¿Tiempo de sacar al dictador?
Juan de
Salisbury (teólogo y filósofo de la Escuela de Chartres, siglo XII) afirmaba
que “es glorioso matar al tirano, si es que se corrompe la ley natural, ya que
esta no puede ser quebrantada”. Con ello, el religioso justificaba dar muerte
al rey si es que perjudica a la sociedad y quiebra el orden institucional de
todo reinado. ¿Se justifica en el siglo XXI este pensamiento medieval?
Recientemente,
la Organización de Naciones Unidas informó que desde que comenzaron las
revueltas en Siria, en el marco de la Primavera Árabe, en marzo de 2011,
habrían muerto al menos 60.000 personas. Miles murieron en los combates, otros
en fusilamientos, víctimas de enfermedades o a causa del hambre. El Programa
Mundial de Alimentos (PMA) señalaba en los últimos días que un millón de sirios
sufren por escasez de ayuda alimentaria.
El alimento que
ofrecen las organizaciones humanitarias no alcanza; además, los voluntarios
deben sortear problemas de acceso y librar su propia batalla, al defenderse de
los fuegos cruzados entre las tropas de la dictadura de Bachar al Asad y los
soldados del Ejército Sirio de Liberación. A esto, hay que sumarle el número de
desplazados por toda Siria y el aumento exhorbitante de los refugiados fuera
del país. El Líbano, Irak y Jordania estarían refugiando a al menos 600.000
personas que huyen de los bombardeos.
Los sirios
decidieron levantarse hace dos años en contra de la dictadura, intentando
cambiar el modelo político totalitario vigente y proponiendo una nueva
alternativa al oscurantismo autoritario y genocida. La familia al Asad dirige
Siria con mano de hierro desde hace 40 años, por lo que ha podido perseguir a
la oposición, exiliar a los disidentes, encarcelar a los “revoltosos” y
asesinar a los críticos.
Lamentablemente,
la dictadura siria sigue contando con el apoyo de China y Rusia, lo que
imposibilita tomar cualquier otra acción drástica en el plano internacional. En
el local, los rebeldes luchan día a día contra la tiranía, pero también están
contaminados por el virus del fanatismo musulmán y en muchas zonas de conflicto
están imponiendo la sharia o ley islámica.
Lo peor del
caso es que aún hay países, como Rusia, o instituciones, como la Iglesia
católica, que proponen el diálogo como método válido para solucionar la grave
crisis de esta república del Medio Oriente. No hay posibilidad de dialogar con
un régimen que solo ha tratado de ocultar los problemas socioeconómicos y políticos.
¿Cómo se puede negociar con un sistema que ha tomado como bandera la lucha y la
masacre contra un pueblo que exige libertad? Dos años de genocidio no pueden
avalar jamás un diálogo amistoso como pretenden Moscú y el Vaticano.
La filosofía
tiranicida de Salisbury cobra sentido a pesar de tener alrededor de 900 años.
¿Cómo se puede seguir tolerando a líderes mesiánicos que anteponen la seguridad
del mismo régimen antes que la vida de los ciudadanos? Es muy difícil que haya
una intervención armada extranjera a corto plazo; lo único seguro es que de
continuar este ritmo, seguirán muriendo miles de sirios, otros serán
desplazados o sufrirán hambre.
- 23 de julio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
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