Los dictadores también se mueren
El
mundo festeja el nuevo año y la pregunta que flota es si Hugo Chávez Frías, dictador electo de Venezuela, vive o no vive.
El
mundo festeja el nuevo año y la pregunta que flota es si Hugo Chávez Frías, dictador electo de Venezuela, vive o no vive. A
mediados de diciembre viajó a La
Habana a someterse a la cuarta operación del cáncer que lo
aqueja y como en todo régimen oscuro, la información sobre su salud se ha
convertido en un secreto de Estado. El vicepresidente Nicolás Maduro pasó
el fin de año junto a su amo y señor y se limitó a informar que su estado es
delicado.
Las
dictaduras necesitan un grado de obediencia muy superior al de los países con
libertad. Los liderazgos no son reales, sino un artificio fruto de la
restricción, el impedimento a la gente de informarse y opinar, la persecución y
el ahogamiento económico de la disidencia y el endiosamiento del
mandamás. El
dictador no puede ser un simple mortal porque entonces no se le permitirían sus
caprichos con tanta facilidad.
Los
dictadores viven atormentados por el terror porque se saben enemigos de todos
aquellos a los que hacen infelices, a los que roban y dañan. Son conscientes de
ser ladrones y cobardes y por lo tanto nada de eso puede saberse. Ante la duda
todo es secreto porque las dictaduras son Cajas de Pandora potencialmente
explosivas.
Por
eso es que un sistema por antonomasia antidictatorial como la repúblicacontiene
entre uno de sus elementos esenciales el de la publicidad de los actos de
gobierno (junto con la división de los poderes, la
periodicidad de los mandatos, los derechos individuales y la representación).
Es un sistema basado en la cosa
pública. La información abierta y disponible para todos es uno de
los antídotos para proteger la libertad de los gobernados.
La democracia en
cambio es un sistema menos antidictatorial. Es una manera de formar gobierno
basada en la soberanía popular. Se trata de una forma de legitimar al poder por
medio de una entelequia llamada pueblo. Pueblo no es la mayoría, sino la
totalidad de los ciudadanos en igualdad ante la ley. Un
gobierno democrático es algo más que un gobierno elegido, es un gobierno del
pueblo y, como agregara Abraham
Lincoln en un famoso discurso, por el pueblo y para el
pueblo.
La mayoría es apenas una regla de resolución de las
diferencias internas,
pero no es una base de legitimidad. La legitimidad se encuentrará en que el
gobierno ejerza sus funciones en nombre y con responsabilidad frente a todos.
Lo hará con sus criterios, pero lo hará de manera en que no pueda dudarse de
que lo hace por todos, según su leal saber y entender. Porque dudar de esa
intención es dudar de la legitimidad democrática de quien ejerce la representación.
Por
eso es que la democracia es más que una forma de elección, es una forma de
gobierno que debe mantenerse a lo largo de todo el mandato. Es menos
antidictatorial que la república porque tiene menos elementos por sí misma de
prevención del abuso del poder, pero es suficiente para descartar cualquier
forma de conflicto interno. Un
gobierno que elige apoyarse en una parte del pueblo y ejercer el poder contra
otra no es un gobierno democrático. En una democracia en que
existe ese colectivo de gente igual ante la ley, igual de ciudadanos, igual en
su porción de soberanía, no puede el gobierno ser el instrumento de una lucha
interna, ni de clases, ni de ningún otro tipo de facción.
La
legitimidad de un gobierno de la mayoría en contra de la minoría se pierde,
porquela minoría deja
de tener motivos legítimos para obedecer y respetar los criterios de ese
gobierno.
Los chavistas y sus amigos en Latinoamérica se enojan
mucho cuando se llama a Chavez dictador. Ellos se sienten los herederos del
socialismo que
han encontrado que pueden ganar elecciones y por lo tanto ser democráticos.
Todas sus intenciones de acabar con la libertad y con la propiedad parecen
tener ya un cauce por el hecho de que con una cuota de demagogia importante
pueden llegar al poder, para después agregarle una cuota grande también de
restricción a la libertad de opinar, de informar, una buena dosis de
persecución y espionaje interno, salvaguardados por la voracidad fiscal
internacional que les da permiso para hacer lo que hace unas pocas décadas
hubiera sido considerado atroz, como es instalar el ojo del gran hermano en
cada ingreso y gasto de las personas y meterse en sus billeteras. Con todo eso
creen haber encontrado el aval para un gobierno abusivo al que habrá que
someterse más allá de la amenaza por razones hasta morales.
