La picardía de Quevedo y Villegas
Alguno apellidado Quevedo o Villegas
podría ver el título de esta nota y empezar a leerla ávidamente esperando
encontrar denuncias de actos ilícitos contra su persona o un familiar suyo. No
tiene de qué preocuparse, porque la persona que me ocupa es nada menos que Don
Francisco de Quevedo y Villegas, uno de los más altos exponentes de la
literatura española, a la altura de su amigo Cervantes o su enemigo Góngora. Y
por picardía no me refiero a acciones deshonestas, sino a ese humor tan típico
de los españoles que nos puede hacer doler la panza de risa.
Jorge Luis Borges ha dicho de él que
“sus duras páginas no fomentan, ni siquiera toleran, el menor desahogo
sentimental (“Ser sensiblero es tener éxito”, ha observado George Moore.)” y que
se lo puede considerar como un “literato de los literatos”. Su prosa, hace
burla y escarnio de tantos sinsentidos que a menudo pasan por elegante
filosofía y su sátira puede llegar hasta lo soez sin dejar de ser graciosa.
Prueba de ello son sus Gracias y desgracias del ojo del culo, donde en su
introducción nos advierte que “Si este tratado le pareciere de entretenimiento,
léale y pásele muy despacio y a raíz del paladar. Si le pareciere sucio,
límpiese con él, y béseme muy apretadamente.” Nos declama que “No hay contento
en esta vida / que se pueda comparar / al contento que es cagar” y que “No hay
gusto más descansado / que después de haber cagado”. Y entre las gracias cuenta
que “muchos filósofos y anacoretas, que para vivir en castidad, se sacaban los
ojos de la cara, porque comúnmente ellos y los buenos cristianos los llaman
ventanas del alma, por donde ella bebe el veneno de los vicios. Por ellos hay
enamorados, incestos, estupros, muertes, adulterios, iras y robos. Pero ¿cuándo
por el pacífico y virtuoso ojo del culo hubo escándalo en el mundo, inquietud
ni guerra?”. Y entre las desgracias se encuentra que “Vese el otro pobre
condenado toreador de a pie embestido del toro, vuélvese para huir, túrbase o
no salen los pies con presteza y por no salir ellos presto desgárrale el toro
al pobre culo.”
En su Carta de un cornudo a otro,
donde nos dice que “…nosotros conforme a buena justicia siempre tenemos razón
para ser cornudos; porque si la mujer es buena, comunicarla con los próximos es
caridad y si es mala, es alivio propio.”
- 28 de diciembre, 2009
- 28 de marzo, 2016
- 29 de mayo, 2015
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