Culpables y excepciones en Ecuador
La
desinstitucionalización, la anomia social, la pérdida de valores y otros
factores relacionados son la leña que alimenta las hogueras del populismo, la
inseguridad y la corrupción. ¿Quiénes acumularon estos combustibles con los que
ahora se quema a fuego lento a los ecuatorianos? No fueron esas grandes
mayorías que han electo pésimos gobernantes, ni siquiera esos mismos ineptos y
corruptos líderes, no. Los culpables del calamitoso estado son las clases
dirigentes políticas, económicas y culturales, que llamadas a ser élites
creativas, y como tales trazar los senderos por los cuales el país debía
transitar hacia la prosperidad y la armonía, fueron simplemente minorías
dominantes incapaces y perezosas. Sucumbieron a la tentación del acomodo, del
enriquecimiento rápido y de los métodos mafiosos. Ni una lágrima por ellos,
cuando se quejan de lo que sucede, de buena gana lo festejaría, si no fuese
porque los afectados somos todos.
La
principal tarea que dejaron de cumplir fue la expresión de doctrinas que
sustenten las instituciones republicanas, el respeto a los derechos
individuales y una ética de responsabilidad. Se parquean sin rubor con todos
los autoritarios, confunden las garantías ciudadanas con susFueron
simplemente minorías dominantes incapaces y perezosas. privilegios y los
principios morales con formalismos. Por eso los idearios de todos, todos, los
partidos políticos ecuatorianos son una colección de consignas inofensivas,
ningún compromiso, ningún concepto contundente. No hubo social-demócratas, sino
social-cremócratas (“porque somos de la creme de la creme”), para los que lo
social significaba salir en las revistas “de sociedad”. Y si hubo liberales,
creían que esta palabra significaba liberarse de pensar, que claro es una
enojosa labor.
Por
supuesto que hubo excepciones. Algunos dueños de compañías eran verdaderos
empresarios. Un puñado de intelectuales usaba el intelecto. Y poquísimos
políticos fueron hombres de principios, con ideas claras, consecuentes en sus
actuaciones. Entre estos últimos cuéntase Blasco Peñaherrera Padilla, un
liberal que mantuvo sus postulados sin porfía pero con firmeza, entendiendo lo
que en verdad significaba esta doctrina, con clarividencia y coherencia. Por
eso, hace muy bien el Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP) en promover
un homenaje al ilustre personaje (este 7 de los corrientes en Quito y el 8 en
Guayaquil) en un evento celebrativo del Día de la Libertad, fecha en la que se
conmemora la caída del Muro de Berlín.
Así
podemos señalar que otra excepción a la modorra y superficialidad que ha
caracterizado a las últimas décadas, ha sido justamente el IEEP. Esta
organización, con la batuta de la dinámica economista Dora de Ampuero, es uno
de los pocos tanques de pensamiento del país, en el que se elaboran, discuten y
difunden ideas que superan los catecismos fracasados y el credo del
parasitismo. Para la ocasión, en la que se dialogará sobre “Los desafíos de la
libertad en América Latina”, concurrirán nada menos que Martín Krause, uno de
los más reconocidos y sólidos intelectuales argentinos, y Álvaro Vargas Llosa,
conocido periodista y politólogo peruano, constituyendo de esta manera un panel
de lujo al nivel de la justa celebración.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
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