‘Los Estados Unidos de Argentina y Chile’
“Compatriotas: Los poderosos Estados Unidos de Buenos Aires y Chile,
deseando cooperar, en cuanto les sea posible, a la emancipación de sus
oprimidos hermanos, me han comisionado para cumplir esta noble
empresa….”. Proclama del corsario francés Luis Michel Aury al tomar
posesión de las islas San Andrés, Santa Catalina y Vieja Providencia.
El
reciente fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre el destino
final de las islas San Andrés, Santa Catalina y Vieja Providencia en
aguas del Caribe, que favoreció a Colombia y, en cuanto a soberanía
marítima, a Nicaragua, nos trae a la memoria una curiosa historia sobre
este archipiélago, ubicado a 220 kilómetros de la costa de Nicaragua y a
775 de la costa atlántica de Colombia. Ubicación geográfica que
antiguamente facilitó las operaciones de piratas y corsarios, como los
conocidos y novelescos ingleses Francis Drake y Henry Morgan.
Actualmente constituyen un paraíso de descanso para turistas del mundo.
Me
refiero a un hecho casi anecdótico que ocurrió durante el proceso de
independencia y emancipación de la América Hispana. Historia que tiene
sus orígenes en las costas de Venezuela, con el clérigo chileno José
Joaquín Cortés Madariaga, miembro de la Logia Masónica Lautaro, fundada
por Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez, a la cual pertenecían,
entre varios otros, los libertadores Bolívar, O’Higgins y San Martín.
Cortés
Madariaga, encontrándose en Venezuela, participa activamente en el
proceso de independencia de ese país, siendo uno de los artífices del
pronunciamiento del 19 de abril de 1810, oportunidad en que se le exige
la renuncia al gobernador español y capitán general de Venezuela,
Vicente Emparan y Orbe.
Posteriormente, este singular clérigo, de
ideas emancipadoras, a pesar de haber sido apresado por los españoles y
enviado al calabozo en Ceuta, en el norte de África, logra fugarse de
su prisión y regresar a las Antillas, desde donde continuó apoyando la
independencia de América. Al parecer, gracias a la ayuda de sus
“hermanos” de la logia lautarina –O’Higgins en Chile y Pueyrredón en
Argentina– es nombrado embajador plenipotenciario de ambos países
(Historia de la marina de Chile, Carlos López Urrutia), condición que le
permite extender varias patentes de corso, supuestamente otorgadas con
el consentimiento de Chile y Argentina.
Una de estas patentes de
corso la adquirió el marino francés Louis Michel Aury, quien, de alguna
forma, apoyó como corsario en el mar de las Antillas a los movimientos
independentistas de Venezuela, México y la Gran Colombia. Con dicha
patente y enarbolando la bandera de Chile y Argentina enfila con sus
naves hacia las islas caribeñas de Vieja Providencia, Santa Catalina y
San Andrés, y las toma el 1 de julio de 1818, estableciendo lo que, por
un corto tiempo, se conoció como la República de “Los Estados Unidos de
Buenos Aires y Chile”.
Desde esta fugaz, pero no menos
importante “República”, donde, al menos por dos años, flameó la bandera
de Chile y Argentina, el corsario Aury realizó una serie de gestiones,
maniobras y estrategias que fueron en beneficio de la causa
independentista de América. Buscó el apoyo de Bolívar y San Martín,
intentó ocupar el istmo de Panamá y trató de efectuar acciones conjuntas
con la flota chilena en el Pacífico, al mando del almirante Thomas
Alexander Cochrane y con John Illingworth Hunt, en ese entonces corsario
al servicio del gobierno de O’Higgins, al mando de la goleta Rosa de
los Andes.
El autor es Coronel del
Ejército de Chile, agregado militar adjunto a la Embajada de Chile en
Ecuador y profesor invitado en la Academia de Guerra del Ejército
ecuatoriano.
- 23 de julio, 2015
- 28 de enero, 2025
- 27 de enero, 2025
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