Venezuela: La inmundicia de última hora
El
régimen es fiera herida. Su piel desgarrada muestra hasta donde llega el último
grito de sus angustias. La sangre purulenta emana de la increíble llaga,
tratando de inducirnos a caer en sus burdas maquinaciones. Se sienten
desesperados porque los números de los estudios de opinión revelan la verdad
que cuenta la calle.
Los
venezolanos se han decidido por Henrique Capriles obstinados de esta maraña de
desaciertos que ejemplifican la revolución de pícaros. El régimen sabe que Hugo
Chávez va en caída libre, que ninguna de sus tretas surte efecto debido a que
los venezolanos nos cansamos de sus cuentos, son catorce años de escuchar las
mismas historias contadas por un hombre disminuido sustancialmente en todos los
órdenes. Sus estrategias de campañas no logran paralizar el tsunami que
simboliza Henrique Capriles y que lo hace un fenómeno electoral reconocido por
todos. Ver cómo un país se adhiere de manera masiva a la opción de progreso,
debe causar un hondo dolor en aquel que se creyó el corazón de la patria.
En
medio de sus angustias está la fiera dispuesta a todo por no sucumbir. Es allí
donde las fuerzas democráticas deben estar atentas a no pisar el peine. Lo
ocurrido con el parlamentario Juan Carlos Caldera es una prueba irrebatible. En
la política no solo debemos tener la emoción de querer comernos al mundo,
también tiene que existir la cabeza fría para poder analizar todos los
escenarios y no caer como mansos corderos. Henrique Capriles entendió la jugada
y sabiendo que lo que buscaban era manchar su imagen de hombre recto, cortó
inmediatamente con la argucia y dejó al Gobierno liquidado. No podemos ser
pendejos y creer que todo el que se acerca trae buenas intenciones.
El
chavismo inmoral solo conoce de engaños. Si nos ponemos a analizar a muchos de
ellos encontraremos que lo mueven profundos sentimientos de revanchismo social.
Una camarilla con Hugo Chávez a la cabeza, irrumpió contra la Constitución y su
democracia en la noche del 4 de febrero de 1992. Su intento golpista nos dejó
con muchos muertos y una profunda herida que aún no sana. En su colección de
personajes sombríos- hoy en el Gobierno- existe una conexión que los une: su
odio en contra de la democracia. En sus años juveniles eran los encapuchados
que incendiaban vehículos en la UCV. Hoy visten de traje y corbata con la
artesanal molotov en el corazón. Solo han cambiado la piel como el camaleón,
pero continúan rechazando de manera sistemática los principios básicos de una
democracia.
No
creen en la libertad de expresión y de asociación en donde ciudadanos y grupos
puedan exponer sus tesis sin ser acosados. Se oponen a la propiedad privada la
cual es el motor del desarrollo en sociedades que lograron el ansiado éxito
económico. Son enemigos de los medios de comunicación libres, optando por
bodrios en donde solo se escucha su comandante alicaído. Tampoco quieren al
deporte profesional en todas sus formas, sólo que no poseen la fuerza para
destruir entidades que forman parte del alma nacional, es arcaica su visión del
campo creyendo en las viejas tesis marxistas que sucumbieron con la muerte de
millones de hambrientos y que hizo que en Cuba se abrieran mercaditos populares
después de cincuenta años. En fin son enemigos de todo aquello que huela a
libertad y progreso para todos.
¿No
se han dado cuenta de algo? Que en la espiral de violencia siempre está el
chavismo como caimán en boca de caño llevándose a todos por delante. Se sienten
protegidos por ser militantes del régimen revolucionario. Manejan tribunales
que son absolutamente condesciendes con todo aquel que tenga vinculaciones con
el proceso.
¿Dónde
milita el malandro? Hagamos un análisis nada profundo y descubrirás que esta
administración es de ellos. Son utilizados para mantener el terror en la
zona. Su doctrina es arremeter contra todo aquel que piensa distinto, por eso
utiliza la agresión para amedrentar.
Los
de arriba mienten e inventan historias para destruir al oponente. Como fueron
grandes fracasados en sus años mozos. Pésimos alumnos, últimos en sus
promociones y reiterados protagonistas de hechos punibles, ahora no quieren
llenar con su inmundicia. Buscan hacer daño e introducirnos en la cloaca en donde
han vivido desde siempre. Quisieran que el abanderado democrático cayera en el
juego, y se balanceara alegremente entre los gusanos que subyacen en su
estiércol. Afortunadamente el país cambió y con Henrique Capriles ganará el
progreso.
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