Malas noticias, no lo han logrado. Antes enfrentaban a la democracia
y mucho más a la república, por considerarlas con sentido común como sus
grandes enemigas. Con el descubrimiento de que pueden ganar elecciones y con
mayor facilidad reelegirse habiendo acogotado o corrompido a buena parte de la
sociedad y que esquilmar a la gente se llama ahora financiar al Estado, creen que se ganaron el derecho a
realizar todo tipo de crímenes, pero todo es una máscara sin
ningún valor. Tanto lo saben, que se enojan mucho cuando se los recuerda.
No
hay nada incompatible entre un gobierno de la mayoría, que ya aclaré que no es
una democracia, y una dictadura. Son en realidad amigos ideales. La dictadura
consiste en una voluntad que se impone sobre los demás, una voluntad que abusa,
que no está sometida a ninguna regla. Hay características que las hacen fáciles
de reconocer, como el oscurantismo, el culto a la personalidad, la corrupción,
la existencia de impunidad para los que están cercanos al poder, la división de
la sociedad y el generar enfrentamientos internos, el fanatismo, el uso de
lenguaje bélico para referirse a opiniones diferentes, la propaganda, el uso de
los recursos públicos en provecho del gobierno y contra los opositores, el
pánico a la crítica. Una mayoría puede elegir eso, y es fácil inducirla a
elegir eso si el Estado es puesto al servicio personal del gobernante y reparte
subsidios y utiliza el empleo público como una forma de esclavitud, si agita a
las masas con fantasmas y enemigos.
El
límite con el que se encuentra es que para llevar a cabo la instalación de una
dictadura, el gobierno de la mayoría necesita de un insumo que es el ataque a
distintas minorías o individuos que actuarán de combustible, lo que hace que la
representación del todo llamado pueblo desaparezca. Con eso también la
obligación de las minorías de obedecer y hasta su deber de resistir. Un
gobierno de la mayoría puede romper con esa forma de paz que es una democracia
verdadera.
Chavez es, o ha sido, un dictador con todas las letras. Buena parte de la población de
Venezuela se encuentra en el exilio,
ha destruido el derecho
de propiedad, maneja a los empleados públicos como sus esclavos y
conduce una declarada y abierta guerra
interna. Es el vencedor de una forma de guerra civil que él
abrió y mantuvo abierta. El suyo ha sido un gobierno ilegítimo, por más que
haya sido ratificado mil veces por la mayoría en la medida en que hayan sido
reales los resultados y aun si no nos importara el fraude sistémico de utilizar
los recursos públicos para comprometer la libertad de los ciudadanos al votar
con dádivas y propaganda falsa.
El
propio diccionario de la Real Academia Española que a veces no es demasiado
preciso a la hora de definir términos políticos habla de la dictadura de un
modo en el que se verá, no es para nada incompatible con la existencia de
elecciones:
1. f. Dignidad y cargo de dictador.
2. f. Tiempo que dura.
3. f. Gobierno que, bajo condiciones excepcionales,
prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer
la autoridad en un país.
4. f. Gobierno que en un país impone su autoridad
violando la legislación anteriormente vigente.
5. f. País con esta forma de gobierno.
6. f. Predominio, fuerza dominante. La dictadura de la
moda.
Tenemos
un Chávez elegido y cayendo de manera exacta bajo las acepciones 3 y 4 y como
consecuencia también en las otras.
Debe
notarse que la acepción número 4 señala con mucha precisión esto de la
violación de la legislación anteriormente
vigente. Esto
descarta la legitimidad de una revolución en democracia. Una revolución es un quebrantamiento
del orden jurídico, la aplicación de leyes nuevas con retroactividad afectando
derechos es un acto dictatorial, el utilizar el poder del
Estado para arrasar con el sistema constitucional anterior para perpetuarse en
el poder, también es una forma de ejercicio dictatorial del poder, una forma de
no reconocer crímenes y de creerse el gobernante que él es el que “dicta” las
reglas de juego sin límite.
Ninguna elección avala crímenes, ningún plebiscito
hubiera santificado los campos de concentración nazis ni hubiera hecho
ilegítimo resistirlos o escapar de ellos.
En
una dictadura siempre habrá una enorme asimetría entre quienes se encuentran en
el poder y los demás. Incluso la mayoría será a lo sumo una masa sometida a los
límites de un criadero, será parte importante del pueblo sometido y su adhesión
no será una muestra de libertad sino una prueba más de la existencia de la
dictadura. Una dictadura podrá ser elegida eternamente con el voto mayoritario,
pero siempre será un gobierno de una minoría privilegiada que vive a expensas
de los demás.
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