El cepo al dólar, una traba a saltar como sea para los venezolanos
CARACAS.- A diferencia del dulce de leche, del colectivo y de la birome, el cepo cambiario
no es un invento argentino. Tiene una larga historia, pero encontró su
versión más acabada en Venezuela, en donde el billete verde es más
apreciado que el bolívar, y sólo se consigue con la ayuda de algún
arbolito amigo y a precio de oro.
Y mientras los economistas cuestionan la validez de los
controles aplicados progresivamente desde 2003 y confirman que el cepo
venezolano genera más daños que beneficios (ver aparte), que traba la
producción y eleva los precios, el común de la gente lo vive como otro
gran obstáculo para sortear, como sea, en su vida cotidiana, donde la
burocracia le gana la carrera a la razón.
"Antes había libre comercio, hoy todo está restringido,
tienes cupos por tarjeta de crédito y en persona cuando vas a viajar.
Para sacar dólares hay que hacer un trámite en Internet. Tienes el
acceso a los dólares que ellos te indican y nada más, lo que genera que
las empresas y las personas tengan que recurrir al dólar paralelo, que
es más alto", dijo a LA NACION el abogado Luis García, que interrumpió
una conversación en frente de un cajero automático de Caracas para
relatar su experiencia.
"Llegan a ser tantos los requisitos para llenar en
Internet y son tan tediosos que después pídele a Dios que tengas suerte y
te salga tu solicitud en el sistema", agregó el abogado, como si fuera
la lotería o un jugador que espera el ancho de espadas.
Hasta hace tres años cada venezolano tenía un cupo
asignado de dólares a comprar, todos el mismo monto, según comentó
Carlos Cañizares, un ingeniero de la petrolera estatal Pdvsa. Llenando
los papeles correspondientes, y si el sistema en línea lo permitía, la
persona podía llevarse los dólares. Así se generó una compraventa de
dólares entre particulares, un tráfico familiar y al menudeo.
"La gente con más capacidad adquisitiva comenzó a
convencer a los otros de que les cambiaran sus dólares", dijo Cañizares,
aclarando que el cambio no era necesariamente en efectivo. "Les
decían: «Dame tu boleta y te traigo una computadora». Luego la cosa se
cortó. Ahora el gobierno toma una muestra entre los que dijeron viajar y
les exige las facturas de afuera", añadió.
Cañizares estuvo sacando cuentas para hacer un viaje de
dos semanas, y, según sus cálculos, lo que reciba será suficiente. "El
sistema está bien, no es excelente, pero está bien. Yo trabajo en este
país y no voy a llevar mi dinero para gastar en otro lado", dijo este
ingeniero que no ocultó su admiración por otras iniciativas chavistas.
Pero no todo es cuestión de afinar el lápiz. Javier
Arroyo, estudiante de medicina en la Universidad Central de Venezuela
(UCV), tuvo una experiencia poco feliz cuando la tarjeta que le habían
dado para sacar dinero no le funcionó en un viaje al exterior.
"Todo esto del dólar es un fastidio, el papeleo, sacar
dinero", señaló Arroyo, condensando lo que los economistas críticos
entienden como un sistema que generó una burocracia torpe, innecesaria y
parasitaria.
Tantos límites legales fuerzan, como sucede en la
Argentina, a recurrir a la informalidad, al cambio bajo cuerda, al dólar
paralelo. El circuito puede empezar, por ejemplo, en el aeropuerto. Ya
desde el aterrizaje el viajero es seguido con atención por los ojos
inquisitivos, cuando no implorantes, de los trabajadores de la terminal.
Luego se cruza con maleteros, vendedores ambulantes,
diarieros y taxistas de todo pelaje que ofrecen una cotización que
duplica o incluso triplica el valor del dólar en las casas de cambio.
Existe una pequeña diferencia: mientras que la tasación
oficial es de 4,3 bolívares por dólar, en el mercado paralelo se sacan
entre ocho y doce bolívares por dólar? En la Argentina, si el gobierno
nacional se afianzara en la ruta cambiaria trazada por Venezuela, la
historia estaría recién en sus inicios.
Hacerse de billetes
Para adquirir esos dólares blue, sin embargo, la historia es más complicada.
Todo el que quiere cambia, consultando entre sus
conocidos, e incluso muchos ya tienen sus distribuidores, como sucede
con cualquier mercancía ilegal. Cuanto mejor cambio se quiere, sin
embargo, más trabajo da hacerse con los billetes.
Y a veces la guardia baja y ocurren las sorpresas. Un
joven reveló a LA NACION la experiencia, quizás algo extrema pero muy
ilustrativa, de un amigo suyo dedicado al proselitismo político que fue
sorprendido in fraganti cuando trataba de cambiar dinero.
"Estuvo 48 horas seguidas en el aeropuerto, comprando
dólares poco a poco para salir de viaje con su familia -relató-.
Necesitaba 10.000 dólares. Lo hacía en los puntos ciegos, donde sabía
que no daban las cámaras de seguridad. Pero al final se descuidó, lo
detectaron y lo detuvieron. Se salvó por sus contactos políticos."
Si de políticos se trata, Mónica, una comerciante que
caminaba raudamente hacia su trabajo, se detuvo un instante para
fustigar a toda la plana oficialista, comenzando por el comandante
bolivariano y, desde 1999, presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
"Está todo cada vez peor, cualquier control es malo
para progresar, y este señor cierra todas las llaves. Ponen trabas y más
trabas mientras ellos toman las maletas y van y vienen con dólares."
"¿Se refiere a la valija de Antonini Wilson? ¿A nuestro país?", preguntó este cronista. "A todos los países", contestó la mujer.
- 23 de enero, 2009
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