España: Sindicatos progresistas y sindicatos reaccionarios
Libre Mercado, Madrid
Las
cinco semanas de paro sanitario madrileño, las reiteradas huelgas en el sector
del transporte y tantas otras que se vienen sucediendo ininterrumpidamente son
manifestaciones del uso
abusivo del derecho a huelga que hacen los sindicatos
españoles, especialmente aquellos que agrupan a los funcionarios.
Se
apropian del espacio y las instituciones públicas porque creen que les
pertenecen, y utilizan a los ciudadanos como rehenes para defender los
privilegios de que goza. Buscan con la fuerza impedir todo cambio, cueste lo
que cueste. Así son los sindicatos: reaccionarios
y con gran capacidad de hacer daño a los españoles y a España.
Desde
una perspectiva europea, los sindicatos españoles se han quedado atrás y siguen
en la lucha egoísta por la defensa de los privilegios de la minoría de
trabajadores a la que representan. A diferencia de ellos, hace ya varios años
que sus colegas en diversos países europeos han venido mostrando una actitud
progresista y no reaccionaria: en vez de tratar de obstaculizarlo, se han
sumado al cambio.
En Alemania el
Gobierno federal y los länder
acordaron en 2005 junto con los sindicatos una reforma para instaurar horarios
flexibles y un sistema de retribución basado en el rendimiento y la
experiencia; dos años más tarde se aprobó el sistema de pago por objetivos. En Finlandia, en los
últimos ocho años se han desarrollado más de 200 proyectos centrados en
aumentar la productividad de los trabajadores públicos, cuyo número se ha
reducido. En Holanda,
a partir de las reformas introducidas en 2008, que favorecieron la movilidad y
flexibilidad de los funcionarios, las condiciones laborales en los sectores
público y privado son ya muy parecidas. También tiene interés la reforma
italiana de 2009, que ha permitido, entre otras cosas, el despido de
funcionarios absentistas.
En
España, el problema no es que sobren empleados públicos, es decir, trabajadores
remunerados por las Administraciones para cumplir diversas labores necesarias.
No, el problema es que muchos de ellos disfrutan de unos privilegios que los
separan del resto de los trabajadores y les confieren una seguridad laboral
dañina. Suecia tiene muchos más empleados públicos per cápita que España, pero
se rigen por las mismas leyes laborales que los demás trabajadores: ni médicos, ni enfermeras ni
profesores son funcionarios con empleos vitalicios y otras
prebendas.
Las
grandes reformas del sector público sueco durante la crisis de los años 90 se
caracterizaron por el paso del monopolio estatal en el ámbito de la sanidad, la
educación y los cuidados a la gestión de colaboración público-privada. Estos
cambios se lograron sin
huelgas ni encierros, sino con el apoyo de los sindicatos
mayoritarios y un gran acuerdo político. La reacción de los sindicatos suecos
no fue la de atrincherarse en defensa del statu
quo, como hacen los sindicatos españoles. No. Fue ejemplar. En los
años más criticos de la crisis sueca (de 1991 a 1994), el promedio anual de
huelgas fue de 22, mientras que en los cuatro años anteriores fue de 119.
Veamos
qué se puede leer hoy por hoy en las páginas web de las asociaciones sindicales
suecas en relación a la gestión pública-privada (con o sin ánimo de lucro) en
áreas como la educación
y la sanidad.
Para
el Sindicato de Maestros (Lärarförbundet),
lo importante es que tanto los maestros como los estudiantes tengan las mismas
oportunidades para desarrollar su trabajo, independientemente de si la escuela
está gestionada de forma privada o pública.
El Sindicato de Maestros acoge con satisfacción el hecho de que haya
escuelas con enfoques pedagógicos y perfiles diferentes, porque lo que
determina si una escuela es buena o mala no es quién ostenta la gestión,
sino las condiciones que profesores y alumnos tienen para desarrollar
su labor.
También
consideran clave que estas condiciones se apliquen
a
todas las escuelas, independientemente de su ubicación geográfica.
Por
su parte, la Asociación de Trabajadores de la Salud (Vårdförbundet) opina que
la libertad de elección es "buena":
El
sistema de libertad de elección debe ofrecer una pluralidad de alternativas
sanitarias, entre las cuales se pueda elegir. Debe ser posible comparar los
proveedores de una manera objetiva, y debe ser posible elegir distintos tipos
de sanidad.
Finalmente,
la Asociación de Médicos (Läkarförbundet)
sostiene:
La
competencia y la pluralidad de proveedores son buenas no solo para los
ciudadanos y los pacientes, sino para la profesión médica.
El
acuerdo político respecto de las profundas reformas que dieron paso a la
competencia y la libertad de elección en una gran parte de los servicios de
responsabilidad pública fue tan amplio que el entonces primer ministro
socialdemócrata sueco, Göran Persson, llegó a decir: "No importa si el
gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones". A años luz de
los socialistas españoles y su retórica
oportunista y reaccionaria.
Los
líderes sindicales españoles están anclados
en el pasado. Tratan de aterrorizar a la ciudadanía con el
espectro de la privatización y se arrogan el derecho de privar a la gente de
ejercer plenamente su pleno a la educación o la sanidad. Si de verdad les
interesasen España y los españoles, deberían aprender de sus colegas del norte,
que por algo viven en países realmente solidarios, dinámicos y con sistemas de
bienestar modernos y sostenibles.
- 23 de julio, 2015
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- 29 de febrero, 2016
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