Abundancia de bondad
Con tantas noticias feas es fácil
caer en el pesimismo de pensar que la gente es mala por naturaleza. Sin embargo
en el mundo también abundan los actos de amor, de solidaridad, de altruismo. En
realidad nuestra vida es tan abundante de estos actos que los pasamos por alto.
Es más fácil recordar al taxista que se nos cruzó en la vía y encima nos
insultó que a la persona que sin conocernos esperó para que entremos en el
ascensor. Cosas como vecinos que se prestan azúcar, parejas que cumplen día a
día el incesante rol de ser padres, alguien que nos da una dirección en la
calle, misioneros que dedican su vida a ayudar a los demás, un estudiante que
se desvela para preparar a su amigo a dar un examen, son tan cotidianas que las
olvidamos.
Pero algunos actos de solidaridad
quedan en la memoria. Narró dos anécdotas de un viaje de mochilero por Europa
el 2002. Los hostales de Londres son muy caros y para que mi presupuesto alcance,
una noche me quedé en la calle. Guardé mi mochila en un “locker” en la estación
de trenes y salí a caminar. Terminé conversando con un vagabundo quien me ayudó
a construir una cama con cartones. Aparte de distraerme gran parte de la noche
narrándome una inverosímil versión de su vida, me enseñó que cuando uno busca
cartones en la basura, debe olerlos antes para asegurarse que no apesten a
comida podrida. También prometió llevarme la mañana siguiente a comprar el café
más barato de Londres, promesa que no pudo cumplir porque yo decidí seguir
otros rumbos.
La segunda anécdota acontece en el
puerto de Patras en Grecia. Yo ya había finalizado mi viaje y estaba retornando
hacia el norte de Italia donde debía buscar trabajo para sobrevivir el resto
del verano boreal. Para mi mala suerte el puerto estaba paralizado por una
huelga laboral. Con el dinero justo para volver y sin la certidumbre de
encontrar trabajo en Italia, la demora me tenía preocupado. En el hostal conocí
a un mochilero alemán que quería llegar hasta la India. Jugamos ajedrez unas
cuantas veces y vimos algún partido del Mundial de fútbol que se jugaba en
Corea y Japón. Al saber que me estaba quedando sin dinero, este mochilero, a
pesar de no tener dinero de sobra, ni de conocerme y a quien nunca volvería a
ver se ofreció a prestarme lo suficiente para llegar a mi destino y me dijo que
se lo trasfiera cuando pueda.
Vale la pena recordarnos a nosotros
mismos que hay una abundancia de bondad entre los seres humanos y que hay más
cosas buenas que malas en la sociedad.
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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