Antisemitismo: la vergüenza de todos
Con el conflicto entre Israel y el Estado
palestino en su punto más crítico, el político húngaro Marton Gyongyosi
propuso elaborar una lista con los nombres de los judíos del Gobierno y
el parlamento que podrían “suponer un riesgo para la seguridad
nacional”. Como cabía esperar, la idea planteada por el miembro del
partido político de extrema derecha Jobbik fue rechazada por la mayoría
de la clase política y grupos de derechos humanos, que vieron en la
propuesta el despertar de los peores fantasmas de un pasado no tan
lejano.
Aunque de inmediato Gyongyosi intentó aclarar que la medida
serviría para prevenir ataques violentos que podían derivar del
enfrentamiento en el Medio Oriente, era inevitable detectar en sus
palabras e intenciones las mortales emanaciones de lo que fue el nazismo
y las seis millones de víctimas que provocó el Holocausto. A fin de
cuentas el representante ultraderechista ha llegado a cuestionar el
número de víctimas del Holocausto. Un día después de que Gyongyosi
anunciara su plan, los judíos se manifestaron en las calles de la
hermosa Budapest luciendo la tristemente famosa estrella amarilla que en
Alemania Hitler los obligó a exhibir en sus ropas a partir de diciembre
de 1941. El clamor unánime de la comunidad judía húngara (que asciende a
más de 100,000) recordaba que aquella insignia fue sólo uno de los
primeros pasos antes de la confiscación de negocios y propiedades. El
preámbulo de la hacinación en los guetos. La antesala de los campos de
concentración que se establecieron en la Europa ocupada. El ominoso
anuncio de una “solución final” que ya había trazado el Führer en Mein Kampf.
Años
después de que se conociera en toda su dimensión el horror del
antisemitismo que azuzó el delirante nacional socialismo alemán, los
fascistas húngaros se atreven a promover otro proyecto de barbarie. Y lo
hacen desde un partido que representa la tercera fuerza política del
país con una plataforma que desde el principio ha formulado opiniones
contra los judíos y los gitanos. Entre la indignación y el espanto,
Gustav Zoltai, director ejecutivo de la Asociación de Congregaciones de
Judíos de Hungría, ha dicho: “Esto es la vergüenza de Europa, la
vergüenza del mundo”.
Así es. Con la memoria doliente de Auschwitz
o Mauthausen que nunca jamás podrá borrarse, las ideas tóxicas de
Gyongyosi y sus partidarios son la muestra de que el más feroz
antisemitismo pervive en Occidente y es la semilla putrefacta que, de
propagarse, acabaría por desatar pogromos y pesadillas de exterminios
contra las minorías más vulnerables.
Cuando todo parece indicar
que Europa ha dejado atrás el sentimiento atávico del odio a los judíos,
de nuevo brotan aquí y allá las teorías conspirativas y la estrella de
seis puntas vuelve a ser el blanco de sospechas entre quienes siempre
pretenden culpar al otro de los males colectivos. Son viejas
supercherías que avivan las hogueras donde sucumben los más débiles y
perseguidos. La lista de Gyongyosi es la vergüenza de todos.
© Firmas Press
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
Artículo de blog relacionados
Por Bhushan Bahree, en Nueva York y Russell Gold The Wall Street Journal...
10 de julio, 2006Quienes defendemos la economía de mercado por sobre el estatismo a menudo somos...
16 de noviembre, 2012- 24 de mayo, 2007
Siglo 21 La inmerecida muerte de Facundo Cabral es la gota que derramó...
13 de julio, 2011