La libertad y sus raíces anglosajonas

En uno de los documentos más importantes de la
historia -la Declaración de Independencia de Estados Unidos- los
norteamericanos se referían a sus adversarios ingleses como “Nuestros hermanos,
los habitantes de Gran Bretaña”; mientras que el lema de la revolución mexicana
era “Que mueran los españoles”. Esta disimilitud hoy puede tener vastas
concepciones y a la vez puede ser capaz de otorgarnos amplias respuestas.
Citando a uno de los liberales latinoamericanos más
prestigiosos del siglo XIX, Juan Bautista Alberdi, quizás podamos comprender
una parte del dilema: “Washington y sus
contemporáneos estaban mas interesados en pelear por sus derechos y libertades
individuales que por la simple independencia de su país. Una vez que obtuvieron
lo primero, alcanzaron lo ultimo, a diferencia de los países de América del
Sur, que ganaron independencia política pero no libertad individual.” (“La
omnipotencia del estado” 1880)
A una gran parte de las independencias
latinoamericanas les han seguido constituciones cimentadas en los principios
establecidos en la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776 y por
consiguiente, en la Constitución Norteamericana de 1787, tal es el caso de
Argentina, que en 1853 logro establecer la excepcional Constitución de Juan
Bautista Alberdi, notoriamente basada en los derechos individuales, la libertad
y un gobierno limitado. Por desgracia, durante los años que le siguieron al
establecimiento de la misma y que llegan a la actualidad, en la práctica parece haberse seguido el razonamiento de la
Revolución Francesa.
Remontándonos a algunos años atrás, específicamente
a 1981, fue el presidente Ronald Reagan quien restauró los principios de los
padres fundadores en los Estados Unidos y contribuyó enormemente a la lucha
contra el comunismo soviético. Al tomar mandato en 1881 se topó con una
economía estancada, con alto desempleo y alta inflación, pero asumió con la meta de revertir los problemas
que había heredado. Empero, fue Reagan quien en su primer discurso inaugural
defendió la importancia de un gobierno limitado: “En esta crisis actual, el
gobierno no es la solución a nuestro problema. El gobierno es el problema… Mi
intención no es deshacerme del estado. Es, por el contrario, hacer que
funcione; que funcione con nosotros, no sobre nosotros; que este a nuestro
lado, no que cabalgue a nuestras espaldas…Es hora de corregir y dar marcha
atrás al crecimiento del estado que muestra signos de haber crecido mas allá
del consentimiento de los gobernados…”
De este
modo, procedió a reducir la inflación a un 1,1%, impulsó la reducción de
impuestos, junto a políticas de libre mercado, siempre comprendiendo al
individuo y al empresario como los verdaderos propulsores de la economía,
consiguiendo de esta forma exitosos resultados en materia de libertad política
y económica.
Hoy el punto de partida del mandatario Barack Obama
parece ser otro, y hasta en cierto punto, incompatible con los principios de
los Padres Fundadores. Desde hace ya algunos años, el gobierno de los Estados
Unidos ha comenzado a actuar de la manera en la que lo hacen los países
latinoamericanos, recurriendo al gasto gubernamental, a la inflación, al
endeudamiento de generaciones, a una mayor cantidad de impuestos, al estatismo
y a la famosa “redistribución de la riqueza”. Entre las promesas no consumadas por
el actual mandatario se encuentra aquella en la que promete reducir el déficit a
la mitad para el final de su primer mandato.
Penosamente, medidas tales como el programa de
salud, el alto costo del intervencionismo militar, la violación a la segunda
enmienda -la cual da el derecho a la posesión de armas-, la escasa transparencia
de la Reserva Federal con la manipulación de las tasas de interés y la creencia
de que la riqueza se obtiene creando dinero fíat, han llevado a un país fundado
bajo tres derechos inalienables tales como “la vida, la libertad y la búsqueda
de la felicidad”, a un gobierno sin controles ni limites, que al igual que la
mayoría de los gobiernos latinoamericanos, se guía por políticas de corte
intervencionista y estatista.
Efectivamente fueron los llamados Padres Fundadores
quienes instauraron y moldearon en Estados Unidos una sociedad verdaderamente
libre, y guiada por lo que podemos llamar un “verdadero capitalismo”, la cual debería
comprenderse como un ejemplo para el mundo y a la cual el gobierno del país
norteamericano -quien efectivamente se ha alejado de las sendas de la libertad-
debería retornar.
- 16 de diciembre, 2024
- 17 de diciembre, 2024
- 16 de diciembre, 2024
Artículo de blog relacionados
- 6 de diciembre, 2016
Por Jeffrey A. Trachtenberg The Wall Street Journal El magnate petrolero de Oklahoma,...
8 de septiembre, 2008- 26 de febrero, 2021
- 4 de octubre, 2020