Se nubla el cielo de América latina
MONTEVIDEO.- América latina ha vivido años de gloria.
Desde 2003, el viento que sopló desde China no ha dejado de inflar
precios internacionales que son el cimiento de este inédito lapso de
crecimiento. La crisis de 2008 fue un sacudón momentáneo (el PBI cayó un
2,9% en 2009), enseguida superado por un 2010 y 2011 expansivos (6 y
4%). Este año, sin embargo, está terminando con números mucho más
modestos, que ponen una nota por lo menos de prudencia. Brasil, la mayor
economía, que hace dos años creció al 7,5% y el año pasado bajó al 4%,
este año ha disminuido sus expectativas, hasta el punto de que sólo se
espera un modesto 1,6%, según la última previsión del Banco Central.
La política tampoco se ve tan color de rosa. Las
democracias electorales en que (salvo la monarquía hereditaria de Cuba)
los pueblos siguen eligiendo gobierno, no resplandecen. Como suele
decirse, su legitimidad de origen no se proyecta tan claramente hacia el
ejercicio.
La prensa es víctima de constantes ataques, que van
desde Venezuela hasta la Argentina, pasando por Ecuador. Muy especial es
el caso argentino, con un Gobierno lanzado, con todos los medios a su
alcance, hacia el 7-D (7 de diciembre), día en que el Grupo Clarín
tendría que desarmar su estructura multimedial, vendiendo aquellas
radios y canales de televisión que exceden los márgenes fijados por una
ley hecha a la medida del caso, sobre la que aún falta pronunciamiento
definitivo en cuanto a su constitucionalidad. Por esta razón, Clarín
logró un recurso de amparo que vence ese día y que, de no prorrogarse,
llevará la situación al rojo vivo. Esta situación de enfrentamiento
nació durante el paro agropecuario de 2008, cuando el Gobierno argentino
pretendió que los medios, especialmente de televisión, disminuyeran la
visibilidad de una movilización que no tenía precedentes por su
magnitud. Desde entonces, el Gobierno estableció que no existía la
"prensa independiente" y que, siendo simplemente "opositora", merecía su
constante ataque. No hay precedente de un jefe de Estado democrático
que con tanta frecuencia, intensidad y virulencia verbal cuestionara a
la prensa de su país. Cuestionamiento, por otra parte, que no ha tenido
límites, porque ha incluido -entre otras tantas medidas- la confiscación
de los derechos de difusión del fútbol y hasta la acusación -hoy
desmentida por los exámenes de ADN- de que los hijos adoptivos de la
propietaria de Clarín eran hijos de desaparecidos, sustraídos a sus
padres por la dictadura militar. En estos días el Gobierno ha lanzado
una campaña difamatoria contra jueces que intervendrían en el asunto y
que son trasladados o se van excusando y renunciando.
En otro orden, el Mercosur ha suspendido -a finales de
junio- la presencia de Paraguay, luego de que un juicio político,
tramitado por los cuerpos parlamentarios legítimos, le quitara su
investidura al presidente Lugo y ocupara su lugar el vicepresidente
constitucional que, como consecuencia natural, no es un usurpador. Los
otros tres presidentes del Mercosur, por sí y ante sí, sin las consultas
que impone el tratado constitutivo del bloque, resolvieron suspender a
Paraguay y, al mismo tiempo, sin aprobación parlamentaria de la
unanimidad de los Congresos, incorporar a Venezuela al Mercosur. Podrá
el juicio político al presidente Lugo ser un error político, pero nunca
un golpe de Estado, y no es un detalle menor señalar que de los 125
senadores y diputados sólo 5 votaron en contra del relevo del
mandatario. Se actuó por simple simpatía política y personal, arrasando
la institucionalidad del Mercosur, un proceso de integración que nació
en 1991 con enorme expectativa y que, luego de años de avance, se ha ido
estancando y desvirtuando.
Si miramos hacia la vida interna de los países, Brasil
-pese a su solidez política- está viviendo en estos días un juicio a
varios de los jerarcas principales del gobierno de Lula, que han sido
procesados y condenados a prisión por el Supremo Tribunal Federal en una
causa en que se demostró el uso concertado de dineros públicos para
sobornar a legisladores a fin de que votaran determinadas iniciativas
legislativas.
Chile, mirado en los últimos años como el modelo a
seguir, registra un malhumor reflejado no sólo por las protestas
estudiantiles, sino que la reciente elección municipal adoleció de una
abstención de casi el 60% y resultó un revolcón muy fuerte para los
partidos de centro-derecha hoy en el gobierno.
Venezuela, por su parte, en una elección donde el
oficialismo disfrutó de una enorme ventaja en los medios, registró una
vez más la victoria del presidente Chávez, pero ahora con la aparición
de una oposición vertebrada en torno a un candidato que, por lo menos,
pone fin al monólogo presidencial.
Las mejores noticias quizá sean las de México, donde
vuelven a alternarse los partidos en el poder y nuevamente gobierna el
PRI, con un candidato de la nueva generación.
Persiste entonces la estabilidad económica, aunque con
nubarrones en el horizonte y una democracia que, pese a sus avances, no
termina de alcanzar la madurez deseada. Estos años gloriosos de la
bonanza, cuyas mieles han endulzado los consumos populares y engordado
el gasto fiscal, comienzan a desvanecerse. Sin traumas, por ahora, pero
con la sensación algo frustrante de que la fiesta va llegando a su fin y
no quedará mucho para el día siguiente.
© LA NACION.
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