Estado de Sitio de Cristina
Cristina Kirchner está sitiada, no paralizada. Son
situaciones distintas, tiene tres años por delante y su capacidad de hacer daño
no sólo no se agotó sino incluso puede potenciarse. Es hábil para las huidas y ha dado
pruebas fehacientes de resurgir de las cenizas. Eso no implica que pueda resucitar el cadáver de la re
reelección, pero si volver a golpear donde más duele.
Por
otra parte, la
volatilidad de la sociedad es un flanco débil, se distrae fácil.
Su multitudinaria manifestación fue contundente, pero en lo que resta de
mandato puede haber tentaciones
a las que, históricamente, no ha podido ser indiferente.
En
la oposición todavía las identidades no están definidas. Dan un paso al frente,
trastabillan, retroceden, y esos vaivenes confunden y alejan a la gente. Será difícil zanjar la crisis de
representatividad. Lo cierto es que el cuadro no se ha completado y de ningún
lado pueden cantar victoria.
El
“no descarte” de la
estatización del subte que confesara Horacio Rodríguez
Larreta, es un ejemplo de la inestabilidad que no logra superarse.
Por
su parte, el socialismo
parece haber retomado vínculos con el gobierno. El pasado
viernes, la Presidente prometió ayudar financieramente a Santa Fe. Cristina no
hace esos guiños sin antes haberse garantizado algún beneficio a cambio. La
asistencia oficial se resume en la fórmula: “primero dame vos, y después veo si yo te doy“. Proyecto
Sur de Pino Solanas está complicado. Un
sector del mismo consideran haber sido funcionales al kirchnerismo.
Elisa Carrió sigue lastimada tras la última elección, y
es entendible que así sea.
La gente desdeña la
mentira oficialista pero deja de lado las verdades que – cuando se dicen en
TV-, aplauden. Convengamos que el pueblo argentino no es fácil,
y en ocasiones puede ser masoquista, contradictorio y auto-boicotearse.
En síntesis, el camino a transitar es sinuoso, el
cansancio acecha, la realidad lastima, y a las rosas no se le han quitado aún
todas las espinas. Lo que viene no es fácil.
Así
como el kirchnerismo puede sacar un as de la manga cuando nadie lo espera,
también es real que los imponderables en política suceden, y te alteran el
paisaje sustancialmente. En
Octubre de 2011, Cristina Fernández no ganó por sí misma.
Paradójicamente
o no, la repentina
muerte de su cónyuge, colaboró al rutilante triunfo de la elección. A la semana
del fallecimiento, la imagen de la Presidente aumentaba 20 puntos mágicamente.
En consecuencia, puede decirse que el comicio lo ganó la viuda de Néstor
Kirchner.
Tras
el deceso de Carlos
Menem Junior, a su padre se le facilito considerablemente la
reelección. Los
argentinos tenemos un concepto muy peculiar de la compasión.
Que el gobierno esté hoy en situación de jaque no
implica tampoco una derrota definitiva. Todavía tiene alternativas para
remontar la partida. A su estilo claro, en consecuencia conviene protegerse de
los golpes bajos. Dormirse
en los laureles del 8N es un peligro latente. No juegan limpio, el ataque puede
venir por retaguardia, en un descuido te apuñalan por la espalda.
La
jefe de Estado tiene habilidad para marcar la agenda pero falla a la hora de
responsabilizarse de sus actos. No
poder admitir un error es un problema con el que su entorno debe lidiar a
diario. Hay
ministros y funcionarios, que en voz baja, reclaman que se hunden por culpa de
la testarudez de la dama. Si el país es el Titanic, su carácter es el iceberg.
Por
esa razón, en Balcarce
50 buscan afanosamente un chivo expiatorio para cuando quede en total evidencia
el fracaso de expropiar Repsol. Duró más la puja por la distribución de
despachos que la “patriada” vendida como gesta magna. ¿De qué
manera entregar la cabeza de Axel Kicillof sin quedar expuesto el gobierno
todo, a un fracaso estrepitoso?
Parte
de la ciudadanía alimentó al chancho. Recuérdese el día siguiente las banderas
argentinas flameando como si se tratara de un acontecimiento capaz de torcer el
rumbo hacia la salvación. Y
es que cada anuncio de la Presidente adquiere la fisonomía de una epopeya
magnánima. El gobierno nacional tiene escenógrafos dignos de admirar.
