege a todos. Nadie, absolutamente
nadie, tiene el derecho a publicar tus cartas y documentos personales ni a
tomar fotografías dentro de tu casa. Eso es un delito en la mayoría de los
países del mundo y la decisión del tribunal francés lo corrobora. En este mundo
en que nuestra vida privada está a solo un clic de computadora y a un hacker de
distancia, es bueno saber que hay leyes que nos protegen aunque no tengamos
títulos nobiliarios.
Al final,
ocurrió lo opuesto a lo que muchos suponían: el video que generó muertes y
violencia no fue prohibido, y las fotografías de la duquesa sí. No, en este
2012, no todo se vale.
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