¿Que tan neoliberal fue Argentina en los 90?

Con un gobierno
que tiene la mirada siempre puesta en el pasado para justificarse a si mismo,
no es sorpresa que se insista con el llamado neoliberalismo de los 90 en
Argentina. Las “recetas neoliberales,” se sostiene, llevaron al país a una de
sus peores crisis en el 2001. Es difícil decir a secas si Argentina fue o no
neoliberal en los 90, dado que la palabra ‘neoliberal’ carece de significado
concreto, al menos en la arena política, lugar donde es frecuentemente
mencionada. Es que la palabra neoliberal se suele usar como comodín de crítica
para eludir la tarea de tener que acompañar los cuestionamientos con verdaderos
argumentos.
Si el término
neoliberal significa algo, es por asociación al llamado Consenso de Washington. John Williamson,
economista, resumió en un breve listado de 10 puntos (11 según Wikipedia en español) lo que él
consideraba representaban un consenso en las recomendaciones de instituciones
basadas en Washington para que países emergentes puedan desarrollarse y
estabilizarse. ¿Qué más oportuno para sus críticos que la “receta neoliberal”
se haya cocinado en Washington, la capital del “imperio capitalista”?
El Consenso de
Washington consiste en los siguientes puntos:
- Discplina
fiscal, evitando abultados deficits fiscales respecto al PBI, - Redireccionamiento
del gasto público, desde subsidios (indiscriminados) hacia la provisión en
áreas clave para el crecimiento y sectores de bajos ingresos (educación,
salud, infraestructura, etc.), - Reforma
impositiva, aumentando la base imponible pero con tasas marginales
moderadas, - Tasas de
interés determinadas por el mercado y (moderadamente) positivas en
términos reales, - Tipo de
cambio competitivo, - Liberalización
del comecio (externo): liberalizar las importaciones, con particular
énfasis en la eliminación de restricciones cualitativas; cualquier
protección debe ser en base a tasas bajas y relativamente uniformes, - Liberalización
de las inversiones extranjeras directas, - Privatización
de empresas estatales, - Desregulación:
eliminar las regulaciones que impidan al entrada o restrinjan la
competencia, excepto para aquellos casos con justificación de seguridad,
medio ambiente y protección al consumidor, y una supervisión prudencial
del sistema financiera, - Protección
legal de los derechos de propiedad.
Presentada la
receta neoliberal, ¿cumplió, efectivamente, Argentina con los 10 puntos del
Consenso de Washington durante los 90? Esta pregunta se responde de manera
negativa.
¿Cumplió Argentina con el Consenso de Washington?
Para sostener
que Argentina sufrió de neoliberalismo durante los 90, entonces tendría que
haber cumplido con todos, o una clara mayoría, de estos 10 puntos. Ese, sin
embargo, no fue el caso. Varios puntos centrales del Consenso de Washington
estuvieron ausentes, o en clara diferencia a lo que la “receta” sugiere.
La regla de la
estabilidad fiscal, por ejemplo, fue claramente ignorada (ver el post déficit fiscal… déficit fiscal…
déficit fiscal…); vale agregar: con el visto bueno de los acreedores
internacionales. Justamente la acumulación de deuda pública para cubrir los
déficits fiscales es lo que empujó la economía Argentina a la crisis del 2001.
Sin la acumulación de déficits fiscales no se hubiese sufrido el default a
inicios del siglo XXI. El gasto público aumentó un 90.7% entre 1991 y 2001. El
stock de deuda externa sobre el ingreso nacional aumentó de 35.6% en el 1991 a
56.9% en el 2001. El primer punto sobre déficit fiscal, clave para la
estabilidad económica, no estuvo presente en la supuesta Argentina neoliberal
de los 90.
La política de
tipo de cambio competitivo, que tanta llegada tiene en varios sectores del
país, no es otra cosa que tener una moneda devaluada que facilite las
exportaciones al resto del mundo. Dado que el sector industrial no es
competitivo por sí mismo (en parte por las regulaciones y presiones
sindicales), se recurre a políticas de moneda devaluada para facilitarle el
acceso a mercados externos. Desde el punto de vista del gobierno (o banco
central), esto ayuda a acumular divisas provenientes de saldos comerciales
favorables y hacer frente a la deuda pública. Sin embargo, justamente una de
las críticas a la economía de los 90, especialmente en los últimos años, es el
del atraso cambiario, que significa lo contrario al tipo de cambio competitivo.
Este no es solo otro punto de la receta ausente en la Argentina neoliberal de
los 90, sino que el tipo de cambio competitivo es defendido por más de un
critico de “las políticas neoliberales.”
