Obama contra Obama
Libertad Digital, Madrid
Muchos votantes estarán comparando a Mitt Romney con Barack Obama. Pero
aun más revelador es comparar a Obama con Obama. Y es que existe un
acusado contraste entre el Obama de los dichos –Obama 1– y el de los
hechos –Obama 2–.
Durante la campaña electoral de 2008, Obama 1 hablaba de impulsar y
generar "transparencia" en la Administración; para ello, abogaba por
colgar en internet los planes de gasto público días antes de que se
sometieran al Legislativo. Una vez fue elegido presidente, Obama 1
declaró: "Mi Administración está comprometida con crear un nivel de
apertura en el Estado nunca antes visto".
Qué bien sonaba eso, ¿eh? No es de extrañar que tanta gente le votara.
Pero luego viene Obama 2, que cursó la mastodóntica reforma sanitaria
(Obamacare) con tal celeridad, que ni siquiera los propios congresistas
tuvieron tiempo de leer el proyecto de ley, y para qué hablar de la
ciudadanía. De ninguna manera se colgó previamente en internet, como
Obama 1 prometió.
También la Constitución demanda transparencia. Cuando el presidente
designa a alguien para que ocupe un puesto en su Administración, aquélla
exige que la designación sea refrendada por el Senado, a fin de que su
trayectoria sea conocida antes de que ejerza el poder.
Obama, ciertamente, cumplió tal requisito cuando conformó su Gabinete;
pero hizo otros nombramientos, para cargos de gran relevancia, por medio
de órdenes ejecutivas. Con razón se denominó zares a estos designados, habida cuenta de los vastos e incontrolados poderes que les han sido confiados; poderes en algunos casos superiores a los de algunos miembros del Gabinete.
Pues bien, esos zares jamás fueron confirmados por el Senado,
por lo que no fueron sometidos a escrutinio alguno antes de asumir tales
poderes. Se nos ha impuesto a una serie de ignotos e incontrolados gobernantes sin la menor transparencia.
También
tiene que ver con la transparencia la obligación constitucional de que
el Congreso apruebe un presupuesto cada año. Pues bien, el Senado, bajo
control demócrata durante la Administración Obama, no ha aprobado un
presupuesto en tres años (consecutivos, además).
La tramitación de unos presupuestos obliga al Gobierno a informar a la
opinión pública de lo que paga, de los recortes que tiene que hacer para
reducir déficit… o de lo formidable que será éste si no se mete la
tijera. Pero, en este punto, Obama 2 y el Partido Demócrata dicen a la
opinión pública: "Métete en tus asuntos". ¿Transparencia?
En su toma de posesión, Obama juró que velaría por el recto
cumplimiento de las leyes. Como todos los presidentes. Ese era Obama 1.
Una vez en la Casa Blanca, Obama 2 se negó explícitamente a ejecutar
leyes con las que no estaba de acuerdo.
La legislación sobre inmigración es un buen ejemplo. Como no logró que
el Congreso aprobara alguna versión de la amnistía que el proponía,
Obama 2 pergeñó una orden ejecutiva por la que se eximía a ciertos
inmigrantes de cumplir con las leyes sobre la materia.
Mucha gente se implicó en el debate sobre si es bueno o malo que dicha
exención beneficiara a quienes fueron traídos al país cuando eran críos.
Pero la entera razón del Gobierno constitucional reside en que las tres
ramas del Poder acuerdan cuáles serán las leyes del Estado. Obama 2 ha
decidido que si el Congreso no se pliega, él hará lo que quiera por
medio de órdenes ejecutivas.
Si los presidentes pueden cambiar la ley unilateralmente, es muy
probable que no disfrutemos de la misma libertad que cuando estamos
sometidos al imperio del Gobierno constitucional. Esto es especialmente
peligroso en la segunda legislatura de un mandatario, pues éste ya no
tiene por qué pensar en lo que quieren los electores. Con un par de
nombramientos en el Supremo, podrá cambiar de forma permanente la
naturaleza misma del régimen norteamericano.
Uno de los casos más peligrosos de falta de transparencia en esta
Administración Obama tuvo lugar el pasado marzo, cuando Obama 2,
desconocedor de que había un micro abierto, le dijo al entonces
presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, que cuando lograra la reelección y
no hubiera de volver a enfrentarse a los votantes tendría la necesaria
"flexibilidad" para llegar a un acuerdo sobre los sistemas defensivos de
misiles. Es decir, que Obama podrá llegar a un trato con el más
implacable y formidable rival de América durante más de medio siglo;
trato que no podría cerrar si los votantes supieran del mismo antes de
acudir a las urnas.
Piensen en esa espeluznante perspectiva, y en lo que revela del verdadero Obama.
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