Medicamentos en El Salvador: pronóstico reservado
De una legislación tan defectuosa como la Ley de Medicamentos no
podían esperarse milagros. A lo sumo, ser optimistas y aspirar a una
reglamentación criteriosa. Y a una gestión proactiva de la nueva
Dirección de Medicamentos. Pero eso tampoco está ocurriendo.
La
enfermedad viene de lejos: el ¿mercado? de las medicinas siempre
funcionó muy mal en El Salvador. La prueba, que exime de otras, es que
los precios fueron, y siguen siendo, vergonzosamente altos.
Y la
razón es que, en verdad, sólo existió una parodia de mercado: el Consejo
Superior de Salud Pública (CSSP) se encargaba de obstaculizar la
competencia a través de un lamentable corporativismo proteccionista.
Disfrazado de participativo y democrático, claro: el CSSP era un
organismo de 23 miembros, 21 de los cuales pertenecían a diversas Juntas
de Vigilancia.
Suponer que un esquema corporativo de esa
naturaleza no abriría las puertas al tráfico de influencias por parte de
laboratorios e importadores (existentes…), buscando bloquear la
competencia de otros participantes (nuevos…), sería una ingenuidad.
Una
ingenuidad casi tan grande como creer que una ley podrá evitar que
droguerías, farmacéuticas y farmacias se abstengan de incentivar, con
premios, la venta de determinado producto. Que es lo que pretende la
nueva Ley de Medicamentos.
La verdadera forma de minimizar los
incentivos era: 1) que los médicos indicasen la denominación genérica de
su receta (quizás lo único rescatable de la ley), y 2) que se
facilitase, en serio, la entrada de nueva competencia. Esto último
hubiera reducido, automáticamente, el espacio para los incentivos.
Y
siempre sin perder de vista que bajar los precios, que de eso se trata
(o se debería tratar…), se logra primordialmente incrementando la
transparencia y la competencia.
Los legisladores que dicen ser de
derecha parece que olvidaron, si es que alguna vez entendieron…, los
principios del libre mercado y de la libre competencia. Los verdaderos,
no sus parodias.
Ocurre que la Ley de Medicamentos regula un
precio máximo de los fármacos, en base al "Precio Internacional de
Referencia" (PIR) de la región centroamericana y Panamá, no pudiendo
superar el precio local el techo "de 3 a 5 veces" dicho PIR. Esa ley se
aprobó con 80 votos: ellos también votaron a favor del control de
precios. Confirmando que nunca entendieron.
Y los legisladores que
dicen ser de izquierda siguen ignorando, o queriendo ignorar…, que
los controles de precios son una receta infalible para el
desabastecimiento y el mercado negro, como viene demostrando la historia
desde hace 4,000 años.
Con respecto al PIR caben dos objeciones:
la primera es esa equivocada costumbre de tomar a Centro América como
referencia de "lo internacional". Como si hubiera garantía de que los
mercados vecinos, también pequeños y tan manipulables como el
salvadoreño, no tienen distorsiones "estilo CSSP".
La segunda
objeción es: ¿qué racional hay detrás del factor "de 3 a 5 veces"? Es
una contradicción que una "ley para limitar precios" (suponiendo que tal
cosa existiese…), acepte que en El Salvador se pague "de 3 a 5 veces"
más que en países vecinos.
Cabe aclarar que un PIR compara los
"precios finales" para una medicina determinada en diferentes países, y
que su valor surge de un cálculo promedio de precios.
Es útil
tomar referencias internacionales para verificar cómo funciona un
mercado. Pero deben ser internacionales en serio…, y sin factores del
tipo "de 3 a 5 veces", que aparentan querer cuidarle el negocio a
alguien.
Es con competencia, y no con controles de precios, como
se favorece al consumidor. El problema es que hasta quienes
supuestamente lo entendían aprobaron una legislación con controles de
precios. Y ahora el pronóstico es reservado.
Finalmente, y vital:
¿qué hacer con quienes no pueden pagar las medicinas? Subsidiarles la
demanda de manera focalizada, con medicinas en los hospitales y centros
de salud.
Y dejar de subsidiar la oferta a laboratorios y
droguerías existentes. Porque eso es lo que ocurre, inexorablemente,
cuando falta competencia.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
- 28 de diciembre, 2009
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- 8 de junio, 2012
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