La “solución” castrista para la crisis venezolana
La reciente cumbre de los principales dirigentes
chavistas en la Habana, en la que participó probablemente Hugo Chávez como
oyente, pero que fue dirigida y organizada por los hermanos Castro, consiguió
“aprobar” por consenso una estrategia a seguir para el problema que se presenta
el próximo 10 de Enero. Ese es el día que la Constitución de Venezuela
establece para el fin del actual mandato presidencial y el inicio del próximo.
Como Chávez no puede viajar a Caracas a tomar posesión, Cuba comprometió a
todos con una solución salomónica.
Antes de analizar la alternativa preparada y
presentada por Cuba en la reunión convocada, es necesario hacer una
retrospectiva de los antecedentes que hicieron a la cúpula castrista convocar a
Diosdado Cabello urgente a la Habana y pospusieron el regreso a Caracas del
vicepresidente en funciones Nicolás Maduro. Desde que Chávez designara de dedo
a Maduro como su sustituto en caso de “ausencia total” y lo ungiera como el
elegido para encabezar la chapa chavista a las elecciones que deben convocarse
en ausencia definitiva de Chávez, Cabello comenzó a conspirar. El ideólogo del
chavismo, Heinz Dieterich, lo plasmó de manera abierta en un
artículo, que mereció una respuesta destemplada de Cabello,
incluso con insultos.
El problema que se presentaba ante “los Castro” era
que el inicio de la lucha por el poder en Venezuela había comenzado bien antes
que el caudillo bolivariano muriera, por puros celos de Cabello, un líder
militar, ante el nombramiento de Maduro, un simple “chofer de ómnibus”. La
designación de Maduro al frente del gobierno satisface las ambiciones de Cuba,
pero no a la cúpula militar que Cabello representa. La solución cubana ha sido
salomónica: Chávez continuará presidente desde el hospital en la Habana y ni
Cabello ni Maduro lo serán por ahora.
La solución constitucional exige que el día 10 de
Enero, si Chávez no se presenta a la toma de posesión, el presidente del
Congreso, Diosdado Cabello, asuma la presidencia del país y designe una
comisión de especialistas médicos que diagnostiquen si Chávez está invalidado
permanentemente o no. Si hay invalidez permanente, la Constitución exige que se
convoque a elecciones 30 días después de certificarse. Se da un plazo fijo
relativamente corto, para una nueva fecha de toma de posesión, si se certifica
que no hay invalidez permanente.
Con la solución “cubana”, el día 10 de Enero ni
Cabello ni Maduro asumirán nada, ni comisión médica alguna analizará si Chávez
puede o no tomar posesión más adelante. Han inventado un mecanismo “ipso
facto”: como Chávez ya es presidente y tiene permiso del Congreso para
ausentarse por razones de salud, la fecha constitucional será postergada
(ilegalmente) hasta que Chávez pueda viajar a Venezuela a tomar posesión ante
el Tribunal Superior de Justicia.
Esta solución cubana –nítidamente inconstitucional–
(se asemeja a lo sucedido en Honduras primero y en Paraguay después) tendrá
graves consecuencias internacionales para Venezuela, tal y como sucedió en los
países mencionados. Siendo tan claro el asunto, parece difícil aceptar que los
especialistas de la Habana hayan jugado una carta tan contraria a los intereses
del chavismo –y de los suyos propios– porque Latinoamérica reaccionará en
cadena contra la violación. Este aparente fallo cubano pudiera explicarse de la
manera siguiente:
Por un lado, parece claro que los contendientes en la
lucha por el poder venezolano no transigen en permitir que su adversario sea
declarado presidente, estando aún Chávez con vida. La variante de que Cabello
–como presidente del Parlamento– sea proclamado presidente de Venezuela el 10
de Enero, implicaría convocar elecciones en 30 días. Maduro querría esta
solución, pero Cabello no acepta: prefiere violar la Constitución a ver su
adversario candidato.
Por otro lado, la Habana no es muy amiga de
formalidades legales y mucho menos de “ataduras” constitucionales y cree que
pueden engañar a todo el mundo, diciendo que Chávez es actualmente presidente y
como fue electo, continuará presidente si no jura el 10 de Enero, porque fue
“electo por el pueblo”. Esta solución satisface a Cabello, porque no habrá
elecciones hasta que los chavistas quieran (porque si Chávez muere, sólo se
dirá cuando les sea conveniente). También le satisface a Maduro, porque evita
que Cabello tome la presidencia.
Esta virtual falta de respeto con la inteligencia
ajena (de todo un Continente) es característica de los regímenes socialistas,
que tradicionalmente fallan por la aplicación de sus propios enunciados, que
siempre contienen inequívocamente el germen de su autodestrucción.
Todos los medios de propaganda chavista, así como sus
principales dirigentes, sumado al criterio de la Habana con su solución
salomónica, validan la variante que los hará fracasar como siendo la mejor
“para Venezuela” en estas circunstancias, lo que pudiera costarle muy caro. En
momentos que el chavismo controla todos los resortes del poder y pudiera dar
una solución constitucional con Cabello en la presidencia, la lucha por el
poder por un lado y los intereses de Cuba amenazados si Cabello llegara a la
presidencia, por otro lado, no lo permite.
El mundo se sentará para observar la posición que
adoptará Brasil (que expulsó a Paraguay del Mercosur por no seguir el rito
constitucional y escondió en su embajada de Tegucigalpa a Zelaya, en situación
similar) cuando los chavistas violen la Constitución en algo tan importante
como la fecha constitucional de la toma de posesión de un presidente en estado
terminal.
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