¿Cómo
olvidar el anuncio del “pago cash” al Club de París? Corría el año 2008 y
sorpresivamente, cadena nacional. En pleno acto por el Día de la Industria,
Cristina expresó: “He
firmado un decreto por el que instruyo al ministro de Economía (Carlos
Fernández) a que utilice las reservas del BCRA para cancelar la deuda del Club de París”. Automáticamente
logró que los empresarios citados en el Salón Blanco se levantaran y
aplaudieran. Ovacionaron.
Hay complicidades incomprensibles después del sinfín de
pruebas de las mentiras acuñadas en cada diatriba. Lo grave es que esto no sucedió solo
una vez. En dos ocasiones se repitió el sainete. Desde luego, la institución
aún espera que la deuda se salde.
“Mucho ruido y pocas nueces“. Cristina clama
por protagonismo, y convirtió
el ejercicio del poder en una demostración de histrionismo permanente.
Ella actúa, el séquito asiente con la cabeza, sonríe, hace palmas y suma al
clima de júbilo circense. De un tiempo a esta parte, la escena se reforzó con
los jóvenes militantes entonando alguna oda acorde a la ocasión.
En
ese contexto, de aquí al 7D, la mandataria reiterará anuncios, se esmerará en
el recitado de números, y enfatizará el relato de la Argentina émula de Suiza. Su apuesta es a mantener el status
quo. La dialéctica de la Presidente es básica: si las clases medias piden
blanco, ella se mantendrá en el negro, aún cuando comparta que otro matiz
pudiera beneficiarla.
Sucedió
cada vez que algún funcionario cometía un error generando malestar en la
sociedad. En privado recibían castigo y ante cámaras la re-confirmación. Se trata de no complacer o hacer
algo que sea del gusto del adversario. Y éste hoy, es la franja social
oficialmente conocida como “golpistas y destituyentes” del 8N. De
hecho, Cristina Kirchner está que trina con Nilda Garré, pero la mantiene pues
quienes marcharon la quisieran fuera del gabinete.
Utiliza
la metodología del ajedrez. Está
en jaque, y salir de ese estado puede lograrse interponiendo una pieza entre la
figura agredida y la agresora. Así fue como apareció Sergio
Berni repentinamente.
Respecto al jaque que le hiciera la calle, su táctica
es utilizar otra de las posibilidades para liberar al rey. Analiza con agrado la posibilidad de mover la ficha
agredida (esta vez es ella misma) a un escape fuera de la acción del
adversario. Está pues en ese trance.
Cristina es el prototipo de la contradicción. Una
versión femenina de aquel personaje que interpretara Juan Carlos Calabró. Es
“la contra” en persona.
Nadie
se atreve a decirle, por ejemplo, que por
cada mención contra el grupo Clarín, el matutino aumenta sus ventas y TN su
audiencia. Tampoco hubo coraje para advertirle que la munición gruesa disparada contra
José Manuel De La Sota, no hace sino cooperar con la carrera proselitista del
cordobés. Si ella afirmara que el gobernador de Córdoba no
canta bien, un amplio sector ciudadano lo consideraría Gardel.
El
hartazgo y la mentira sistemática, ha llevado a la sociedad a reaccionar de esa
manera. Posiblemente
no sea racional, y es que la razón no puede inmiscuirse en un ámbito de
caprichos y barbarie.
Por otra parte, el enigma de la sucesión es una piedra
en el Louboutin que calza la mandataria. Sabe que debe elegir un delfín, pero
no puede digerir que sea Daniel Scioli. Además debe aceptar una realidad insoslayable: no ha forjado amigos ni discípulos
sino socios y cómplices. Su conducta para con muchos de ellos
fue deplorable (Esquenazi, Ulloa, Nicolás Fernández…, la lista es larga)
El fantasma de Daniel Peralta encima es determinante.
Le dieron la gobernación de Santa Cruz porque era propia tropa, pero el
divorcio no se demoró. Lo mismo puede sucederle con quien sea que elija para la
transición. Cristina
ya se ha condenado a sí misma.
De
no asegurarse una continuidad en el poder, su futuro será muy oscuro. Despreciando y ninguneando a sus hombres,
y apretando jueces con amenazas y extorsiones, perdió toda posibilidad de
llegar al 2015, y retirarse con alguna garantía de impunidad que le evite lo
inevitable: una mudanza directa desde Olivos a la cárcel.
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