Llegó la hora de la reforma
LAS VEGAS, Nevada. – Será el discurso migratorio que Barack Obama no
pronunció hace cuatro años cuando prometió impulsar la reforma
migratoria en su primer mandato. Pero la angustiosa espera parece
comenzar a rendir frutos.
Con su alocución en una escuela de Las Vegas este martes, Obama dará,
de hecho, la señal de salida para la carrera de obstáculos que podría
culminar este año y finalmente con la aprobación de un plan de reforma
de nuestras leyes de inmigración.
Y con la presentación de los principios de esa reforma migratoria por
un grupo bipartidista del Senado, algo no visto en los pasados casi
seis años, se anuncia que 2013 parece encaminado a ser el año de la
reforma.
Parece que las críticas de los pasados cuatro años del peligro de
pasar a la historia únicamente como el presidente que deportó más
inmigrantes y no como el que promulgó la reforma por muchos ansiada, y
los resultados de la elección del 6 de noviembre, cuando a pesar de todo
los latinos le dieron su abrumador apoyo, han llevado a Obama a
evidenciar el liderazgo que se va a requerir para impulsar el tema en un
Congreso dividido. El presidente no quiere dejar lugar a dudas de que
se trata de una prioridad para su administración y de uno de los temas
que espera dejar como su legado presidencial.
No es por accidente que el discurso se pronunciará en Las Vegas,
Nevada, donde el crecimiento de la población hispana ha dado paso a un
cada vez más influyente sector electoral, especialmente de votantes
naturalizados, que en 2008 dieron su espaldarazo a Obama motivados por
la promesa de reforma migratoria. Y aún cuando no se concretó, salvaron
el puesto del líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, en los comicios
de medio tiempo de 2010; y en el 2012 dieron a Obama el beneficio de la
duda a un segundo período con la esperanza de que esta vez sí se pueda y
la reforma migratoria se haga realidad. Ni las abismales tasas de
desempleo ni de embargos hipotecarios que han afligido a Nevada
impidieron que los latinos de ese estado y del país apoyaran al
presidente.
Hace cuatro años, cuando la promesa de reforma migratoria amplia se
quedó en el tintero, las principales críticas formuladas contra Obama
fueron que no ejerció suficiente liderazgo para impulsar el tema entre
la población y particularmente ante el Congreso. Que no invirtió capital
político.
Cuatro años después y tras una elección que puso de manifiesto el
poder del voto latino en la contienda presidencial, es refrescante y
esperanzador ver al presidente ejerciendo el liderazgo requerido para
impulsar este tema y lograr la meta de una vía de ciudadanía para la
población indocumentada.
Como han probado debates previos en otros asuntos, el liderazgo del
presidente es primordial para llegar a la mesa, negociar y lograr los
acuerdos requeridos para aprobar un proyecto. También se requiere el
compromiso de los dos partidos. Pero la reforma sanitaria, por ejemplo,
probó, que cuando la administración está totalmente decidida a lograr
que un asunto avance, se mueven las fichas requeridas para atraer los
votos necesarios aún con un Congreso dividido.
El mensaje de Obama coincide con la presentación de los principios de
un plan de reforma migratoria de un grupo bipartidista de senadores.
Tampoco es por accidente. Se está tratando de mostrar un frente unido y
de coincidencias que de paso a un debate para acordar el lenguaje final
del plan de reforma cuyo eje central será la vía de ciudadanía para los
11 millones de indocumentados. Ahora comienza el estira y afloja que irá
a dando forma al proyecto de ley. Lo que se avecina no será sencillo
pero tampoco es imposible.
Todo apunta a que llegó la hora de la reforma migratoria. Los
planetas se han ido alineando de manera efectiva y hay una serie de
elementos que comprueban cada vez más la cercanía de dicha reforma: un
presidente destinando capital político para lograrla y convertirla en
uno de sus legados, un Partido Demócrata que quiere cumplir la promesa y
solidificar su apoyo entre los votantes latinos; un Partido Republicano
que necesita de la reforma migratoria para enmendar su
maltrecha relación con los latinos y con ello abrir sus posibilidades de
retornar a la Casa Blanca; una población que sondeo tras sondeo
demuestra que apoya una vía a la ciudadanía; y un movimiento pro
inmigrante mejor organizado y listo para colaborar en conseguir dicha
reforma.
El camino promete altas y bajas, pero lo importante es que, contrario a cuatro años, el proceso arrancó. Ya estamos en carrera.
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