Por qué la innovación no salvará la economía de EE.UU.
The Wall Street Journal Americas
Nada ha sido más importante para la confianza de Estados Unidos en sí
mismo que la fe en que su robusto crecimiento económico continuará por
siempre. Entre 1891 y 2007, el país logró una tasa de crecimiento anual
de la producción de 2% por persona. Desafortunadamente, la evidencia
sugiere que el futuro crecimiento económico logrará a lo sumo la mitad
de esa tasa histórica. La antigua tasa permitió que el nivel de vida
estadounidense se duplicara cada 35 años, pero para la mayoría de la
gente en el futuro ese tipo de crecimiento podría tomar un siglo o más.
La expansión del siglo pasado resultó
de una serie de importantes inventos entre 1875 y 1900. Comenzó con la
bombilla eléctrica de Thomas Edison en 1879 y la central eléctrica en
1882, lo que posibilitó desde edificios con ascensores a
electrodomésticos. Karl Benz inventó el motor de combustión interna para
un automóvil el mismo año que la bombilla de Edison.
Durante este período, se introdujeron el agua corriente y las redes
de tuberías interiores. El teléfono, el fonógrafo, las películas y la
radio también entraron en existencia. Los años posteriores a la Segunda
Guerra Mundial también presenciaron otra gran ola de invenciones, con el
desarrollo de la televisión, el aire acondicionado y el avión jet.
El profundo impulso que estas innovaciones dieron al crecimiento
económico sería difícil de repetir. Solamente una vez podría
incrementarse la velocidad de transporte desde el caballo (10 km/h) al Boeing
707 (885 km/h). El reemplazo de los baños exteriores por el agua
corriente y las tuberías interiores podría ocurrir sólo una vez. Y en
una sola ocasión se podrían convertir las temperaturas de interiores,
del frío en invierno y el calor en verano, a un clima constante de unos
20 grados a lo largo del año, gracias al aire acondicionado y la
calefacción.
Conforme el impacto de los inventos de finales del
siglo XIX se desvanecía alrededor de 1970, la revolución informática
permitió que la economía se mantuviera al nivel histórico de crecimiento
anual de 2%. Las computadoras suplieron la mano de obra y contribuyeron
a la productividad, pero la mayoría de estos beneficios llegaron a
principios de la era electrónica, con inventos como la computadora
central, las máquinas de escribir con memoria y las PC.
El momento cumbre fue la unión de las comunicaciones y la computadora con el surgimiento de Internet en los años 90. Amazon.com
fue fundada en 1994, Google
en 1998 y Wikipedia en 2001. Desde 2002, sin embargo, la mayoría de los
inventos ligados a la informática han resultado no en una
transformación fundamental sino en una miniaturización, como en el caso
de aparatos como el iPhone, que combina las funciones de laptops y
teléfonos móviles previos a 2002.
La innovación sigue ocurriendo a
buen ritmo, y muchos de los que desarrollan y financian nuevas
tecnologías desestiman con incredulidad mi sugerencia de que la era de
cambios verdaderamente importantes para nuestro nivel de vida ha quedado
atrás.
Los escépticos, sin embargo, sostienen que la investigación médica
logrará enormes avances en el tratamiento de enfermedades. No obstante,
las nuevas técnicas a menudo no producen resultados. Un estudio, por
ejemplo, demostró que la costosa terapia de protones para el cáncer de
próstata no rinde mejores resultados que la tradicional radioterapia.
La revolución de la fracturación hidráulica y el auge en la
producción de gas y petróleo también han entusiasmado a los optimistas.
Pero esta no es una fuente de futuro crecimiento económico, sino que
simplemente aplaza el futuro declive económico. Aunque es progreso, no
se compara con los años 60, cuando el lema "Vea EE.UU. en su Chevrolet"
se hizo más factible gracias a un creciente sistema de autopistas
interestatales, pagando solamente 25 centavos de dólar por galón de
gasolina.
Otro argumento de los optimistas es que la impresión 3D y los micro
robots revolucionarán la manufactura. Este es un viejo cuento, relatado
de una forma u otra desde que General Motors
presentó el primer robot industrial en 1961. La productividad
manufacturera, impulsada por robots y otras máquinas, se ha mantenido
saludable a lo largo de la posguerra. Pero la participación de la
manufactura en la economía se ha encogido, de 28% en 1953 a 11% en 2010.
Algunos
me han acusado de falta de imaginación. Nuevas invenciones siempre
generan nuevos modos de crecimiento, y la historia provee muchos
ejemplos de incrédulos que pusieron en duda los beneficios futuros. Pero
no estoy pronosticando el fin de la innovación, simplemente un descenso
en la utilidad de futuros inventos en comparación a los grandes
inventos del pasado.
El futuro del crecimiento económico estadounidense es sombrío y las
soluciones de política son esquivas. Los escépticos deben proponer una
mejor refutación.
Robert J. Gordon es profesor de ciencias sociales
de la Universidad de Northwestern y autor de "Beyond the Rainbow: The
American Standard of Living Since the Civil War".
- 4 de febrero, 2025
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