El bono y el tamaño del Estado en Ecuador
Considerando
que el Estado ecuatoriano consume hoy en día prácticamente la mitad (49%) de lo
que producimos todos los ecuatorianos y que el bono parece ser el subsidio
menos dañino del sinnúmero de subsidios que otorga el Estado ecuatoriano, hay
numerosas alternativas para financiar el incremento al bono sin necesidad de
crear nuevos impuestos, atentar contra la propiedad privada y ahuyentar aún más
la inversión privada. Además, el incremento del bono podría servir para hacer
políticamente posible reducciones importantes en el tamaño del Estado.
El
incremento del bono de $ 35 a $ 50 costaría $ 340 millones. Si el presupuesto
del Estado este año fue de $ 26.109 millones, pues es relativamente sencillo
para cualquier político identificar algún rubro de alrededor de $ 340 millones
que no sea políticamente difícil de eliminar. Pero limitarse a eso sería
desperdiciar la oportunidad de reducir el peso del Estado sobre los
ecuatorianos. Hay varios gastos insostenibles o innecesarios que se podrían
reducir o eliminar para financiar no solo el aumento del bono, sino una
reducción en los impuestos.
El
subsidio a los combustibles es uno de los gastos insostenibles. Considerando
que el subsidio genera una gran distorsión en la economía, que no guarda
coherencia con la actitud “verde” del gobierno (fomenta mayor consumo de
combustibles fósiles), que en el 2011 gastamos 6,7% del PIB (en salud gastamos
1,3%) en este subsidio, es verdaderamente lamentable que no haya liderazgo
político para desactivar esta bomba.
Muchos
dicen que nadie puede tocar este subsidio porque sería un suicidio político.
Pero considere lo siguiente: Dado que en el 2011 el Estado gastó $ 2.949
millones en subsidios a los combustibles, una reducción de solo 11,5% en este
subsidio podría financiar el incremento del bono. Si se establece una reducción
anual de este subsidio de alrededor del 10 u 11%, hasta que este desaparezca,
cada año se liberarían nuevos recursos para que el Estado reduzca impuestos que
afectan principalmente a la clase media.
Otro
gasto insostenible es lo que el Estado ecuatoriano gasta en sueldos de
empleados públicos. Entre el 2007 y 2011 el gasto en sueldos de burócratas se
incrementó en un 96,7%. Con ese fenomenal crecimiento, no me sorprendería que
el nuevo “sueño ecuatoriano” sea llegar a ser burócrata. Considerando que en el
2011 el Estado gastó $ 7.264,5 millones en la burocracia, se podría financiar
la totalidad del incremento del bono con una reducción del 4,6% en el rubro de
sueldos de los burócratas.
Finalmente,
vale la pena indicar que Ecuador venía reduciendo la pobreza desde el año 2001
a un paso acelerado sin los 13 ministerios y 6 secretarías que se crearon desde
el 2007 y sin el radical crecimiento del gasto público. Así que seguramente hay
mucha más tela para cortar dentro del sector público.
Lamentablemente,
no parece haber un liderazgo político dispuesto a aprovechar la herramienta del
bono para hacer políticamente posible la necesaria reducción del tamaño del
Estado para que este retorne no solo al tamaño que tenía antes de la
“revolución”, sino al tamaño que la historia muestra que ha permitido que las
naciones que eran pobres hace 100 años sean hoy las más ricas del mundo.
Además, reducir el tamaño del Estado reduciría el poder de quienes nos
gobiernan.
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