Obama, Kerry y Latinoamérica
Si el presidente Barack Obama designa Secretario
de Estado al senador John Kerry para reemplazar a Hillary Clinton cuando
inicie su segundo mandato el mes próximo, tal como prevén los
funcionarios de la administración, es posible que veamos un leve aumento
de la atención que Estados Unidos le presta a Latinoamérica.
No es
que Kerry sea un experto en la región, ni que esté más interesado que
Clinton en los asuntos latinoamericanos. No lo está, como tampoco lo
estuvieron Hillary Clinton, ni su antecesora.
La diferencia
estaría en que Kerry dejaría su cargo actual de presidente del poderoso
Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y casi seguramente sería
reemplazado allí por el senador cubano-estadounidense Bob Menéndez
(demócrata por Nueva Jersey). Eso, junto con la promoción del
congresista Elliot Engel (demócrata por Nueva York) de su actual cargo
de líder de la bancada demócrata en el Subcomité de Asuntos del
Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes a líder de la
bancada demócrata en el más importante Comité de Asuntos Exteriores de
la Cámara, dejaría a dos expertos en Latinoamérica en cargos claves, con
la posibilidad de ejercer mayor influencia en la política exterior de
Estados Unidos.
Según me dicen fuentes bien situadas del congreso,
no habría una gran diferencia entre Kerry y Clinton como Secretarios de
Estado. Ambos son figuras de gran peso político: Kerry fue candidato
presidencial demócrata en 2004, y es presidente del Comité de Relaciones
Exteriores del Senado desde 2009. Clinton fue primera dama, Senadora, y
Secretaria de Estado.
En lo que hace a los temas
latinoamericanos, Kerry tuvo su mayor intervención —algunos dirían la
única de importancia — a fines de la década de 1980, cuando desempeñó un
rol clave en la investigación parlamentaria del escándalo Irán-Contras
de Centroamérica. Desde entonces, su principal interés ha sido
Afganistán, Irán y otros sitios candentes del mundo.
Cuando
entrevisté a Kerry durante su campaña presidencial de 2004, admitió que
no conocía personalmente a ninguno de los principales líderes
latinoamericanos. Por otra parte, para ser justos, su visión del mundo
era mucho más afín con la de los líderes latinoamericanos que la del
entonces presidente George W. Bush.
Fuentes parlamentarias me
dicen que si Menéndez reemplaza a Kerry al timón del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado, como se presume, seguramente
impulsaría una estrategia anti-narcóticos continental, que reemplazaría
los actuales planes de combatir el narcotráfico separadamente en México,
Colombia y Centroamérica. La propuesta de Menéndez también pondría
énfasis en reducir la demanda de drogas estadounidense.
Menéndez
también ha impulsado una mayor ayuda económica a Latinoamérica — lo que
sin dudas será difícil en medio de los actuales recortes
presupuestarios— y ha pedido investigar las actividades de Irán en
Venezuela, Bolivia y Ecuador. Partidario de las sanciones de Estados
Unidos contra Cuba, Menéndez también ha firmado —junto con Kerry y los
senadores republicanos Richard Lugar y Marco Rubio— una carta exigiendo
que la Organización de Estados Americanos salga de su ’’parálisis” y
cumpla su responsabilidad de defender la democracia en la región.
Aunque
Menéndez no se lleva tan bien como Kerry con la Casa Blanca, donde
muchos lo ven como demasiado centrado en Cuba, su designación como
presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado presionaría a
la administración a invertir mas tiempo y energía en temas
latinoamericanos, dicen los partidarios de Menéndez.
El
congresista Engel, a su vez, me dijo en una entrevista telefónica que en
su nuevo cargo “trataré de fortalecer y mejorar los vínculos de Estados
Unidos con Latinoamérica” y que “con Bob Menéndez y yo encabezando a
los demócratas en los comités de ambas cámaras, procuraré que ambos
trabajemos para fortalecer las relaciones con Latinoamérica”.
Mi
opinión: La probable promoción de Menéndez y Engel a cargos
parlamentarios de alto nivel, así como el creciente peso político de los
latinos en Estados Unidos después del crucial apoyo hispano a Obama en
las elecciones del 6 de noviembre, podría obligar al presidente a
prestar mayor atención a Latinoamérica en los próximos cuatro años.
Es
probable que veamos, por ejemplo, una reforma inmigratoria en el
Congreso, que tendría un gran impacto económico en México y
Centroamérica, entre otras cosas porque la legalización de 11 millones
de inmigrantes indocumentados haría que muchos de ellos accedieran a
empleos legales, con mejores salarios, lo que les permitiría enviar
mayores remesas familiares a sus países de origen.
Pero también
podría traducirse en otras iniciativas de Estados Unidos en la región,
incluyendo la reformulación de la guerra contra las drogas, y nuevos
acuerdos comerciales con México, Perú, Chile y otros países de la costa
del Pacífico bajo el paraguas del Acuerdo de Asociación Trans-Pacífica
que está impulsando Obama.
Aunque todo está por verse, puede que
veamos un mayor interés de Washington en Latinoamérica, algo que no se
ha visto en los últimos años.
- 28 de diciembre, 2009
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