El fin del idealismo político
Creer
que, quien ejerce un poder -o "autoridad"- coactivo, pueda ser
incorrupto es extremadamente idealista, ingenuo, ya que los hechos lo
desmienten contundentemente y la ciencia también. Irónicamente, muchos países
sobreviven gracias a la corrupción, por caso, en Argentina la desocupación
sería monstruosa sino fuera por el mercado laboral informal
("negro"), ilegal, que absorbe casi 40% de la fuerza laboral.
Que
la izquierda levante la bandera de la anticorrupción es demagógico –falso,
mentiroso-, porque sobrevive gracias a los votos de quienes temen perder las
dádivas del Estado, como es el caso del chavismo y sus "planes
sociales". Pero que la derecha lo sea también es ingenuo y así lo está
demostrando el escándalo que salpica al gobernante Partido Popular (PP)
español.
Pero
no solo es España, sino todo –todo- el globo, sencillamente porque es inherente
al sistema de "autoridad" coactiva. Un editorialista de un destacado
periódico estadounidense me aseguraba que, si en EEUU no se publican más casos
de corrupción es, precisamente, porque los políticos mantienen una durísima
legislación contra la calumnia que hace difícil una denuncia pública ya que hay
que tener pruebas irrefutables, y convencer al Juez financiado por los
políticos.
Entre
los últimos (escasos) casos publicados en EEUU, destacan el senador Robert
Menéndez y las prostitutas dominicanas, que comenzó como una trama sexual. Vern
Buchanan, encargado de recaudar dinero para los congresistas republicanos,
encontró un modo de financiarse con dinero negro (y blanquearlo). Jesse Jackson, Jr., descendiente de una familia famosa en la lucha por los derechos
civiles, está sospechado de querer comprar un escaño de Senador.
Decíamos
que esto es sistémico. El exsenador del PP, Carlos Mantilla, aseguró que
"es una hipocresía pensar que los partidos no tienen financiación
ilegal… es sabido de todo el mundo" que se financian con dinero negro.
El diputado socialista Alberto Garzón, ve a la corrupción como algo intrínseco
y a los bancos como un lobby enquistado en el sistema. Y me consta, de mi breve
(precisamente por este motivo) experiencia política que, además, normalmente
los votos se compran con dádivas, como un trabajo remunerado en el Gobierno.
Pero
EEUU está 19 en la lista (2012) de Transparencia Internacional (TI), España 30,
Grecia (el peor país europeo) 96, Argentina 102, Nicaragua 130 y Venezuela 165.
No por casualidad es inversa a la lista de Libertad Económica, de The Heritage
Foundation, es decir, cuanto más libre es un país (menos coaccionado), menos
corrupto. Es que lo que corrompe es la violencia, ya lo decía Aristóteles,
porque se ejerce precisamente para desviar (destruir, corromper) lo que se
daría espontánea y naturalmente.
Al
imponer coactivamente una regulación estatal, el forzado queda disconforme
(deja de ganar dinero) y entonces le resulta lucrativo sobornar al funcionario
(y todo es cuestión de precio) para aumentar sus ganancias. Por eso, una de las
corrupciones más típicas es la de la empresa privada que paga comisiones para
conseguir que la "autoridad" la favorezca.
O
sea que, antes de que este "sistema republicano" (el
"Gobierno" de la "autoridad" coercitiva) estalle en mil
pedazos, no hay otra manera de combatir la corrupción que desmantelar los
"poderes" coactivos.
El autor es miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity en el Independent Institute, de Oakland, California.
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