La llamada
apertura comercial de los 90 es otro punto que presenta dificultades. La
política comercial consistió en una reducción de tasas con sesgo en favor del
Mercosur. Sin embargo, el promedio arancelario en Argentina (14%) era tres
veces superior al de los países más libres del mundo. La apertura comercial no
fue de la magnitud que los críticos suelen implicar (las importaciones no
superaron el 13% del PBI en los años de mayores importaciones), sino que el
sesgo hacia zonas particulares como el Mercosur produce “desvíos de comercio”
que mal-asignan recursos económicos: se compra y se vende ineficientemente. A
fin de cuentas, el Mercosur es un ejercicio de proteccionismo ampliado, no un
ejercicio de apertura comercial en conjunto con los socios comerciales.
Apertura comercial y proteccionismo ampliado son políticas opuestas, no
parecidas.
Uno de los
puntos más sensibles es el de las privatizaciones, al punto tal que a veces
pareciera ser que esto es suficiente para justificas el calificativo de
neoliberal ignorando los otros 9 puntos. Las privatizaciones, sin embargo,
tampoco estuvieron ausentes de graves problemas. Si bien es cierto que se
privatizaron un número importante de empresas públicas, eso no quiere decir que
todas las privatizaciones hayan sido bien hechas ni que detrás de las
privatizaciones no se hayan impuesto fuertes regulaciones que restringen
fuertemente a los nuevos actores privados. En el sector de telecomunicaciones, por
ejemplo, se dividió el mercado en dos grandes monopolios por varios años. Crear
estos mercados cautivos fue necesario para encontrar algún inversor dispuesto a
pagar algo por ENTEL. Las privatizaciones no son en sí pro mercado si se
realizan bajo regulaciones que restringen la competencia entre actores
privados. Los monopolios artificiales no son parte de las políticas
neoliberales, sino que son políticas en contra del espíritu de libre mercado.
Las privatizaciones no estuvieron inspiradas en principios neoliberales, sino
en la necesidad de financiar al Tesoro Nacional, tanto mediante la venta de
activos como de la recaudación impositiva de sus actividades. Si bien uno es
libre de identificar el término neoliberal con cualquier tipo de privatización,
en tal caso ya no se puede asociar “neoliberalismo” con “libre mercado.”
Otro ejemplo
recurrente es el de las AFJPs. Sin embrago, las regulaciones impuestas al
sector forzaron a las AFJPs a invertir en títulos públicos de un gobierno
crónicamente deficitario. Al 2001, el 70% de los fondos en las AFJPs estaban
destinados a títulos asociados al gobierno. Si las AFJPs hubiesen sido libres
de administrar sus propias carteras de inversión, el default argentino les
hubiese afectado en menor medida.
Más allá de las
regulaciones asociadas a las privatizaciones, otras interferencias clave no
fueron eliminadas, siendo la legislación laboral una de las principales. Las
regulaciones en sectores claves del mercado hacen difícil de defender un
proceso claro de desregulación durante los 90. Otro punto discutible es el de
la reforma impositiva. De hecho, hubo aumentos impositivos en 1995, 1996 y 1998
(más tarde Machinea también subiría los impuestos durante el Gobierno de
Fernando de la Rua acelerando la caída de la actividad económica).
Tenemos,
entonces, por lo menos 6 de los 10 puntos de la receta neoliberal que no se
cumplieron. Otras cuestiones como redireccionamiento del gasto públicos, tasas
de interés de mercado, libre entrada de inversión externa directa y defensa de
la propiedad privada pueden ser más discutibles. Pero si asumimos que estos 4
puntos se cumplieron perfectamente, tenemos sólo 4 de los 10 puntos del
Consenso de Washington.
En la medida
que el crítico entienda por neoliberalismo los 10 puntos del Consenso de Washington,
y no que haga uso del término como comodín para ahorrarse el trabajo de tener
que sustentar su crítica, entonces no puede sostener que esa fue la política
imperante durante los 90 cuando en el mejor de los casos se aplicó el 40%. (Aún
espero ver en alguna de las tantas entrevistas televisivas donde se menciona
este neoliberalismo, que el entrevistador le pregunte al crítico qué entiende
por neoliberalismo, y que luego le pregunte cuántos de esos puntos el país de
hecho cumplió.)
Una aclaración
final es necesaria. Señalar que el crítico se equivoca al calificar de
neoliberal a la Argentina de los 90 no es en sí una defensa de la política
económica de los 90. Pero para que la crítica produzca resultados debe estar
correctamente planteada. Como todas las presidencias, la del menemismo tuvo
aciertos y desaciertos; para identificar a cada uno de ellos es necesario dejar
de usar el término neoliberal como calificativo y discutir los aciertos y
desaciertos de las distintas medidas libre de prejuicios.
Sostener que
Argentina fue un país neoliberal durante los 90 porque tuvo unos grados más de
libertad respecto al gobierno de Alfonsín es quedarse con el árbol y perderse
el bosque. El problema no fue el neoliberalismo que no se aplicó, sino el
equilibrio fiscal y el libre mercado que no tuvieron cabida.
- 23 de julio, 2015
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