Delirios del intervencionismo: En Argentina, fabricantes de electrónicos exportan camarones
The Wall Street Journal Americas
Trabajadoras en una planta procesadora de pescado de Newsan en Argentina preparan camarones para exportar.
Newsan SA se hizo un nombre en Argentina fabricando pantallas de
plasma para televisores Sanyo y videocámaras JVC. Pero el año pasado, la
empresa de electrónicos se expandió en una dirección sorprendente:
desarrolló un negocio para pescar, congelar y exportar camarones y
merluza.
La decisión no tuvo nada que ver con un plan de negocios estratégico
sino que fue más bien una reacción a las dificultades para lidiar con
las políticas macroeconómicas cada vez menos ortodoxas de Argentina, que
según muchos empresarios del país se están convirtiendo en un dolor de
cabeza.
Trabajadoras en una planta procesadora de pescado de Newsan en Argentina preparan camarones para exportar.
El año pasado, el gobierno de la
presidenta Cristina Fernández de Kirchner trató de evitar una fuga de
dólares del país y proteger la industria local mediante la creación de
una nueva política comercial que permite importaciones de bienes
extranjeros sólo si son equiparados en igual medida por exportaciones.
Para cumplir con la ley, Newsan ahora vende alrededor de 3.600
toneladas de camarones y merluza al año a Europa, Rusia, China y otros
países, para poder importar partes electrónicas que necesita para su
negocio principal. También considera exportar biocombustibles.
Ese tipo de acuerdos son una solución a corto plazo para las empresas
que lidian con restricciones a las importaciones, pero los detractores
afirman que son ineficientes para las compañías y que los empleos nuevos
que crean podrían desaparecer si el gobierno cambia su política. De
hecho, funcionarios argentinos ahora analizan si la continuación de esta
clase de pactos estará permitida, indicó una persona cercana al
gobierno.
Otras empresas también han tenido que recurrir a la imaginación para
ingeniar maneras poco comunes de cumplir con la política. El fabricante
de neumáticos Pirelli & C. SpA
ayudó a exportar miel local para compensar su cuota de exportaciones, y la subsidiaria de BMW AG
en Argentina logró un acuerdo para exportar cuero, un tipo de jugo de
uva y toneladas de arroz para poder importar autos, minivans y motos.
"El
arroz no es el negocio de BMW, pero tuvimos que pensar en una
solución", sostuvo Dan Christian Menges, un vocero de BMW en Argentina.
La automotriz incluso creó un nuevo empleo en ese país dedicado a
procurar ese tipo de acuerdos, llamado "gerente de exportaciones".
Las medidas suponen el regreso a un proteccionismo del pasado que fue
una política económica popular en América Latina en los años 60 y 70,
pero que se dejó de lado en las últimas décadas a medida que se percibió
que el libre comercio impulsaba el crecimiento. Los países ahora
respaldan sus industrias locales con otras medidas, como subsidios.
Al resucitar esas políticas en un intento por compensar los efectos
de una economía que cayó 0,8% en el segundo trimestre y registró una
tasa de inflación en alza —según estiman economistas independientes
rondaría 25%—, Kirchner está recurriendo al libreto del partido
peronista, donde se encuentran sus raíces políticas.
"Hay un resultado positivo a corto plazo en términos de rentabilidad
(del negocio) y empleo", afirmó Daniel Hoyos, director del departamento
de economía de la Universidad Nacional del Centro en Buenos Aires. "Pero
el negocio se crea para sacar ventaja de las reglas. Cuando las reglas
cambian, el negocio desaparece".
La política también es impulsada por los controles monetarios de
Argentina, que racionan las compras de dólares y otras divisas
extranjeras. Las reservas de dólares del país han bajado durante el
último año debido a que muchos argentinos —que temen el enfriamiento de
la economía y las políticas monetarias de su gobierno— han intentado
comprar cada vez más dólares para guardar en el extranjero.
En teoría, obligar a las empresas a usar exportaciones que generen
dólares para pagar por las importaciones ayudaría a disminuir el flujo
saliente de la moneda estadounidense.
Sin embargo, las divisas siguen saliendo del país. Durante el último
año, los argentinos retiraron de los bancos casi US$7.000 millones en
depósitos de moneda extranjera, mayoritariamente dólares, aunque
recientemente los flujos salientes se han reducido.
Kirchner y sus ministros afirmaron públicamente que sus políticas de
"comercio administrado" son necesarias para proteger los empleos
argentinos frente a importaciones baratas. Funcionarios del gobierno
acusaron a potencias mundiales de intentar deshacerse en Argentina de
sus excedentes debido a la débil demanda en sus propios países.
Inicialmente, la política impulsó el excedente comercial del país,
pero el crecimiento se ha desinflado. En octubre, el superávit comercial
ascendió a un total de US$585 millones, un descenso desde los US$1.200
millones un año antes y los US$911 millones en septiembre, según cifras
del gobierno divulgadas el mes pasado. Las importaciones en octubre se
mantuvieron sin cambios frente a un año antes, en US$6,3 millones.
Las políticas comerciales de Argentina desataron una ola de quejas de
miembros de la Organización Mundial del Comercio, incluidos Estados
Unidos y la Unión Europea.
Un vocero de Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior
argentino, ampliamente conocido como el arquitecto de las políticas de
importación del país, prefirió no hacer comentarios. Un representante
del gobierno al tanto de los controles a las importaciones sostuvo que
estaban "adoptados con las mejores intenciones para ayudar a los
mercados internos… a una emergencia (económica) fue necesario tomar
estas medidas."
En muchos de los acuerdos de importación-exportación, los
importadores pagan una comisión de alrededor de 10% al exportador para
convertirse en el exportador oficial de algunos de sus productos, lo que
incrementa los costos generales para los importadores.
El pujante sector de vinos en Argentina, que exportó US$865 millones
en los 12 meses que finalizaron en octubre, convierte a las bodegas en
socias codiciadas por las empresas que quieren importar.
No hay datos oficiales sobre cuán extendidos están los acuerdos con
bodegas, pero Javier Merino, director de Área del Vino, una consultora
de la industria, estima que entre 15% y 20% del vino que sale ahora de
Argentina es exportado por empresas como fabricantes de electrónicos,
proveedores de autopartes y otras que tratan de conseguir cuotas de
importación.
Sin embargo, los economistas advierten que las empresas importadoras soportan pesados costos reales y administrativos.
"Es como un impuesto a las importaciones, pero crea muchas
ineficiencias", observa José Antonio Ocampo, profesor de asuntos
internacionales en la Universidad de Columbia. "No es deseable que una
firma que no se especializa en el arroz exporte arroz."
Ken Parks contribuyó a este artículo.
- 23 de julio, 2015
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