Venezuela y su despelote cambiario actual

El Universal

Nuestros gobernantes están
analizando medidas económicas, dentro de las cuales probablemente figuren las
cambiarias. Como es imposible que haya algo peor que lo que tenemos ahora en
esa materia, creo conveniente tocar el tema. Veamos.

En primer lugar está el hecho de que
hay un control de cambio. Este régimen prácticamente ha desaparecido del
planeta, porque tiene una cantidad tremenda de consecuencias negativas, entre
las cuales se encuentran las siguientes:

– Espantan la inversión, que es la
base fundamental del desarrollo y el progreso de los países, pues a los
inversionistas, nacionales y extranjeros, si hay algo que los inhibe de
invertir, es un control cambiario.

– Entraban el aparato productivo del
país, causando entre muchas otras cosas desabastecimiento, de lo cual estamos
disfrutando bastante.

– Generan una gran burocracia y,
sobre todo, una enorme corrupción.

– No evitan la fuga de divisas, como
se ha publicado en la prensa estos días.

Hay más, pero dejémoslo allí por
razones de espacio.

Otro megadisparate que tenemos es el
valor de los dos tipos oficiales de cambio, Cadivi a 4,30 y el Sitme a 5,30,
cuando el cambio lógico debe estar grosso modo alrededor de Bs. 10,00 por lo
cual el bolívar está inmensamente sobrevaluado, cuando lo que hace la mayoría
de los países es subvaluar sus monedas para estimular sus exportaciones y su
economía (por ejemplo China). Esto impide a las empresas nacionales competir
con las extranjeras, lo cual se traduce en la calamitosa serie de secuelas
siguientes:
– Las exportaciones no petroleras cayeron en 2012 a la ridícula cifra de $3.719
millones, de la cual una parte son las de las empresas básicas de Guayana, así
que las del sector privado ascienden a una suma miserable.

– Las importaciones del país
alcanzaron en 2012 la escandalosa cifra de 56.000 y pico de millones de
dólares, cuando hace una docena de años nuestra economía funcionaba con unos
1.000 millones mensuales.

– Lo peor es la avalancha de
quiebras de nuestras empresas, a las que les cuesta una y parte de la otra
vender algo, porque es muchísimo más barato importar que comprar lo hecho aquí,
no porque ellas son ineficientes, sino debido al tipo de cambio. Para comprobar
esto, basta con dar una vuelta por las zonas industriales de Maracay, Valencia
y otras ciudades, que hoy en día son tristes cementerios.

– Además hay cosas tragicómicas como
por ejemplo esta: a los que traen alimentos básicos o medicinas le dan los
dólares al mismo precio que a los adinerados que van por ejemplo a República
Dominicana a beber aguardiente y tostarse las nalgas. ¿Tiene esto alguna
lógica?

Finalmente, el otro punto genial del
régimen cambiario es la dichosa ley contra los ilícitos cambiarios, que además
de multas, impone cárcel para los que compren o vendan en un año más de $20.000.
Ello tiene las implicaciones siguientes:

– Aquellos empresarios y productores
en general a los que Cadivi y el Sitme no les dan los dólares que necesitan
para el funcionamiento de sus unidades productivas (que son muchos), no pueden
acudir a un mercado libre para comprarlos, porque si lo hacen los encanan, cosa
que aquí es peor a que lo empalen a uno, y con ello ponen, como si ya no
hubiese suficientes, más trabas a la producción y a  la economía.

– Dada la ilegalidad del mercado
negro, el BCV no puede intervenir en él, cosa que hacía antes tranquilamente y
así controlaba la cotización del dólar en el mercado libre. Por ello hemos
visto el nivel a que ha llegado el bicho con su subida desde hace medio año,
una estrambótica y loca cifra que no podemos mencionar porque está
ridículamente prohibido.

Pero lo peor y más triste del caso
es que los objetivos que dieron origen a la implantación del régimen actual,
que fueron evitar la salida de las reservas internacionales, y darle los
productos de primera necesidad a precios bajos a la población, se pudieron
haber logrado con otro tipo de medidas que no tienen las nefastas consecuencias
que hemos reseñado aquí.